Un cuento bien contado
Coreografía: Kader Belarbi Intérpretes: Natalia de Froberville, Ramiro Gómez Samón, Rouslan Savdenov. Ballet du Capitole de Toulouse
Lugar y fecha: Peralada (13/VII) Hace tiempo que el ballet romántico no estaba en Peralada más que fragmentariamente a través de las galas, y se ve que al público del festival le apetecía reencontrarse con uno de los grandes títulos del repertorio, ofrecido tal cual, entero y sin apenas margen para la libre reinterpretación. Solo hay que juzgarlo por cómo la noche del viernes fueron aplaudidas con ganas muchas de la variaciones, a destiempo incluso, adelantándose y sin dar tiempo a los intérpretes a concluirlas.
La obra gustó. Contra el aire monótono de tantas otras Giselles más o menos historicistas, en la del Ballet du Capitole de Toulouse se impuso la ligereza y frescura del coreógrafo Kader Belarbi: sencillez, elegancia y riqueza de detalles, para el tono juguetón de las variaciones del primer acto y la delicada sensibilidad del segundo. Pese a la juventud de los intérpretes, hubo momentos de gran calidad técnica. A nadie hubiera extrañado que el cubano Ramiro Gómez Samón levantara el vuelo en medio de un salto, cuando entusiasmó al respetable con sus vertiginosos entrechats. Y para los balletómanos, cabe destacar también su paso a dos con Natalia de Froberville, las variaciones de Rouslan Savdenov como el despechado Hilarión e incluso el cuerpo de baile en las esperadas variaciones de las Willis del bosque. Pero el buen sabor de boca general fue una cuestión de tono: Belarbi ha sabido envolver Giselle con su misma sonrisa cercana.
El coreógrafo francés se formó como bailarín en la Ópera de París (estuvo hace años en una gala de Peralada) y en 1989 Nuréyev lo elevó a étoile para el papel del Pájaro azul de La bella durmiente. Este 2018 lo ha homenajeado en Tolouse. De aquí viene esta Giselle, cuya principal virtud es una especie de gracia indefinible, resultado de la mezcla de delicadeza y entusiasmo de Belarbi. Predomina el respeto, pero hay montones de detalles juguetones de cosecha propia en este cuento bien contado, sencillo y sin alardes.