La Vanguardia

“Todo conspira contra la lectura”

- Jorge Herralde J. HERRALDE, fundador de Editorial Anagrama

“En muchos países los libreros constatan que los lectores entre veinte y cuarenta años han desertado de la lectura”

El pasado 28 de junio el Máster en Edición de la UPF celebró un homenaje a Jorge Herralde bajo el título El gran ingeniero editorial. Herralde (Barcelona, 1935), uno de los grandes editores literarios del mundo, fundó la editorial Anagrama y fue su director entre 1969 y 2017. En la conferenci­a que ofreció en la UPF, que se reproduce a continuaci­ón, Herralde reflexiona sobre la lectura y la edición hoy.

Mi relación con el máster de la Pompeu Fabra viene de lejos, de 1997, año en el que di la charla de clausura del primer Curso de Edición, como entonces, modestamen­te, se llamaba. A partir de ahí, se ha convertido en un referente internacio­nal bajo la batuta de Javier Aparicio Maydeu, quien había sido un lector secreto de Carmen Balcells y estuvo trabajando en su agencia varios años: es bien sabido que ello pone a prueba y curte el carácter más templado.

Luego he participad­o cada año en algún evento del máster, en general mesas redondas, y he comprobado la atención, la curiosidad e incluso la pasión de los alumnos, cuando se abría el diálogo a ellos. Varios de dichos alumnos han colaborado como becarios en Anagrama. Y puedo decir con satisfacci­ón que la argentina Cecilia Sarthe se ocupa ahora de la prensa de nuestra distribuid­ora en Buenos Aires y que, con toda probabilid­ad, Ana María Rodado se incorporar­á a la plantilla de Anagrama el próximo septiembre, después de su valiosa aportación durante este curso.

Pues bien, Javier me telefoneó hace un tiempo y me dijo que reservara esta fecha para el cierre del curso, que sería una sorpresa. Y el mes pasado le llamé yo para preguntarl­e si tenía que preparar una conferenci­a o sería formato tertulia o lo que fuese. Es una sorpresa pero te gustará, me dijo misteriosa­mente, es un secreto. Punto y aparte.

Debo decir que me dejó algo inquieto. Javier es un buen conocedor de la obra de Nabokov, gran experto en tramas retorcidas. Intenté indagar en la editorial pero me topé con un silencio casi absoluto, aunque, atando los escasos cabos, sospeché que quizá Javier estaba iniciando otro máster al servicio del show business, utilizando un formato algo temible, como un cruce de dos concursos televisivo­s que, hace décadas, tuvieron un notorio éxito como recordarán algunos veteranos: entre Esta es su vida y otro que oficiaba Mario Cabré, Reina por un día, en el que la que la elegida era colmada de parabienes y agasajos y se pasaba el programa sollozando de felicidad. Preocupant­e, claro.

Pero debo decir que me siento muy honrado, demasiado honrado, por este homenaje, a cargo de cómplices de la edición, de la lectura, del saber. Me emociona el afecto de mis colegas, con los que siempre he tenido, creo, una relación de amistad, colaboraci­ón, respeto, fair play.

También he tenido una relación muy cordial con jefazos de los grandes grupos como José Manuel Lara Bosch, Nuria Cabutí, Pancho Pérez González o Isabel de Polanco. No así con sus felices corsarios, quienes, inagotable chequera en ristre, incursiona­n muy predispues­tos en puertos editoriale­s ajenos. Omitamos piadosamen­te sus nombres en esta fiesta.

Y recuerdo una película americana en la que, tras la regañina de un severo senador por alguna tropelía, el jefe de policía se disculpa así: “En nuestro oficio a menudo hacemos cosas que se oponen a la cortesía”.

Como bien sabemos, atravesamo­s unos tiempos en los que todo conspira contra la lectura, contra la edición, contra las librerías (esos oasis ciudadanos). Unos tiempos de enormes complejida­des e incertidum­bres en tantos ámbitos, sociales, políticos, culturales. Concentrac­ión editorial cada vez más concentrad­a, drásticos cambios tecnológic­os, etcétera, etcétera, en esta inesperada sociedad del algoritmo. En opinión de Roberto Calasso, en un siglo hemos pasado del Dadá al Big Data. De la subversión total al deseo del control total.

Sin embargo, hay más vocaciones editoriale­s que nunca, y esto también es un fenómeno global, mientras los editores independie­ntes veteranos siguen al pie del cañón. Editores todos ellos que practican la edición sí, según la famosa fórmula de Giulio Einaudi, que publican en busca de la excelencia, ésta es su única brújula, sin olvidar, claro está, la superviven­cia. No desaparece­rán, la pulsión editorial persistirá y los encontrare­mos diseminado­s aquí y allá en tantas naciones, una secta orgullosa e irreductib­le. Sísifos felices, quizá.

Otra profecía aboga por otra realidad: así como en el siglo XX hubo la llamada generación perdida americana, Faulkner, Scott Fitzgerald, Hemingway y compañía, ahora se habla de otra generación perdida bien distinta. En muchos países los libreros constatan que aquellos lectores entre veinte y cuarenta años han desertado de la lectura.

Mientras tanto, como dijo recienteme­nte el amigo Gustavo Guerrero, responsabl­e de la literatura en lengua española en Gallimard, “el campo cultural es como un inmenso estadio lleno de gente gritando, los editores, los escritores, la prensa”.

Bien, pese a estas visibles amenazas, en la famosa disyuntiva que planteó Gramsci, “pesimismo de la inteligenc­ia, optimismo de la voluntad”, yo he militado durante décadas en el optimismo de forma estentórea. Ahora sigo militando pero, digamos, de forma algo más afónica.

Como es sabido, Barcelona es la capital de la edición en lengua española y también es la capital de la edición literaria. Quiero destacar los nombres de Janés y de Barral, también Destino, desde la posguerra. Luego el trío de editoriale­s de los años sesenta, Lumen, Tusquets y Anagrama, entonces diminutas pero que nos colamos en los ochenta en la champions junto a los grandes grupos con total desenvoltu­ra y bastante éxito. Y ya al final de los noventa y principios del siglo XXI Salamandra, Acantilado, Minúscula, Asteroide, Blackie Books y tantas otras. Y en esta ciudad que tiene la suerte de ser bilingüe y así poder disfrutar de ambos idiomas, en el ámbito de la edición en catalán, la Selecta, Edicions 62, con Castellet al frente, y luego Quaderns Crema, Edicions de 1984, La Campana, la resurrecci­ón de Club Editor, y así hasta L’Altra Editorial y también tantas otras, a modo de necesaria carrera de relevos.

Gracias por este homenaje, un homenaje que correspond­e en gran parte a los autores reunidos en el catálogo, a los colaborado­res editoriale­s y también a la longevidad propia, peleando por encima de mi peso, utilizando la metáfora del boxeo, con los consiguien­tes topetazos: casi cincuenta años on the road y relativame­nte ileso, no era previsible.

Pero, regresando a los autores de la editorial, no puedo dejar de mencionar, entre tantísimos, a cinco de ellos, extraordin­arios escritores y también muy buenos amigos. Por orden no de aparición sino de tristísima desaparici­ón: la española Carmen Martín Gaite, el chileno Roberto Bolaño, el argentino Ricardo Piglia, el español Rafael Chirbes y el mexicano Sergio Pitol. Sin ellos, ni Anagrama ni mi vida hubieran sido las mismas. Gracias de nuevo a todos.

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Homenaje. Jorge Herralde entrando junto a Javier Aparicio –y con Sergi Pàmies sentado a la derecha– en el auditorio de la UPF
ÀLEX GARCIA Homenaje. Jorge Herralde entrando junto a Javier Aparicio –y con Sergi Pàmies sentado a la derecha– en el auditorio de la UPF

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