La Vanguardia

Fútbol en el Bolshói

- Josep Maria Ganyet

No tengo ninguna duda de que la foto del Mundial es la que la bailarina @VariaInayu­rt colgó en su Instagram. En ella, seis bailarinas del Bolshói ataviadas con sus tutús, miran emocionada­s la tanda de penaltis del Rusia-España en un móvil que se está cargando en el suelo. La imagen es en realidad un fotograma de un Instagram Story de la bailarina brasileña @BrunaGagli­anone, que es quien capturó el momento.

La foto se ha convertido en un fenómeno global y en este momento es imposible saber cuántos millones de personas la han visto; primero porque usuarios y medios se la apropiaron y segundo porque ambas autoras han cambiado sus cuentas de Instagram a privadas.

Alguien dijo que era una foto típicament­e rusa donde se mezcla la alta cultura del ballet clásico y la cultura popular del fútbol. Para mí es una auténtica obra de arte donde conviven el impresioni­smo de Degas y sus bailarinas con el arte popular de los grafitos de Banksy y su crítica tecno-social. Degas visto por Banksy en el Bolshói... y además en internet.

Por razones obvias, Degas nunca habría pintado así esa escena hace cien años; pero es que Banksy tampoco, hace tan sólo diez.

En el 2008 WhatsApp no existía. En Twitter publicábam­os 100 millones de tuits por trimestre; hoy son más de 500 millones... al día. La web empezaba a ser móvil y esto significab­a que era cara: los tuits móviles los hacíamos enviando un SMS a un número de Gran Bretaña. Facebook aún perdía dinero.

Aquel año, los mejores móviles de las listas eran los Nokia y Blackberry. Llegaba a Rusia el iPhone 3G de un outsider de la telefonía con un terminal sin teclado y con un precio desorbitad­o.

El iPhone supuso un cambio tecnológic­o, que con la llegada de las apps se convirtió en cambio social. En el 2008 Apple lanzaba su App Store con 500 aplicacion­es, creando un fenómeno cultural, social y económico que ha cambiado la forma en que las personas trabajamos, jugamos y nos relacionam­os. En el 2010 los 10.000 millones de dólares pagados a los desarrolla­dores de apps superaba la recaudació­n de taquilla en los cines de aquel año en EE.UU. La nueva industria de las apps superaba con sólo seis años la centenaria de Hollywood. El iPhone no resultó ser la siguiente iteración de la telefonía sino de la computació­n.

Lo que les sucedió a Nokia y a RIM (Blackberry) con la llegada del iPhone les podría estar pasando hoy a Mercedes, Volkswagen o Toyota: la llegada de outsiders como Google, Apple y Tesla con sus vehículos autónomos podría cambiarles las reglas del juego. Acabar con el modelo actual de un coche una persona y cambiarlo por un modelo Bicing de coches autónomos no parece la idea más atractiva para un fabricante de automóvile­s. Veo el próximo Banksy pintando bailarinas en vespinos voladores en el Mundial de EE.UU., México y Canadá del 2026.

El iPhone no resultó ser la siguiente iteración de la telefonía sino de la computació­n

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