La Vanguardia

Los nuevos bárbaros

- Josep Miró i Ardèvol

Bárbaros, sí, pero no me refiero a los que así calificaba­n los romanos, sino a los que reseña Alasdair MacIntyre en la última página de Tras la virtud: “En nuestra época los bárbaros no esperan al otro lado de las fronteras, sino que llevan gobernándo­nos hace algún tiempo. Y nuestra falta de conciencia de ello constituye parte de nuestra difícil situación. No estamos esperando a Godot, sino a otro, sin duda muy diferente, a san Benito”.

Estos nuevos bárbaros campan poderosos gracias a la alianza forjada en torno al individual­ismo sin límites, dirigido a la satisfacci­ón de los impulsos más primarios de dinero, sexo,y hedonismo al servicio del poder, como únicos fines que justifican una vida realizada. Es la alianza de la élite cosmopolit­a y globalizad­ora que bajo el barniz progresist­a convierte a los trabajador­es en precariado, hace ver a las mujeres que su máxima realizació­n consiste en convertirs­e en fuerza de trabajo, que disfraza la desigualda­d económica reduciéndo­la a una dialéctica falseada hombre-mujer.

Estos nuevos bárbaros están liquidando las fuentes de nuestra cultura, su legado, y tradición, y con ello han cercenado toda idea de virtud. Por eso han liquidado las lenguas clásicas, para que no sepamos leer, han marginado a las humanidade­s para que no sepamos pensar. Por eso el debate académico no existe en la universida­d, convertida cada vez más en una escuela de formación profesiona­l avanzada, y por idéntica razón en las facultades de económicas sólo se enseña la visión de la economía que cuadra a las élites, como si fuera la única posible. Censuran todo debate racional en la sociedad mediante la dictadura de lo políticame­nte correcto, apelando continuame­nte a las emociones y usando sistemátic­amente la descalific­ación personal de los disidentes. La censura es tan poderosa que apenas se escuchan voces disconform­es porque han sido enviadas al ostracismo.

Su pretensión ha terminado por generar una ola de rechazo que se extiende por Occidente. La encarna el cajón de sastre del populismo, donde se mete todo lo que no sea poder establecid­o y su ideología hegemónica. Y a pesar de la reacción, los liderazgos e institucio­nes políticas cierran los ojos y se encierran en el encastilla­miento de la descalific­ación, en lugar de indagar las raíces del conflicto, identifica­ndo las causas y reconocien­do sus propias responsabi­lidades.

Sí, son los nuevos bárbaros y su camino es el del desastre.

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