¿Hay que salvar a Goiat o exiliarlo?
Cada julio y para alborozo de muchos lectores, Javier Ricou nos trae noticias de Goiat, ese oso macarra y rufianesco que aterroriza el Pirineo y del que ya incluso la Generalitat está hasta los mismísimos porque el conseller Damià Calvet anunció el sábado que “lo van a extraer del medio”. Hablando en plata: Goiat tiene los días contados en Catalunya.
Goiat es víctima de sus genes y de su fama. Originario de Eslovenia, fue soltado en el Pallars Sobirà hace un par de años para hacer la competencia sexual a Pyros, “padre, abuelo y bisabuelo de la cuarentena larga de ejemplares (de oso, no de pixapins barceloneses) que habitan los Pirineos”.
¿Y a qué se ha dedicado? En lugar de cumplir con lo previsto en el programa Pyros Life (2,4 millones de euros de presupuesto), imitar al oso Yogui en versión X –muy viril, la verdad, nunca me pareció– y hacer la siesta tras el acto sexual, Goiat ataca con saña gore al ganado, incluso al equino. No se conforma, vaya, con los corderos lechales o los panales de miel y el sector ganadero está harto.
Total: la Generalitat ha decidido exiliarlo, aunque me temo que costará dios y ayuda encontrar un país dispuesto a aceptar al facineroso. Algo me dice que el puto oso nos va a costar lo que diez camas hospitalarias o 500 billetes de avión a Berlín.
Ya me disculparán el lenguaje pero el tema echa chispas. Menudo fregado. El conseller Damià Calvet lo quiere “extraer del medio”, los payeses exigen que él y todos los osos a la calle –dudan que Goiat haya sido el autor de tres ataques en un mismo día– y los ecologistas de Ipcena (Institució de Ponent per a la Conservació i l‘Estudi de l’Entorn Natural, me río yo del INI) se oponen. Ni un paso atrás: la culpa viene a ser de los ganaderos –dicen– porque “no siguen los métodos preventivos y dejan a los rebaños libres”. Toma zasca.
Yo creo que la captura –¡sobre todo no me lo estresen!–, destierro y exilio de Goiat contiene alicientes para ser el culebrón del verano de Catalunya.
El conseller ha declarado: “Nos gustaría que la captura de Goiat no se estuviese radiando minuto a minuto”. Ya entiendo que Goiat no es un efectivo de la Guardia Civil desplazado pero me permitirá la ilustre autoridad que critique esa voluntad de opacidad y le pediría que no nos prive de un seguimiento digno de la mejor radio.
El oso macarra lleva un GPS –a diferencia de sus congéneres– y presupongo que será fácil de localizar, aplacar y enviarlo si conviene a la isla de Tasmania, donde los lobos no se andan con chiquitas.
¡Qué menos que un seguimiento pormenorizado con el pastón que ya ha costado –entre inserción y compensaciones a los ganaderos perjudicados– y nos va costar este villano de los montes! ¿O se trata de un chivo expiatorio que pagará con el exilio por los osos que se quedan?
El conseller lo quiere exiliar, los payeses piden fuera osos y los ecologistas que cuiden mejor sus rebaños...