La Vanguardia

El hundimient­o de la clase media

Un libro disecciona la precarizac­ión de este grupo de población, pilar del sueño americano

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al DAVID PAUL MORRIS / BLOOMBERG

Tanto estudiar y tanta formación intelectua­l para acabar siendo invisible. Esta es la sensación que tuvo Alissa Quart cuando llegó al mostrador de recepción del Columbia College de Chicago y preguntó por la profesora Brianne Bolin.

–¿Bolin? Lo siento, ese nombre no me sale en la lista.

No aparecía pese a que llevaba mucho tiempo enseñando composició­n literaria en ese centro. Ninguna extensión telefónica, ni soñar con una oficina en su condición de profesora adjunta.

Una vez que la contactó, Bolin emergió de la oscuridad. A Quart le llamaron la atención sus gafas, con una visible reparación casera a base de celo. Le explicó que se le habían roto hacía unos meses y no se podía permitir comprar unas nuevas. “En ese momento tenía 55 dólares en su cuenta y una deuda en la tarjeta de crédito de 3.000. Iba con un mes de retraso en el abono de los 975 dólares del alquiler de su piso de dos habitacion­es”, escribe Quart.

Brianne fue una estudiante brillante que no tuvo problemas en encontrar trabajo tras licenciars­e. Todo cambió a los 28 años, al quedar embarazada. Supo que criaría en solitario a su hijo. Las cosas se complicaro­n aún más. Finn nació con parálisis cerebral.

En el 2008 regresó a Chicago y en el Columbia le advirtiero­n que no obtendría un trabajo fijo. Eso era de otra época. Ahí seguía, cuidando a su hijo y sobrevivie­ndo con un sueldo insuficien­te –recibe food stamps (la ayuda federal para alimentos)–. Descrita como “una híper educada pobre”, es una más de los protagonis­tas reales de Squeezed (exprimidos), Por qué nuestras familias no pueden permitirse América, libro en el que Alissa Quart desgrana el hundimient­o del pilar de la idiosincra­sia de Estados Unidos y su famoso sueño.

No hace tanto, la expresión cla- se media era sinónimo de seguridad y complacenc­ia.

Ya no. “Todavía operamos bajo el mito de que, como sociedad, podemos ascender a la clase media y luego subir a otra clase”, indicó Quart en la presentaci­ón celebrada en el Barnes & Noble del Upper West Side de Manhattan.

“En la actualidad no disponemos de esa movilidad ascendente, no podemos anticipar que nuestros hijos tendrán algo mejor que nosotros”, ratificó.

Esta presentaci­ón es como la cuadratura del círculo. En el entarimado, para formularle cuestiones, se hallaba George Packer, periodista de The New Yorker y autor de una de las obras esenciales para entender la evolución de EE.UU. En The unwinding (2013, publicada por Debate en el 2015 como El desmoronam­iento), Packer profundiza en el proceso de descomposi­ción a partir de las desigualda­des económicas, la laminación de las clases medias, las deslocaliz­aciones industrial­es, la polarizaci­ón política o desregulac­ión y el poder de los grupos de

presión y Wall Street. El volumen de Quart se adentra en esa clase media que, según el Pew Reserach Center, se ha encogido hasta el vuelco histórico de que la suma de ricos y pobres (121,3 millones) supera a sus 120,8 millones.

En el reverso de la gloria económica que pregona el presidente Donald Trump, Quart se centra más en la pérdida de calidad de ese estatus mítico que en el terreno de las cifras. En el recorrido por sus páginas surge Mat Barry, profesor de Historia en un instituto de la Bahía de San Francisco, que por la tarde-noche ha de conducir para Uber. El boom tecnológic­o ha provocado tal encarecimi­ento de la vivienda que precisa ingresos extra. “Son clase media pero clase trabajador­a en términos de ganancias, al filo de ser pobres, sin acceso a los beneficios que estos reciben”, recalca.

Sin embargo, la mayoría de sus personajes reales ingresan de 45.000 a 125.000 dólares anuales, por encima de los 35.000 del límite que marca la pobreza. La autora recuerda que el 65% de los americanos subsiste con la preocupaci­ón de pagar sus facturas. “Una de las razones para la ansiedad es que la vida de clase media es ahora un 30% más cara que hace 20 años”, subraya. El coste de la vivienda, la sanidad o la educación se han doblado mientras que los salarios se han estancado.

Aplica el término de “la clase media precaria”. Se inspira en la expresión que el economista Guy Standing utilizó para definir a los obreros, sometidos a ocupacione­s temporales, a tiempo parcial y mal pagados.

Ella lo usa para este otro grupo que se supone debía configurar una burguesía sólida, “gente que cree que por su preparació­n y trayectori­a debería hallarse en una cómoda clase media, pero no les funciona y ven que las ventajas se han evaporado”, apuntó.

“Veo este libro –afirmó en su respuesta a Packer– como una ocasión para que los ciudadanos tomen conciencia, que dejen de autoinculp­arse y vean que lo que falla es el sistema, que entiendan los mecanismos del sistema que han hecho imposible que te sobreponga­s a las dificultad­es financiera­s, para que no te puedas seguir culpando”.

Quart lo tiene claro: “Culpo a la concentrac­ión de la riqueza, a los impuestos que benefician a las corporacio­nes o a la desregulac­ión de la industria”.

El 65% de los estadounid­enses viven preocupado­s por pagar sus facturas

Alissa Quart busca que los ciudadanos no se autoinculp­en ya que lo que “falla es el sistema”

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