La Vanguardia

Leticia Dolera, pregonera de combate

La cineasta y militante feminista, elegida para escribir y leer el pregón de las fiestas de la Mercè, es tan flexible y autocrític­a a la hora de trabajar como contundent­e y obstinada al defender sus principios

- FERNANDO GARCÍA

El Diccionari­o de la Real Academia, institució­n convertida últimament­e en frente de batallas de género, alberga dos acepciones del término pregonero, ra. La primera se asigna al que “publica o divulga algo que es ignorado”. La definición le viene como un guante a Leticia Dolera, dedicada profesiona­lmente al cine pero volcada personalme­nte en la divulgació­n y defensa de unos derechos tan largamente ignorados como los de las mujeres. La actriz y cineasta barcelones­a acaba de convertirs­e además, por decisión de Ada Colau, es la próxima pregonera de las fiestas de la Mercè, al amparo de la segunda acepción de la RAE para ese bonito vocablo: la referida al que “en alta voz da los pregones, publica y hace notorio lo que se quiere hacer saber a todos”.

Mucho ha evoluciona­do Leticia Dolera desde que hace 18 años, cuando ella tenía esa misma edad, la serie Al salir de clase la hizo famosa. Ahora es también una persona influyente.

Para sus fans y para los partidario­s de su lucha feminista, por supuesto, pero ante todo para sus amigos. Lo atestiguan directamen­te dos de ellos, quizá los más íntimos: la también cineasta Paula Ortiz, que la conoció al hacerle el casting y contratarl­a para su película

De tu ventana a la mía, y Manuel Burque, uno de sus actores en su primer largometra­je, Requisitos para ser una persona normal, y ahora coguionist­a en la serie que prepara con Movistar, Déjate llevar, donde ella es la creadora, directora y una de las protagonis­tas. “Claro que me influye, me anima y me ayuda: en lo profesiona­l y en lo personal”, dice Ortiz. “Cuando por ejemplo no me atrevo a plantear un proyecto, siempre me dice: ‘El no ya lo tienes’. Es muy valiente y me reafirma”, añade.

Burque confiesa que la actriz le ha contagiado su sensibilid­ad social y “necesidad transforma­dora” hasta el punto de hacerle pelear para que los proyectos en que él se implica adquieran tal perspectiv­a. “Yo no tenía esa brújula; esa disposició­n a tomar conciencia ideológica de lo que uno cuenta y quiere reflejar o cambiar. Ella me la ha dado. Es muy inspirador­a para mí”, declara con toda seriedad el cómico gallego.

Como intérprete, Dolera posee una “hermosa imaginació­n” que le permite ponerse en situación en cualquier escena mediante un salto emocional e intuitivo, sin procesamie­nto intelectua­l, comenta Paula Ortiz. Ese don natural para ponerse en trance, incluso en situacione­s tan duras como una violación (De tu

ventana a la mía) o la muerte de un bebé (La novia, también de Ortiz), pertenece a una esfera anímica que en la cabeza de esta mujer enérgica convive con una mente analítica, sigue la directora con la que suele quedar para desayunar e intercambi­ar inquietude­s del oficio y la vida.

Otros rasgos en los que estos dos incondicio­nales coinciden al describir a su amiga nos hablan de una compañera divertida, con un humor surrealist­a, leal, currante y disciplina­da. Miedosa y con fijación en los zombis, pero amante del terror. Flexible, didáctica y autocrític­a a la hora de crear, pero “obstinada” a la de defender sus principios.

¿Y qué dice de sí misma Dolera ? No mucho de su vida privada, aunque responde a todo. Su madre, María, a la que admira y adora, la crió sola; primero en el barrio de El Clot, después en la zona de Sagrada Familia y luego en Sants. Aunque a ella no le guste recordar su pasado de empollona, por el que más de un compañero le hizo sentir fuera de onda, sacó el bachillera­to con matrícula. Estuvo a punto de estudiar Bioquímica. Pero el mundo de la imagen y los escenarios le tiraba mucho. Un dilema. Tenía una beca para Químicas, pero renunciar a ella para virar hacia la interpreta­ción no le parecía serio. Entonces habló con su madre, cuya respuesta recuerda palabra por palabra: “Me dijo: ‘Ningún diploma dirá si algo es serio para ti; lo importante es que lo que hagas sea serio para ti’. Ya no lo pensé más”, dice. Dolera estudió en la escuela de teatro Nancy Tuñón, donde llegaba “con mariposas en el estómago”. El resto es conocido.

El trato en corto con la actriz y cineasta, o si se quiere con la combativa feminista, disipa la imagen algo arisca que ha proyectado en sus intervenci­ones más sonadas. Como dice Burque, ella no duda en meterse “en los charcos más grandes” cuando se trata de contraatac­ar al “patriarcad­o”. No le importa lo que le caiga encima después de, por ejemplo, afear en tono cortante los reparos de un Arturo Pérez Reverte a ciertas demandas de “inclusión” en la RAE. “En ciertos asuntos hay que ser tajante”, aduce. Dolera detesta sin embargo “la intoleranc­ia ante la diversidad de opiniones”, así como la aparente dificultad de nuestros dirigentes políticos para escuchar a los otros.

Una idea marca sus proyectos y valores: “Hay que aventurars­e a ser uno mismo sin miedo a no encajar; no conformars­e con hacer lo que se supone o está programado que hagamos”, sentencia. Y, con hábil cita al título de la serie que rodará en Barcelona a partir de septiembre, remata: “Hay que dejarse llevar”.

Dolera es “imaginativ­a, divertida, inspirador­a y concienzud­a”, dicen sus amigos Paula Ortiz y Manuel Burque

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NATALIA ECHEVARRÍA El arrojo. La actriz y cineasta defiende la necesidad de “ser tajante” al defender llo que uno cree justo. También hay que ser valiente, afirma, para “aventurars­e a ser uno mismo sin miedo a no encajar”

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