Un concierto para Sísifo
Maarten Seghers lleva a L’Auditori el caos de ‘Concert by a band facing the wrong way’
Maarten Seghers acostumbra a aterrizar en Barcelona con una de las compañías europeas de teatro más importantes de las últimas décadas, la belga Needcompany, comandada por Jan Lauwers. Con ella ha dejado huella con montajes como la inolvidable Isabella’s room, que han roto fronteras: lingüísticas, porque en sus montajes se mezclan los idiomas, y de géneros, porque en ellos se cruzan danza, música, artes plásticas y teatro. Pero justamente una de la señas de identidad de la Needcompany es que todos sus miembros desarrollen su propia carrera, y el compositor y performer Maarten Seghers vuelve ahora con una propuesta enloquecida: un concierto de rock a cargo de una banda imposible, en la que la batería está en vertical y el músico toca tumbado en el suelo. Es Concert by a band facing the wrong way –Concierto para una banda mirando en la dirección equivocada– una performance sobre la comunicación, la resistencia y la intensidad que se podrá ver con todo su caos y confusión en L’Auditori en tres funciones desde hoy hasta el viernes.
Seghers, Nicolas Field y Rombout Willems acaban por el suelo, mueven sus cuerpos como la aguja de un metrónomo, gritan onomatopeyas de sonidos de instrumentos musicales e incluso tocan. En la base, la imagen de un enorme cactus que Seghers vio en México al que hacía mucho tiempo alguien había construido una pared al lado y él había crecido atravesándola: “Sentí admiración por algo tan obstinado”. A lo que se suma que Seghers siempre ha explorado “la iconografía de la música pop y la interpretación del entretenimiento”. En un montaje anterior se cuestionó incluso el componer música e hizo una creación minimalista, y ahora funciona al revés: en vez de eliminar casi todas las notas de la partitura ha escrito tantas como ha podido y, dice, “la histeria de tanta información musical para el intérprete es el punto de partida de la performance. Lo más interesante para mí es el desafío para estos seres humanos de enfrentarse a este material, y esa batalla con el material lleva a un retrato humano de gente que lucha, que es lo que busco. En mi trabajo se mezclan la fascinación por la música como un lenguaje y la fascinación por lo frágiles que somos”.
Y en el debate artístico actual en el que tantos creadores tiran por lo documental y eliminan la metáfora, antes reina del teatro, Seghers dice que a ésta le sigue interesando. “Este montaje puede parecer como el Mediterráneo lleno de gente ahogándose pero también como un entretenido concierto de rock’n’roll, y esa ambigüedad es lo que busco”. Un concierto que presenta “un intento histérico de comunicar en el que es imposible entender qué mensaje se intenta transmitir”, algo a lo que, dice, estamos acostumbrados en las artes –conciertos que son forma y energía sin mensaje claro– y como sociedad: “Las elecciones no son sólo sobre analizar ideas sino sobre cómo te vendes a ti mismo, la audiencia es muy sensible a ello, pueden ser convencida por gestos y energía más que por el mensaje”. Un concierto muy físico, “ligado a la idea de Sísifo, que sube la cuesta empujando la bola para volver a empezar una y otra vez: intento pensar que Sísifo abraza el esfuerzo y que a través de esa intensidad existe el valor de las cosas. Y la intensidad existe a través del compromiso”, concluye.
“Puede parecer el Mediterráneo con gente ahogándose o un entretenido concierto de rock”, dice Seghers