El póker de ases del Mundial
Rusia, que despidió prematuramente a Messi y Ronaldo, entroniza a las cuatro mejores estrellas del torneo
Cristiano Ronaldo se fue de Rusia como el protagonista del chiste del engreído: “No hablemos más de mí. Hablemos de usted, ¿qué piensa de mí?”. Messi también se marchó de forma prematura y convencido de que se le escapaba la última oportunidad de callar a los apóstatas: “Sí, es muy bueno, pero nunca ganó un Mundial”.
La situación es radicalmente distinta para Kylian Mbappé, que ya es campeón del mundo con sólo 19 años. El francés fue elegido sin discusión el mejor jugador joven del torneo. Su velocidad y la facilidad con la que desbordaba a los defensas rivales será una de las imágenes que se quedarán grabadas en la mente de los aficionados. ¿Dónde están sus límites? De Mbappé se puede decir posiblemente lo mismo que se decía del supercampeón de los pesos pesados Jack Johnson: “Sólo él sabe lo bueno que es”. Cansado de responder a la misma pregunta (“¿ya eres un jugador maduro?”), sus compañeros saben cómo hacerle enfadar: “En realidad no tiene 19 años. Tiene 15”, le dicen entre risas.
Quien no estaba ayer para bromas era Luka Modric. Ni él ni el resto de los compañeros de la sorprendente selección de Croacia. Se dice que el segundo del Mundial es el primero de los derrotados, pero esta vez los jugadores balcánicos han roto el maleficio. Quizá tendrán que pasar muchos años para que se comprenda la magnitud de lo que han logrado. Un país de cuatro millones de habitantes, ¡subcampeón del mundo! Modric, que ya fue elegido mejor jugador del partido en tres ocasiones anteriores antes de llegar a la final, se proclamó con toda justicia mejor jugador del torneo. Triste consuelo para un futbolista que había declarado de forma contundente: “Si me asegurasen que ganamos el Mundial con la condición de que al día siguiente tengo que abandonar el fútbol, no tendría dudas”. Por suerte para él, cuando le entregaron el trofeo comenzó a llover copiosamente en Moscú. Todos sus momentos de desconsuelo, como los del replicante Roy Batty de Blade Runner, se perdieron “como lágrimas en la lluvia”.
La misma sensación agridulce de Modric es la que embarga a toda la selección belga, medalla de bronce y uno de los conjuntos revelación de Rusia, al igual que su técnico, el catalán Robert Martínez (un niño de Balaguer enamorado de un balón y que “nunca llegaba a casa con las rodillas heridas”, como recuerda su madre, Amor Montoliu). Cuando la FIFA elija el once ideal del Mundial, a buen seguro varios jugadores belgas ingresarán en el Olimpo. Como los reconocimientos de ayer se reducen únicamente a cuatro, de momento sólo uno ha sido recompensado: Thibaut Courtois. La sobriedad y el acierto del portero llamó la atención en una competición caracterizada por el mal papel de muchos guardametas; entre ellos, el español David de Gea, que ha estado irreconocible y muy desacertado. A la selección española le queda el premio de consolación, el trofeo al juego limpio, que se entrega al conjunto con menos tarjetas y faltas. La roja sucede así a la selección de Colombia del 2014 en Brasil.
El inglés Harry Kane ha tardado mucho más en tomar el relevo a un compatriota como máximo goleador del torneo. El máximo artillero del Mundial de México en 1986 fue Gary Lineker con seis goles, los mismos que han permitido obtener el galardón a Kane 32 años más tarde. Suya es la bota de oro de Rusia, aunque muchos discutirán si es oro de primera calidad porque anotó tres goles de penalti y no marcó en cuartos ni en semifinales. La bota de plata fue para el francés Griezmann, con cuatro goles y dos asistencias. Y la de bronce, para el belga Lukaku, con el mismo número de dianas y una asistencia menos.
La selección española recibe el trofeo al juego limpio como el equipo con menos tarjetas y faltas