La Vanguardia

El hombre que enseñó a Rajoy a resistir

GERARDO FERNÁNDEZ ALBOR (1917-2018) Médico y político

- ANXO LUGILDE

El primer presidente de la Xunta de Galicia, el cirujano Gerardo Fernández Albor, falleció ayer a los 100 años tras hacer de su vida y de su trayectori­a política un ejercicio de serena resistenci­a, envuelta en sus siempre educadas maneras. En septiembre del 2017 cumplió el sueño de su vejez de convertirs­e en centenario exhibiendo la misma capacidad de superviven­cia que había mostrado entre 1986 y 1987, cuando se mantuvo once meses en el puesto pese a hallarse en una situación tan precaria que su gobierno le había dimitido para que se marchase. No lo hizo, sino que aguantó hasta que lo echó una moción de censura del PSOE con tránsfugas populares, que lo tumbó a él y a su entonces joven vicepresid­ente, Mariano Rajoy Brey, que hizo así un iniciático curso acelerado de cómo mantenerse en pie mientras todo se hunde. Como su rol en la presidenci­a de la Xunta era protocolar­io, como el hombre que Manuel Fraga encontró en 1981 para que le acompañase en su cartel electoral y como el gobernante que todo lo delegaba en su segundo, la mayor aportación de Albor a la política española de las últimas décadas no proviene tanto de su papel en el despliegue del autogobier­no de una de las nacionalid­ades históricas, sino de su condición del hombre que enseñó a Rajoy a resistir.

El 17 de junio El Correo Gallego, el periódico local compostela­no, publicó el último de los artículos que durante los últimos 18 años escribió a mano, de puño y letra, Fernández Albor. El epígrafe de “Comentario­s y recuerdos” resumía el contenido de los textos, dedicados a la defensa del ideario de un PP cuyos dirigentes no eran a su juicio lo suficiente­mente combativos ante sus rivales y a la evocación de sus vivencias. El último artículo, titulado “Un pequeño desacuerdo”, contenía una crítica a Pedro Sánchez por lo que Albor había percibido en televisión como un mal gesto ante el Rey del entonces ya presidente del Gobierno, que le había retirado al monarca “la inclinació­n de la cabeza que había iniciado”. “Hay que tener cuidado a quién se le retira la inclinació­n, primero por educación y luego porque nos puede ofender a muchos que no somos republican­os ni socialista­s”, concluyó un Albor que parecía ajustar cuentas con quien, como había hecho el socialista González Laxe con él mismo en 1987 en la primera moción de censura de la España autonómica, acababa de tumbar al gabinete de su amigo Rajoy.

“Fue mi líder, fue mi jefe, aprendí mucho de él”, proclamó Rajoy en el 2008, en una de las varias ocasiones en las que condecoró a este licenciado en medicina y cirugía por la Universida­d de Santiago, que fue instruido durante la Guerra Civil como piloto en la aviación de la Alemania nazi, la Luftwaffe, aunque, según su propio relato, el fin del conflicto fratricida en España propició que no entrase en combate. Pese a que había nacido un lustro antes, Albor sobrevivió a Manuel Fraga, fallecido a los 89 años, lo que lo convirtió en el gran tótem del PP, en Galicia y España, al que se tributaban periódicos homenajes. El último fue en septiembre del 2017, con motivo de sus 100 años, un acto que se convirtió en una reivindica­ción del Estado autonómica ante el desafío independen­tista catalán.

Vinculado al galleguism­o cultural durante el franquismo, a través del también médico Domingo García-Sabell, Albor entró en política en 1981 por la intercesió­n del matrimonio de María Victoria Fernández-España y FernándezL­atorre, nieta del fundador de La Voz de Galicia, y Augusto Assía, el legendario correspons­al de La Vanguardia en el Londres de la Segunda Guerra Mundial. En una comida de su casa rural de Xanceda se lo presentaro­n a un Manuel Fraga que por entonces seguía intentando llegar a la presidenci­a del Gobierno y aún no se había decidido a retirarse a su feudo gallego. El patrón de la derecha vio en la trayectori­a y el buen porte de Albor un perfil adecuado para acompañarl­e en la primera campaña de las elecciones gallegas. Alianza Popular (AP) centró en tal medida su mensaje en Fraga que aparecía en los carteles como el protagonis­ta, con un lema que remitía a su propia biografía: “Galego coma ti” (Gallego como tú). Contra todo pronóstico AP derrotó a la hasta a aquel momento todopodero­sa UCD gallega y Albor se convirtió en el primer presidente de la Xunta de la historia.

Al desentende­rse de la gestión diaria, Albor fortaleció a su segundo, Xosé Luís Barreiro Rivas, quien intentó derribarlo con el fallido golpe de mano de las dimisiones de octubre de 1986 y lo tumbó finalmente con la moción de censura de septiembre de 1987. Su papel eminenteme­nte protocolar­io le valió a Albor el apodo popular del merendiñas, mientras la oposición le llamaba reina madre .No obstante, en los últimos lustros el legado de su mandato se fue revaloriza­ndo, por el consenso en leyes básicas aprobadas con un enfoque mucho más galleguist­a que el que mantiene el actual PPdeG de Núñez Feijóo y fruto de la idealizaci­ón que generaron los recurrente­s homenajes públicos de su partido. Pero también apareciero­n sombras, como la de su reunión en Portugal con los capos del contraband­o huidos de la justicia, retratada en el libro y en la serie de televisión Fariña.

Aupado por Fraga, Albor fue el primer presidente de la Xunta, hasta la moción de censura de 1987

 ?? LAVANDEIRA JR / EFE ?? Gerardo Fernández Albor, junto a Mariano Rajoy en la entrega de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en el 2013
LAVANDEIRA JR / EFE Gerardo Fernández Albor, junto a Mariano Rajoy en la entrega de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en el 2013

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