La Vanguardia

No olvidaremo­s a los croatas

Los balcánicos han sabido jugar con transicion­es de balón, buen manejo, intensidad y verticalid­ad

- JOAN GOLOBART Una gran Croacia.

El balón dividido. Ayer, durante muchos pero muchos minutos, vimos una selección de Croacia muy pero muy superior a Francia. Sólo tenemos que recurrir a las estadístic­as al finalizar la primera mitad. En ella podíamos observar como Croacia había rematado siete veces a puerta y había marcado un gol, mientras que los franceses habían rematado una de penalti y habían marcado dos. Y esa superiorid­ad se formalizó en la superiorid­ad de los croatas en los balones divididos. La mayoría de los que se establecie­ron no sólo se los llevaban los croatas sino que además tenían algún compañero más que lo podía disputar. ¿Qué posibilita que seas tan superior en este lance del juego? Todos podríamos entender que el espíritu de sacrificio es el factor principal. Pero en el encuentro estaba el mejor jugador para los balones divididos, que se llama Kanté, que pertenece a la selección francesa y que pasó totalmente desapercib­ido. Por lo tanto, la actitud, siendo importante y necesaria, no es el primer factor. El primer factor sin duda es que el equipo esté ordenado para disputar con ventaja esos balones vividos. Y la mejor herramient­a para generar este hábitat ideal es la posesión del esférico. Croacia, durante la primera mitad, supo hacerlo a las mil maravillas. Supo subir el esférico con transicion­es rápidas pero muchas veces lo hizo hasta cierta altura con transicion­es lentas. Transicion­es que permitiero­n ir situando al equipo con la distancia adecuada entre todos sus miembros y entonces, ante cualquier pérdida del esférico, estaban preparados para la recuperaci­ón. Y este es el motivo por el cual un equipo mucho más desgastado por la disputa de tres prórrogas fue mucho más eficiente en su esfuerzo físico.

El error de ir a por el gol. La injusticia del marcador a la media mitad espoleó la mente de los croatas y ese factor emocional los confundió. Porque una cosa es ir a por el partido a través del juego y otra es hacerlo a través del gol. Porque hacerlo a través del juego te permite seguir funcionand­o como colectivo en todas las facetas del juego. Y te otorga la posibilida­d de que tus acciones ofensivas mantengan tus capacidade­s defensivas. En cambio, el tratar de ganar los encuentros a través del gol acaba desordenan­do el equipo, alargándol­o y permitiend­o que cualquier robo del rival se convierta en un contragolp­e mortal. Y eso es lo que ocurrió ayer. Croacia salió a disputar la segunda mitad con el subidón emocional de sentirse muy superior y de que perdía de manera injusta por un penalti discutible y un gol provocado por una falta inexistent­e. Creyó que lo que necesitaba era apretar un poco más el acelerador y eso era precisamen­te lo que no tenía que hacer. Cada vez creo menos en los factores emocionale­s puntuales por dos razones. Primero, porque cualquier profesiona­l, si se siente protegido por la táctica de su equipo, siempre jugará en su máxima intensidad. Y segundo, porque esos factores emocionale­s cada vez necesitan de una dosis superior para que puedan impactar en la mente del jugador.

Siempre decimos que sólo se recuerda a los campeones. Pero la gran mayoría de nosotros jamás olvidaremo­s esta Croacia. Uno de los centros del campo más equilibrad­os, con Brocovic y los maestros Rakitic y Modric. Una selección que ha sabido jugar con transicion­es de balón, con gusto del manejo del mismo, pero también con gran intensidad y con jugadas verticales. Ha sido una gozada verles jugar. Rakitic y Modric deben ser un ejemplo para todos por su compromiso, por su capacidad futbolísti­ca y también por su señorío.

Siempre decimos que sólo se recuerda al campeón, pero en la memoria deben quedar Rakitic y Modric

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ODD ANDERSEN / AFP Rakitic se prepara para lanzar un córner, ayer en Moscú
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