Un legado en disputa
La familia tenía que entregar 22, pero al final se negó a dar diez
El Ayuntamiento de Barcelona recupera doce cuadros más de la colección que Julio Muñoz Ramonet legó a la ciudad, entre ellos cuatro de valor artístico y económico, pero otras diez obras se han quedado en su sitio porque las hijas han puesto trabas para entregarlas tal como estaba pactado.
Nuevo capítulo en el culebrón de la herencia de Julio Muñoz Ramonet. Ayer, el Ayuntamiento recuperó doce cuadros más de la colección que legó a la ciudad, entre ellos cuatro de destacado valor artístico y económico, pero tenían que ser 22: diez se quedaron en su sitio porque las hijas aludieron a diversos problemas para no entregarlos tal como estaba pactado.
Desde el punto de vista artístico, seis de las obras proceden del fondo que Muñoz Ramonet se quedó al final de la Guerra Civil, el que fuera del empresario y mecenas Bosch i Catarineu. De entre ellos, cuatro tienen especial valor desde el aspecto pictórico, según explicaron las expertas de la Fundació. Uno es un anónimo que se sitúa entre 1510 y 1520 y llamado
Consagración de San Agustín. Hay otro anónimo de la escuela valenciana del siglo XV, de título
Madre de Dios orando. El tercero es un óleo sobre tela del pintor flamenco Ommegank, que vivió entre los siglos XVI y XVII, que es un paisaje en el que curiosamente aparecen figuras desnudas. El último de este apartado es un Retrat de dona del pintor catalán del XIX Antoni Caba, que durante años fue el retratista oficial de la burguesía catalana, que apreciaba su estilo sobrio y elegante y sobre todo su respeto por el modelo al que iba a plasmar en su cuadro.
Hay otros dos cuadros que también son de la colección Bosch i Catarineu: Retrato de un niño, anónimo de 1613; y Retrato de la marquesa de Muxica , de Winterhalter, del XIX. Hay cinco que posiblemente no son directamente de esta procedencia, pero si del repertorio de Muñoz Ramonet: un Niño Jesús con la Cruz, atribuido a Alonso Cano, del XVII; Retrato de una dama , de Barón Gérard, del XIX; Retrato de un caballero, atribuido a Reynolds, del XVIII; la pintura central de un tríptico del XV o XVII, anónimo; y un San Francisco atribuido a Schurt, del XVII. Por último, hay uno que seguro que encargó este polémico financiero: es un cuadro sobre su boda con Carmen Villalonga, realizado por Ernest Santasusagna. Se da la circunstancia de que el de Barón Gérard está dañado, presentando fisuras en la tela. Una vez comprobado el estado de las obras, fueron llevadas al MNAC, donde serán valoradas y quedarán en depósito hasta que se decida su destino final.
En este litigio del Ayuntamiento con las hijas de Julio Muñoz Ramonet nada es fácil, todo es ro- cambolesco. En total, se calcula que la colección supera las 370 piezas de arte, de las cuales más de 170 proceden del fondo Bosch i Catarineu. En junio pasado, el Consistorio consiguió que le devolvieran un Greco y un Goya de la colección, hallados en Alicante. En aquel momento, la Guardia Civil interceptó conversaciones entre miembros de la familia en las que discutían como ocultar el patrimonio a Barcelona y cómo esconder la colección para que no se pudiera llegar a ella, explicó ayer el letrado que representa al municipio, Eudald Vendrell.
Hace meses, el Ayuntamiento recibió una información anónima de que una parte estaba oculta en una finca familiar en Llavaneres. Las gestiones judiciales determinaron que era así y se hizo una relación de 22 cuadros. El juez, en marzo, dio un plazo de tres meses
Seis de las obras proceden del fondo Bosch i Catarineu y cuatro tienen notable valor artístico
a la familia para entregarlos. El 28 de junio se celebró una vista, donde los abogados del Ayuntamiento y de las hijas acordaron que esto se haría ayer, pero, claro, hubo sorpresas. Por un error humano, seis de estos lienzos no estaban en el acta que llevaba el secretario judicial, por lo cual el procurador de la familia (ni las hijas ni el letrado estaban en Llavaneres, pero dieron las órdenes por teléfono; allí solo había la guardesa y el citado procurador) no los dio. Y en otros cuatro se alegó que no casaban con los inventarios. De manera que sólo se trasladaron doce, lo que asegura un nuevo capítulo de este culebrón de la herencia de Muñoz Ramonet.