María Butina, la espía que llegó de Siberia
María Butina está acusada en EE.UU. de conspirar para obtener el apoyo de varios políticos a la causa rusa
Creció en los bosques de Siberia, siempre según su versión, donde su padre le enseñó a cazar lobos y osos. Caza mayor, así se forjó. María Butina, de 29 años, es una mujer de armas tomar. Literal, porque es una apasionada de todo aquello que dispare.
Su caso incluye una presunta espía pelirroja –ella–, sexo, pistolas y política, incluido el entorno del presidente Donald Trump, como la Organización Nacional del Rifle (NRA), al estilo de los thrillers de Hollywood. Pero esto sucede en la otra costa, cerca de un centro de poder como es la capital federal de Estados Unidos.
El fiscal pidió ayer mantenerla en prisión, después de que el domingo fuera detenida en Washington. Este miércoles le imputó ejercer como agente encubierta del Kremlin enviada para infiltrarse en el sistema político de EE.UU. Recientemente estuvo en contacto con un oficial de la inteligencia rusa como parte de una conspiración. Uno de sus encargos sería establecer un canal oculto para la comunicación entre Trump y Vladimir Putin.
Aunque se declaró inocente, la juez le denegó la libertad con fianza por el temor de huida.
Los investigadores sostienen que el trabajo de Butina está bajo el control de Alexandre Torshin, investigado en España por supuestos vínculos con la mafia. Este exsenador del partido de Putin y hoy vicegobernador del banco central de Rusia, mantiene estrechos lazos con los servicios de seguridad de su país. En la imputación también se indica que ella cuenta con un multimillonario ruso al que no se identifica y que se le nombra como el financiador.
“La cobertura de su campaña de influencia contaba con una gran planificación, coordinación internacional y preparación”, dijo el acusador.
Toda ella era una herramienta para la conspiración, añadió. Una de sus estrategias consistía en ofrecer favores sexuales para ablandar voluntades de personas bien situadas en organizaciones.
El asunto Butina, que ya despertó las alertas del FBI en el 2015, es un sumario independiente del que instruye el fiscal especial Robert Mueller respecto a la injerencia de Rusia a favor de la campaña de Trump en las elecciones del 2016 y en el que ha imputado a un total de 25 espías vinculados a Moscú.
Oficiales estadounidense alegaron que las actividades de esta
Detenida el domingo en Washington, Butina seguirá en prisión hasta que se celebre el juicio
mujer muestran la extensión y sofisticación del operativo ruso en territorio estadounidense.
Si en el núcleo de las pesquisas de Mueller se halla la cuestión de impactar en los ciudadanos, la misión de Butina se centró en influir sobre los políticos “para avanzar los intereses de Rusia”.
Una vez que creció, dejó Siberia y formó un grupo en defensa de la propiedad de armas. Esto le hizo estar muy activa, le abrió puertas y le permitió establecer amistades. Torshin cuenta con carnet de la NRA, organización que le facilitó la entrada en Estados Unidos –con visado de estudiante– e ir extendiendo su tentáculos. En la documentación se habla de un estratega republicano –identificado por los medios como Paul Erickson, miembro del NRA–, con quien mantuvo “una relación romántica” y que ayudó Butina a infiltrarse.
Contactó incluso con Scott Walker, gobernador de Wisconsin y uno de los republicanos que se postuló en las primarias republicanas del 2016.
En esa carrera electoral hay un momento trumpista. En el 2015, en un acto de Las Vegas en que se permitían preguntas, Butina cuestionó al candidato Trump sobre las “perjudiciales sanciones a Rusia” . Le respondió: “Conozco a Putin y no pienso que necesitemos sanciones”.