¿Dónde van los impuestos de tus compras?
Desde hace tiempo, en RETAILcat somos conscientes de un fenómeno que se está agudizando estos últimos meses. El consumo de las familias crece más deprisa que las ventas a través de los establecimientos comerciales. Por ello, seguimos de cerca cinco ejes nocivos que dañan nuestras ventas con distinta intensidad. Algunos son muy visibles, otros no tanto. Por ejemplo, el top manta. Hemos pedido hasta la saciedad a las autoridades que acaben con él, pero parece que se trata de algo muy complejo de solucionar... Igual sucede con la existencia de multitud de bazares de dudosa legalidad que siguen abiertos al público. También el fenómeno de la economía colaborativa está afectando, pero por su relativa novedad y su enorme opacidad, resulta difícil de evaluar. Y quedan dos, menos visibles, pero de mayor valor global. Las ventas por internet fraudulentas y las empresas que deslocalizan impuestos, realizando una competencia desleal al disponer de márgenes mayores, que pueden repercutir en mejores precios.
Si nos fijamos, en todos ellos hay un denominador común muy evidente: la elusión del pago de impuestos, que se convierte en una ventaja comparativa. Pero también hay otro muy importante: la decisión del consumidor. En el primero poco podemos hacer, más allá de insistir –como ya se hace– ante las autoridades para que normalicen la situación, pero en el segundo, todos como consumidores deberíamos reflexionar también desde la faceta de ciudadanos. Basta con que pensemos en los impuestos como una contribución al bienestar general y basemos nuestras decisiones diarias de compra poniendo en la ecuación la variable del pago de impuestos del vendedor. ¿Qué se pensaría de la campaña de una empresa que se basara en la transparencia fiscal? “¡Decidíos por X que paga sus impuestos aquí!” ¿Animaría la compra del consumidor? ¿Quizás no? ¿Y cambiaría la actitud si nos recuerdan que al decir impuestos hablamos de sanidad y educación? Este es el fondo de la cuestión. En España hay un problema serio de ingresos fiscales. Son muy bajos con relación al PIB. ¿Ayudaría a corregir la situación? Quién sabe… pero removería conciencias, y por algo se empieza.
Los consumidores deberían ser conscientes de que tienen derecho a que una parte del dinero que dedican al consumo revierta en su comunidad. Y ello sólo es viable con impuestos y pagándolos aquí. Hay movimientos que tratan de animar la compra de proximidad, en las tiendas del barrio o de la localidad, favoreciendo no sólo a las empresas locales sino también a la fiscalidad local. El más conocido es el Shop Small. Es una iniciativa que lanzó American Express en el 2010 en Estados Unidos –luego se ha extendido a Gran Bretaña, Argentina– con el objetivo de apoyar a los comercios independientes a través de un día especial de ofertas. En el 2011, en la segunda edición, 103 millones de personas compraron en pequeños negocios. Dado el éxito creciente de la campaña, que desde entonces se realiza todos los años, el senado de Estados Unidos declaró el small business saturday –el sábado después del día de Acción de Gracias– como un día oficial con el objetivo de crear más oportunidades para el crecimiento de las pequeñas empresas locales y causar un impacto positivo en su economía. ¿Es poco? Sí, pero algo está cambiando. Si hemos copiado el black friday, ¿por qué no copiamos el small business saturday?
Si copiamos el ‘black friday’, ¿por qué no el ‘small business saturday’?