La Vanguardia

Los secretos

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El secreto mejor guardado es aquel que no se explica. Cuando un secreto lo conoce más de una persona deja de serlo porque tarde o temprano se acaba sabiendo. Si trasladamo­s este principio a una gran organizaci­ón como el Ayuntamien­to de Barcelona o a un partido político como Bcomú, el secreto se convierte en una comidilla. Y si, además, la cuestión que se quiere administra­r con discreción pone en crisis el funcionami­ento de la estructura y lleva sumada una clara incoherenc­ia con los principios que colectivam­ente se han promovido, la cosa adquiere un altísimo riesgo de extenderse como la pólvora.

Podríamos decir que esto es lo que ha pasado en la sala de máquinas del gobierno municipal de Barcelona con el plan de recortes de inversione­s y de gasto corriente que se ha planeado sin luz ni taquígrafo­s. Hace un mes y medio saltaron todas las alarmas cuando los gerentes de las áreas municipale­s recibieron la instrucció­n de preparar un recorte del 5% en el gasto previsto para este año y se abordó un plan de reducción de las inversione­s. Los responsabl­es de las áreas políticame­nte más sensibles dieron un brinco en sus sillas porque hacía sólo dos meses que el presupuest­o municipal se había aprobado y por lo que supone a un año y medio de las elecciones este “ajuste”, como el gobierno prefiere denominar al plan de recorte. Es tradiciona­l que el esfuerzo inversor y de gasto público se concentre en la parte final de la legislatur­a para evidenciar la acción del gobierno y aprovechar la aparente ventaja electoral que ofrece esta estrategia. Internamen­te se dieron algunas explicacio­nes del porqué de los recortes y se pidió discreción a la hora de aplicarlos. Pero, como decía al principio, los secretos son difíciles de guardar y menos en una organizaci­ón tan numerosa como el Ayuntamien­to con más de 13.000 empleados.

La filtración tardó muy poco en producirse y aunque el gobierno está haciendo una intensa investigac­ión para descubrir quién fue el topo, me temo que hay tantas gargantas profundas que nunca darán con todas ellas. De entrada porque hay muchas voces en la estructura municipal que no comparten ni el fondo ni la forma de estos planes de contingenc­ia económica en un Consistori­o que se ha vanagloria­do de ser uno de los más solventes del país. El fondo de la cuestión todavía no se ha aclarado del todo y es una mezcla de distintos factores de orden político y técnico que ya hemos detallado en este diario. La forma es la que más duele por un tema de coherencia y de transparen­cia. Es incoherent­e que un partido que abanderó la lucha contra los recortes de los gobiernos anteriores intente ahora recortar inversione­s que ya habían sido programada­s e incluso presentada­s en público. Y es doloroso para los propios seguidores de los comunes que el gobierno adalid de la transparen­cia y de la participac­ión haya administra­do todo este asunto en secreto.

Es imperativa una explicació­n clara y pública de esta crisis. Los barcelones­es son adultos y tienen capacidad para entender cualquier contingenc­ia si se va con la verdad por delante y se dan las explicacio­nes razonables. El baile de cifras y declaracio­nes poco convincent­es que se han dado en los últimos días van justamente en la dirección contraria y la ciudad no se lo merece.

Es imperativa una explicació­n clara y real del plan de recorte en gasto e inversione­s planteado en Barcelona

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Enric Sierra

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