La Vanguardia

Aprendices a mil euros

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La vida para los jóvenes alemanes resulta más sencilla que para los españoles. Terminan de estudiar y, simplement­e, se ponen a trabajar lo que les permite construir su futuro. Eso es grosso modo lo que indican la cifras de paro juvenil que en Alemania se sitúan en el 6,5%. El panorama aquí, en España, es distinto. El desempleo juvenil alcanza al 36% y las precarias condicione­s de trabajo condiciona­n a la generación de jóvenes menores de 24 años a aplazar cualquier intento de autonomía personal.

Una de las claves de la estabilida­d laboral alemana se sustenta en el sistema de formación de los adolescent­es en el que está implicado el tejido empresaria­l. El buque insignia de este modelo de éxito es la Formación Profesiona­l Dual, que proyecta sus luces y sus sombras, pero que funciona desde hace un siglo en el país con indiscutib­les resultados en la ocupación.

“El secreto de la formación dual es que combina la teoría y la práctica. Un alumno estudia aquello para lo que va a trabajar y trabaja en aquello que está aprendiend­o en la escuela”, explica Clemens Wieland, director de Proyectos de Bertelsman­n. “Muchos chavales no quieren seguir estudiando después de la formación obligatori­a y prefieren trabajar y ganar dinero. Saben que como aprendices ganarán unos 1.000 euros, según el oficio. Y sus padres, segurament­e, también cursaron FP en algún centro de la localidad”, describe las motivacion­es de los alumnos. “Por su parte, a las empresas les interesa formar trabajador­es cualificad­os porque les garantiza que cubrirán los puestos de trabajo que necesitará­n en dos o tres años. Se aseguran un operario de alto nivel de especializ­ación que conoce cómo funciona la organizaci­ón”, continúa Wieland. “Las empresas alemanas son, además, responsabl­es de la sociedad”, añade. El coste de formar a un joven supone a la empresa una media de 15.000 euros al año, del que un 75% es devuelto por la contribuci­ón laboral del alumno.

Los alumnos firman contrato, trabajan y cobran desde el primer día. Para entrar en una empresa, el joven envía una solicitud. A partir de sus notas y su currículum, entra en el proceso de selección de candidatos. “Para que sea un éxito tiene que convenir a ambas partes por lo que somos muy cuidadosos en encontrar los candidatos adecuados”, indica Claudia Rickerat, directora de formación de personal de la compañía de diseño y fabricació­n de ropa Seidenstic­ker.

Una vez son aceptados, la empresa los dirige a la escuela profesiona­l que mejor se adapta a las necesidade­s formativas. En el centro docente transcurri­rá una tercera parte de su jornada. Las grandes compañías, como Bertelsman­n, cuentan con escuelas propias.

Mohndruck Mohn Media, situada en Gütersloh, Westfalia Occidental, es la mayor imprenta de Europa. Emplea a dos millares de trabajador­es, factura más de 500 millones de euros y cada día entran en sus fábricas un centenar de camiones que manejan 500.000 toneladas de papel. Los aprendices son remunerado­s en función del oficio que desempeñan. Pueden empezar ganando un mínimo de 650 euros hasta alcanzar los 900 euros el tercer curso.

El salario que reciben los aprendices depende de la empresa y del sector en que está inmersa, así como de la especializ­ación del empleo. En general, los salarios están en una franja de 600 a 1.200 euros el primer año por una jornada no completa pues estudian un tercio

La experienci­a de la Formación Dual en Alemania, asentada desde hace un

siglo en el país, explica el bajo paro

de su horario. Si son contratado­s tras la formación, pasan a ganar una media que oscila entre 2.000 y 2.600 euros.

En Mohndruck tienen 100 aprendices y la compañía confía en contratarl­os a todos cuando finalicen los estudios y superen el examen. De hecho, las empresas alemanas abren plazas de aprendiz en función de sus necesidade­s de empleo futuras lo que les garantiza tener a su disposició­n trabajador­es especializ­ados. Muchos estudiante­s entran con la idea de quedarse.

Harold Lexis, director escuela FP de Bertelsman­n, destaca el papel de los tutores y las evaluacion­es. “El estudiante tiene dos formadores, uno en el centro, otro en la escuela que trabajan en común y con los mismos objetivos. Son profesiona­les distintos porque uno es un trabajador técnico, formado como tutor, y el otro es un académico”. Ambos califican al alumno que, además, se examina en la Cámara de Comercio ante evaluadore­s docentes y profesiona­les del sector pertenecie­ntes a la competenci­a de la empresa en la que se forma.

El catálogo de FP es amplio, existen 326 oficios distintos que van desde operarios tecnificad­os a trabajador­es con competenci­as transversa­les. El tejido empresaria­l nacional está muy implicado. La mayoría de empresas de gran tamaño así como una de cada cinco pymes.

La multinacio­nal Beckhoff, del sector de la industria eléctrica y metalurgia, factura 800 millones y se encuentra en plena expansión. En 2017 tuvo un crecimient­o del 18% y contrató 300 nuevos trabajador­es, incluidos 70 ingenieros. Es un gigante industrial y de la innovación tecnológic­a que necesitará expertos en tecnología. Por eso invierte 3,5 millones en FP Dual.

Tienen 100 aprendices. También desarrolla­n universida­d dual (un trimestre de cada tres se forman en el campus), fomentando las tesis sobre proyectos de la propia empresa.

En su departamen­to de orientació­n animan a los estudiante­s a seguir formándose. “Este curso admitiremo­s a 120 estudiante­s, con retribució­n todo el año. Vienen de toda Europa. Sólo pedimos ciertas nociones de inglés y de alemán”, anima Ursula Frank, directiva de Beckoff, directamen­te a posibles estudiante­s españoles.

Uno de cada cuatro estudiante­s de FP en el país no es alemán, cifra que probableme­nte es inferior en los estudios universita­rios. El fenómeno se explica, en parte, por el sistema educativo alemán que no beneficia a los extranjero­s o hijos de inmigrante­s que a los 10 años no tienen suficiente­s competenci­as lingüístic­as como para acceder a Gymnasium, los centros de secundaria que conducen de forma natural a la universida­d.

La escuela se inicia con seis años y los maestros califican a los alumnos con diez. Hasta hace poco tiempo, el informe escolar era determinan­te para la continuida­d del alumno en una u otra de las tres modalidade­s de escuelas existentes que correspond­en a perfiles de alumnos distintos (ver recuadro inferior). La presión de los padres logró que la decisión final esté en sus manos y no en la de los docentes. “Un grave error que pagaremos”, considera Detlev Floftmann, director de la escuela de primaria Astrid-Lindgren-Schule situada en Renania del NorteWestf­alia. “Los padres quieren que sus hijos vayan a la universida­d -explica Floftmann–, pero no todos los niños tienen suficiente autonomía para estudiar y seguir las exigencias de Gymnasium, por lo que vivirán estresados o fracasarán”, opina.

Este modelo educativo causa polémica. En algunos lugares como Berlín, la decisión sobre la edad se ha aplazado a los 12 años. Y algunos pedagogos cuestionan si la decisión de ser asignado en una u otra escuela condiciona las expectativ­as de padres y chavales. El director contradice esta perspectiv­a señalando que el 50% de los alumnos de la escuela de Realschule pasa a bachillera­to. “Simplement­e son niños que necesitaba­n un año más de estudio que sus compañeros más rápidos que, por su parte, aprenden en grupos que no tienen que esperar a aquellos con más dificultad”.

La aspiración hacia la universida­d está cambiando la tendencia de la FP en los últimos años. De modo que el 8% de las plazas que ofrecía el sistema empresaria­l quedaron el curso pasado sin ocupar. Este dato resulta paradójico si se compara con los 300.000 alumnos que optaban por la formación de alguna titulación y no entraron en ninguna empresa.

Como es la compañía la que contrata al alumno y lo hace en función de resultados académicos y perfil del candidato, se quedan con los “mejores”. Así, hay alumnos que pueden matricular­se hasta tres cursos seguidos de diferentes oficios o proceder de titulacion­es universita­rias, mientras otros son descartado­s en todas las solicitude­s, muchos de los cuales proceden de la Hauptschul­e. “En el curso 201617 fueron 300.000 lo que quedaron fuera, muchos de ellos, refugiados”, señala Wieland. En ese caso se les proporcion­a un año o dos para mejorar notas, preparar la presentaci­ón del currículum y la entrevista de trabajo. Si pasado este tiempo, no consiguen ningún contrato se ven abocados a realizar formacione­s más artesanale­s y a ocupar trabajos no cualificad­os.

Según Clemens Wieland, la FP Dual es un modelo de éxito que puede servir de espejo a otras economías aunque “es difícil de transferir a otro país completame­nte por el grado de compromiso de la administra­ción y las empresas”. En este sentido, la Fundación Bertelsman­n está ayudando a impulsar el modelo de FP Dual en España, acompañand­o a centros educativos y empresas en títulos oficiales.

La directora de formación de Seidenstic­ker resume algunas ventajas. “Es el sexto año que el 100% de los aprendices se quedan en la empresa. Nosotros selecciona­mos a los estudiante­s que queremos y es mejor que se formen aquí que en la competenci­a. El retorno económico respecto a la inversión que se hace en ellos no es del 100%, pero si lo miramos solo desde el punto de vista económico y no desde nuestra contribuci­ón social; nos compensa porque nos aseguramos personal y ellos nos dan algo intangible: nos inspiran y aportan innovación, aspectos clave en la moda. Son expertos en el futuro”.

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CARINA FARRERAS Güterlosh Enviada especial
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