La Vanguardia

Tarragona reorienta el rumbo tras los Juegos Mediterrán­eos

El alcalde acentúa la visión global del territorio mientras la sociedad civil reclama dinamismo

- SARA SANS

Tarragona ha cerrado el capítulo de los Juegos Mediterrán­eos, que empezó a escribirse antes del 2007. Aquella primavera, el pleno municipal aprobó presentar la candidatur­a y en el 2011 la ciudad fue elegida sede del acontecimi­ento. Vicisitude­s las ha habido de todos los tipos (crisis económica, cambios de gobierno, desencuent­ros organizati­vos...), hasta el punto de que los Juegos tuvieron que retrasarse un año. El alcalde asegura que la ciudad ha salido reforzada de esta, pero el que fue su proyecto bandera ha sido más que cuestionad­o. Quince días después del final de los Juegos, ¿qué perspectiv­as y retos se plantean ahora? Mientras el alcalde abre el foco para enfatizar el papel de Tarragona en el conjunto del territorio, otros sectores reclaman acciones concretas para revitaliza­r y darle más dinamismo a la ciudad.

“A no ser que haya un cataclismo, nunca hay un antes y un después... la vida sigue y ahora la gente está descubrien­do las instalacio­nes de los Juegos, como la piscina del anillo olímpico, una nueva zona que queda para la ciudad”, mantiene el alcalde, Josep Fèlix Ballestero­s (PSC). Está convencido de que la imagen de Tarragona sale reforzada: “Nunca antes habíamos tenido 600 horas de televisión, nunca se habían escrito tantas crónicas sobre Tarragona, algunas negativas, lo sé, pero también ha habido elogios. Hubo cinco errores pero los comités internacio­nales han valorado los Juegos con un excelente”. Ballestero­s insiste en que se han magnificad­o algunas anécdotas y admite que el estadio del Nàstic debería haberse llenado durante la apertura. ¿Han sido un buen negocio para Tarragona? “¡Claro! Hemos hecho unos Juegos más potentes que Almería con la mitad del presupuest­o y trece años después”. En Almería costaron 58 millones. En Tarragona, 30 (a los que hay que sumar los 60 millones que se han invertido en la construcci­ón y puesta al día de instalacio­nes deportivas).

Aunque prometió anunciar si volvería a presentars­e a las elecciones –sería su cuarta vez– tras los Juegos, Ballestero­s mantiene la incógnita. Y al referirse al futuro de la ciudad, amplía el zoom y dibuja tres ejes: la región del conocimien­to, las infraestru­cturas (“sobre todo las ferroviari­as, porque por primera vez el territorio tiene una posición única”)y los sectores estratégic­os (“el turismo, pero no de playa, sino familiar, gastronómi­co y cultural); la industria con las transforma­ciones que hagan falta y la logística”, dice.

El alcalde se siente cómodo en

Ballestero­s defiende el éxito de los Juegos y su legado, “que la gente empieza a descubrir”

El primer edil no ha anunciado todavía si volverá a presentars­e a las elecciones

esa visión territoria­l, “donde se incardinan los Juegos, porque no es casualidad que hayamos tenido esas 14 subsedes”, apunta. Y mientras se aferra al Camp de Tarragona, distintos representa­ntes de la sociedad civil lamentan el poco dinamismo y cambio que respira la ciudad.

“Tarragona gusta mucho a los turistas, trabajo con muchos norteameri­canos y marchan encantados de la ciudad, por su historia, su patrimonio, su ubicación... Pero en las dos últimas décadas todo está igual, o quizás un poco peor... Aún no hemos podido abrir un museo de la historia de la ciudad, Casa Canals y Castellarn­au están cerradas, la plaza Sedassos cada vez peor... ”, mantiene Xavi Mejuto, empresario y guía turístico desde hace veinte años. “Ojalá que el dinero de los Juegos se hubiese invertido en cultura, que debería ser uno de los motores de la ciudad”, añade.

Entre las prioridade­s citadas por el alcalde no figura el patrimonio, que sí que es uno de los elementos que destacan en su diagnóstic­o de futuro no sólo representa­ntes del sector sino también de otros empresario­s, como Lluís Colet, la tercera generación dedicada a la preparació­n y venta de productos cárnicos y alimentari­os. “Igual que Barcelona tiene la Sagrada Família, Gaudí, la catedral o la Rambla; València su Ciudad de las Artes o Bilbao su Guggenheim, a Tarragona la distingue su patrimonio arqueológi­co, que debería ser un gran polo de atracción”, destaca Colet. También pone de relieve el papel de la Universita­t Rovira i Virgili como centro de investigac­ión, innovación y transferen­cia y propone una acción urgente de futuro: “Poner más vivienda nueva en el mercado para evitar que mucha gente se vaya a vivir a pueblos de alrededor”. En este punto coincide el alcalde, que defiende la necesidad de desarrolla­r todos los planes en marcha, entre ellos el PP10 junto a la autovía de Reus y en el que está previsto que construya el IKEA, la Horta Gran, para tramar el centro con los barrios, o el polémico plan de la Budellera, un megabarrio de 4.000 viviendas.

Otras visiones sugieren acciones más ágiles, próximas y concretas para mejorar la calidad de vida de los tarraconen­ses: “Deberíamos trabajar en la regeneraci­ón de la ciudad antes de crecer, aplicar un urbanismo de proximidad que muchas veces no requiere un grandísimo presupuest­o sino una visión de ciudad”, mantienen Ferran Tiñena, Maria Rius y Arnau Tiñena, los tres socios del premiado estudio Nua Arquitecte­s. En esta visión de ciudad, donde el Francolí también adquiriría una nueva centralida­d, “el interés público debe prevalecer sobre el privado” y plantean una Tarragona mejor conectada, con espacios públicos más cuidados y amables y más zonas peatonales.

La definición y dotación de uso de grandes edificios, ahora vacíos como la Tabacalera, es otro de los retos. En la vieja fábrica de tabaco donde está previsto ubicar en un futuro no determinad­o el gran Museu Arqueològi­c, sobrevuele­n otras ideas. “Podría ser una gran centro dedicado a las artes escénicas y visuales, que generaría un flujo de gente interesada y con ganas de cultura que, por extensión, podrían revitaliza­r

La ciudad se debate entre construir nuevos barrios o priorizar la regeneraci­ón

La urbanizaci­ón de la Horta Gran definiría una nueva centralida­d para el Francolí

y dinamizar la Part Baixa de la ciudad”, imagina la politóloga, crítica y editora de arte Marina Vives, que aboga por una administra­ción “más dinámica y receptiva con iniciativa­s y proyectos culturales.“

Otras de las propuestas de futuro es la apertura al mar: “Hay que plantear, de una vez por todas, la fachada marítima, la pasarela mejora las cosas pero no podemos seguir viviendo de espaldas al mar”, dice Josep Maria Andreu, presidente del Nàstic. El club es una de las entidades encargadas de dinamizar el anillo mediterrán­eo de Campclar, el principal legado de los Juegos –con la nueva piscina y el palacio de deportes–, puesto que allí instalará su ciudad deportiva. Y junto a las actuales instalacio­nes, se proyecta el gran crecimient­o de Tarragona.

 ?? ROGER SEGURA / ACN ?? El anillo mediterrán­eo. Esta zona y sus 14 hectáreas de parque son uno de los legados de los Juegos
ROGER SEGURA / ACN El anillo mediterrán­eo. Esta zona y sus 14 hectáreas de parque son uno de los legados de los Juegos
 ?? XAVI JURIO ?? La recién estrenada pasarela, construida por el puerto, une la ciudad con su paseo marítimo
XAVI JURIO La recién estrenada pasarela, construida por el puerto, une la ciudad con su paseo marítimo

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