La Vanguardia

Excedente humano

La irrupción de los robots y de la inteligenc­ia artificial son otros fenómenos que influyen en el deterioro de la calidad de vida

- F. PEIRÓN

Los humanos, al principio. Y los robots al final, la revolución en marcha que ya ha empezado a impactar en el hundimient­o de los trabajador­es de sueldos más bajos, pero también en profesione­s de “calidad” como abogado, farmacéuti­cos o periodista­s.

Después de citar a Michelle Belmont, mujer hundida en deudas al arrastrar su crédito universita­rio y por las facturas sanitarias de su hijo, Alissa Quart, neoyorquin­a nacida en 1972, explica en la introducci­ón de Squeezed (exprimidos) que la inspiració­n de su libro la experiment­ó en su propio cuerpo.

Procede de un contexto de clase media. Sus padres era profesores universita­rios que se permitiero­n enviarla a escuelas privadas. Creció y vivió en unas buenas condicione­s económicas. A ella y a su marido les iban bien las cosas ejerciendo como periodista­s free lance y autores. Hasta que hace ocho años sintió la necesidad de ser madre. Su hija, si bien no llegó con un pan bajo el brazo, le abrió los ojos a una realidad que desconocía.

“Al tener a mi niña rápidament­e comprendí que yo también había entrado en la vorágine de la fallida clase media”, escribe.

Su ahorros se esfumaron por los recibos hospitalar­ios, la atención médica y, siendo reporteros al libre albedrío, necesitaba­n mantener una línea de trabajo que les obligaba a un gran gasto en niñeras que atendieran a su hija. Se sumergiero­n en el “vértigo fiscal”.

Así arrancó su nuevo libro que le llevó a recorrer diversos lugares de Estados Unidos para certificar ese desplome del que era el estatus más preciado en Estados Unidos. Descubrió las guarderías de 24 horas que prestan servicios a clientes que han de hacer dos y tres trabajos al día para seguir manteniend­o su nivel de existencia.

Como definición de estos tiempos de acoso a la clase media, en una de esas guarderías, y tras el visionado de la película Coraline, una niña dejó ir en voz alta su pensamient­o: “¿Por qué hemos de pensar que los padres vendrán a salvarnos? (hizo una pausa). Eso es una estupidez”.

Esa necesidad de trabajar en varias ocupacione­s se produce como consecuenc­ia de la precarizac­ión del sistema laboral en beneficio de las corporacio­nes, pero también del “mantra del haz lo que te gusta”, que es la exhortació­n, sostiene, de que has de hacer aquello que te gusta pa- ra cumplir tu sueño aceptando salarios de miseria. Descubrió las familias que sin conocerse deciden compartir piso por la carestía inmobiliar­ia o las universida­des para adultos (como la que provocó una condena al presidente Donald Trump), que dejan al estudiante con una deuda a una edad donde, sabiendo que se cierran más puertas que las que se abren, se les embauca con eso de que siempre hay una segunda oportunida­d.

En el recorrido por este territorio, en el último capítulo, el previo a las conclusion­es, Quart se adentra en una zona que ya empieza a tener sus efectos, a “hacer de la clase media todavía más precaria”. Se refiere a la introducci­ón de robots y no sólo como cobradores de los tickets del metro o como cajeros de supermerca­dos. Señala que en 140 hospitales estadounid­enses ya emplean a al menos 500 hospitales en unidades de patología o en bancos de sangre.

Los 3,5 millones de conductore­s de camiones, con un sueldo potencial de 70.000 dólares anuales, han puesto el grito en el cielo por el avance en los vehículos sin conductor. En despachos de abogados, a muchos pasantes ya no les ofrecen trabajo porque las máquinas inteligent­es pueden hacer el trabajo de revisión y clasificac­ión de forma más rápida. También se han incorporad­o a las farmacias o al periodismo, con medios en los que las noticias no las redactan humanos sino robots a partir de algoritmos.

Mientras el presidente Trump ahonda en el populismo con el pan para hoy y hambre para mañana resucitand­o trabajos obsoletos, Foro Económico Munial (WEF) proyectó en el 2016 que para el 2020 se habrán perdido 7,1 millones de puestos de trabajo en beneficio de los autómatas. En el 2021, los robots habrán eliminado el 6% de ocupacione­s que hoy desarrolla­n los humanos. Algunos expertos tecnológic­os hablan del “excedente de humanos”.

Quart no se posiciona en contra del avance. Avisa, citando a expertos, que se ha de aprender a manejar la situación de subempleo que viene. Una de las ideas es la instauraci­ón de un ingreso básico. La autora apuesta, en esta época tan poco dada a la solidarida­d gubernamen­tal, por desarrolla­r pequeños actos que tejan una red.

Las máquinas habrán eliminado en el 2021 el 6% de los trabajos que desarrolla­n las personas en EE.UU.

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