No olvidaremos a los croatas
Los balcánicos han sabido jugar con transiciones de balón, buen manejo, intensidad y verticalidad
El balón dividido. Ayer, durante muchos pero muchos minutos, vimos una selección de Croacia muy pero muy superior a Francia. Sólo tenemos que recurrir a las estadísticas al finalizar la primera mitad. En ella podíamos observar como Croacia había rematado siete veces a puerta y había marcado un gol, mientras que los franceses habían rematado una de penalti y habían marcado dos. Y esa superioridad se formalizó en la superioridad de los croatas en los balones divididos. La mayoría de los que se establecieron no sólo se los llevaban los croatas sino que además tenían algún compañero más que lo podía disputar. ¿Qué posibilita que seas tan superior en este lance del juego? Todos podríamos entender que el espíritu de sacrificio es el factor principal. Pero en el encuentro estaba el mejor jugador para los balones divididos, que se llama Kanté, que pertenece a la selección francesa y que pasó totalmente desapercibido. Por lo tanto, la actitud, siendo importante y necesaria, no es el primer factor. El primer factor sin duda es que el equipo esté ordenado para disputar con ventaja esos balones vividos. Y la mejor herramienta para generar este hábitat ideal es la posesión del esférico. Croacia, durante la primera mitad, supo hacerlo a las mil maravillas. Supo subir el esférico con transiciones rápidas pero muchas veces lo hizo hasta cierta altura con transiciones lentas. Transiciones que permitieron ir situando al equipo con la distancia adecuada entre todos sus miembros y entonces, ante cualquier pérdida del esférico, estaban preparados para la recuperación. Y este es el motivo por el cual un equipo mucho más desgastado por la disputa de tres prórrogas fue mucho más eficiente en su esfuerzo físico.
El error de ir a por el gol. La injusticia del marcador a la media mitad espoleó la mente de los croatas y ese factor emocional los confundió. Porque una cosa es ir a por el partido a través del juego y otra es hacerlo a través del gol. Porque hacerlo a través del juego te permite seguir funcionando como colectivo en todas las facetas del juego. Y te otorga la posibilidad de que tus acciones ofensivas mantengan tus capacidades defensivas. En cambio, el tratar de ganar los encuentros a través del gol acaba desordenando el equipo, alargándolo y permitiendo que cualquier robo del rival se convierta en un contragolpe mortal. Y eso es lo que ocurrió ayer. Croacia salió a disputar la segunda mitad con el subidón emocional de sentirse muy superior y de que perdía de manera injusta por un penalti discutible y un gol provocado por una falta inexistente. Creyó que lo que necesitaba era apretar un poco más el acelerador y eso era precisamente lo que no tenía que hacer. Cada vez creo menos en los factores emocionales puntuales por dos razones. Primero, porque cualquier profesional, si se siente protegido por la táctica de su equipo, siempre jugará en su máxima intensidad. Y segundo, porque esos factores emocionales cada vez necesitan de una dosis superior para que puedan impactar en la mente del jugador.
Siempre decimos que sólo se recuerda a los campeones. Pero la gran mayoría de nosotros jamás olvidaremos esta Croacia. Uno de los centros del campo más equilibrados, con Brocovic y los maestros Rakitic y Modric. Una selección que ha sabido jugar con transiciones de balón, con gusto del manejo del mismo, pero también con gran intensidad y con jugadas verticales. Ha sido una gozada verles jugar. Rakitic y Modric deben ser un ejemplo para todos por su compromiso, por su capacidad futbolística y también por su señorío.
Siempre decimos que sólo se recuerda al campeón, pero en la memoria deben quedar Rakitic y Modric