El nieto carioca de Núria
Felipe Perrone, brújula de España, ‘redebuta’ con ‘la roja’ en las Picornell
Uno es azul marino y el otro granate. En las carátulas, “Mercosul. República Federativa do Brasil” y “Unión Europea. España”. Son los dos pasaportes de Felipe Perrone (Río de Janeiro, 1986), que hace poco más de un mes, el 15 de junio, recibía la autorización definitiva de la FINA, la Federación Internacional de Natación, para poder competir oficialmente con España. Otra vez. El suyo es un caso paradigmático: el considerado uno de los mejores jugadores de waterpolo del mundo, el faro-guía del equipo de David Martín, ha cambiado tres veces de selección en quince años gracias a esa doble nacionalidad y, claro, a las leyes laxas de la FINA.
“Yo soy hispanobrasileño, siempre tuve la doble ciudadanía... gracias a mi abuela”, explica Perrone, que hoy disputa el segundo partido del Europeo, el primero serio, contra Francia (22 h). Su abuela, Núria, de Gironella (Berguedà, Barcelona), se exilió en Río de Janeiro durante la guerra civil española. Lo explica con orgullo Felipe, que estos días tiene que responder a menudo acerca de las razones para su tercer cambio de gorro, del brasileño, con el que disputó los Juegos de Río, al de España.
Según el goleador, que ya ha disputado con España 6 partidos de la Superfinal de la Liga Mundial en junio, 4 de los Juegos Mediterráneos y el inaugural del Europeo contra Malta (21-4), su decisión es tanto deportiva como sentimental. Si cambió España (con la que jugó del 2003 al 2013, hasta el Mundial de Barcelona) por Brasil (201416) fue para ayudar a popularizar el waterpolo en los Juegos de su ciudad. “Era algo que tenía que hacer en este momento; salió bastante bien”. Y si ahora ha decidido volver con España es por compromiso. “Tengo una identificación con este país. Mi hermano (Ricardo) y yo decidimos volver a casa con 15 años, vine a vivir y a jugar aquí, al CN Barcelona (2002). Si ahora he podido optar por jugar con España, me llena de ilusión por todos los retos que vienen. Sólo puedo agradecer a la Federación y a David que me hayan dado esta oportunidad. Ni un segundo dudé en volver a formar parte del grupo”, comentaba Felipe, que chapurrea el catalán con acento brasileño, está enamorado de Barcelona e incluso ha tenido un hijo catalán, Nikola, “nacido en el hospital del Mar”, muy cerca de su club, el Atlètic Barceloneta.
Para la selección española, el regreso de Perrone es una bendición, una inyección de talento y experiencia para un grupo necesitado de referentes, de un líder sólido. “Felipe es uno de los mejores del mundo; es un jugador con muchas tablas, debe ayudar a los jóvenes a jugar los minutos más complicados”, comenta su seleccionador, David Martín, que está construyendo un equipo joven, con elevadas expectativas, alrededor de la figura de Perrone.
Y Felipão acepta el reto. Como le ha sucedido en el Barceloneta, donde ejerce el liderato junto a Dani López Pinedo y Fran Fernández, compañeros también de selección. “Se ha juntado una generación muy prometedora, hay varios jugadores que vienen del Mundial júnior, jóvenes como Marc Larumbe y Alberto Munárriz, con 23 o 24 años, buenísimos, que no tienen que ponerse ningún tope. Llevamos una buena preparación para poder pelear por las medallas; estamos en el buen camino”, cuenta Perrone, que es uno de los cinco supervivientes de la última selección española que se colgó un metal, la plata mundial en Roma 2009, junto a Marc Minguell, Blai Mallarach, Pinedo y Martín –entonces aún jugador–.
Como dice su entrenador en el Barceloneta, Chus Martín –hermano del seleccionador–, “Felipe es la brújula que marca el rumbo de juego, el motor del equipo, la cabeza pensante, el que toma las decisiones en los momentos más difíciles”. En Sant Sebastià y en las Picornell.
EL COMPROMISO DE FELIPE
“Tengo una identificación con este país, vine a vivir aquí con 15 años; agradezco la oportunidad”