El Born aún esconde secretos
La campaña de excavaciones saca a la luz la casa Sanmartí, la vivienda de un comerciante de mulas, y más sobre la vida cotidiana en la zona
Aquí se alquilan mulas. Bueno, se alquilaban, pero la casa sigue ahí. El edificio de la familia Sanmartí pervive en el yacimiento del Born y es el centro de la tercera campaña de excavaciones en el lugar, que aún revela sus secretos, como qué comían los vecinos del barrio en el siglo XVIII o cómo era su vida cotidiana.
La campaña fue presentada ayer a pie de obra por sus máximos responsables. Es un programa que se inició en el 2015 y que se ha convertido en un campo de aprendizaje sobre cómo era y ha evolucionado la ciudad, pues lo que nos ha quedado, en palabras de Carme Miró, responsable del servicio de arqueología del Ayuntamiento de Barcelona, es una foto fija del siglo XVIII. La verdad es que hay mucho más, porque los trabajos ponen al descubierto restos que nos retrotraen hasta el siglo III, con vestigios romanos y árabes.
Esta vez el centro de los trabajos es la casa Sanmartí. Una de las características del yacimiento es que muestra un barrio muy cosmopolita, donde se entremezclan las residencias lujosas con las modestas viviendas de los pescadores. Este edificio no era de los mayores, podía tener unos 70 m2 de planta. Se sabe que perteneció a la familia de este nombre, que se dedicaba al alquiler de mulas. Allí vivía el cabeza de familia, con su esposa, sus dos hijos y un mozo. Debía tener uno o dos pisos de altura. En la parte baja había un recibidor y detrás, las cuadras.
La fachada principal da a la calle del Bornet, que debía ser impresionante para la época. Cuando se baja al yacimiento uno puede comprobar su magnificiencia, pues tenía 14 metros de anchura. En el suelo aún sobreviven los agujeros donde se ponían los pos- tes para los toldos, bajo los que las tiendas exponían sus mercancías. Frente a ella había una taberna, un poco más allá, dos caldereros y al final un cirujano; y a su lado, la casa Martorell y la vivienda del zapatero Miró.
Mucho de lo que sabemos sobre la zona es gracias a los archivos de los notarios y a la documentación histórica, pero de los Sanmartí no hay mucho. Se sabe que eran comerciantes y que tenían huertos en otras zonas de la periferia urbana. Tampoco de este edificio hay demasiado, pero es particular: sus cimientos no son medievales, como la mayoría, pero aquí no, son del XVII, cuando se produce una remodelación urbana en el lugar. Puede que tiraran la casa anterior y edificaran una nueva; no se sabe, es una de las incógnitas. También se conoce que al principio estaba unida a la vivienda adyacente, que en el XVI se segregó y que luego volvieron a tener estancias comunes.
En el lugar se han hallado restos de un abanico, cerámica, monedas de Felipe IV y una bala de cañón sin usar. En treinta años se cambió tres veces el pavimento, algo inusual. En la entrada esto es visible, y en este punto se atribuye a algún bombardeo durante los conflictos bélicos de la época.
Carme Miró dijo que “estamos desenterrando personas: los barceloneses que vivieron aquí y que nos suscitan más preguntas. Es un rompecabezas que es la historia de nuestra ciudad”. Hasta el 27 de julio, 18 estudiantes de arqueología intentarán desentrañar la incógnita de la casa Sanmartí.