Castigo ejemplar
Alexandre Benalla es interrogado, bajo arresto, y afloran más actos irregulares
El Elíseo anuncia el despido de un guardaespaldas de Emmanuel Macron por golpear a manifestantes el Primero de Mayo, asumiendo tareas policiales que no le correspondían.
A Emmanuel Macron esta semana se le ha hecho demasiado larga. De repente, con medio país de vacaciones, el presidente francés se ha visto atrapado en el fango de un escándalo que podría complicarse aún más. Ayer, bajo una enorme presión política y mediática, el Elíseo anunció el despido de uno de los principales guardaespaldas de Macron, Alexandre Benalla, acusado de golpear a manifestantes, el pasado Primero de Mayo, asumiendo funciones policiales que no le correspondían.
Benalla fue ayer interrogado, bajo arresto, por los presuntos delitos cometidos, entre ellos el uso de la violencia en una manifestación pública, la usurpación de funciones, el uso ilegal de insignias reservadas a la autoridad pública y la apropiación ilegal de un vídeo de vigilancia. La existencia de ese vídeo policial –diferente de la grabación privada que desveló el diario Le Monde e hizo estallar el caso– es un hecho nuevo y precipitó el despido de Benalla. Tres responsables policiales fueron suspendidos por haber facilitado irregulamente a Benalla ese vídeo. El guardaespaldas pretendía usar la cinta en su defensa.
La situación para el Elíseo y para el propio Macron se había vuelto insostenible. La oposición habla de un escándalo de Estado y algunos piden la dimisión del ministro del Interior, Gérard Collomb, que la semana que viene dará explicaciones en el Senado. Hasta miembros del partido de Macron, La República en Marcha (LREM), están muy incómodos por la lenta y torpe reacción ante un caso de esta gravedad. Benalla fue sancionado en un principio con una suspensión de empleo y sueldo durante 15 días, pero inmediatamente asumió de nuevo un papel protagonista en la protección del presidente. Le Monde publicó ayer en portada una foto del pasado 14 de Julio, fiesta nacional, en la que se ve a Benalla, detrás de Macron, junto a otros guardaespaldas. El agente también intervino dos días después para controlar la llegada de la selección nacional de fútbol y su paso triunfal por los Campos Elíseos. En el aeropuerto Charles de Gaulle, cuanto aterrizaron los futbolistas, Benalla mostró su prepotencia y tuvo una discusión con un gendarme.
Existe mucha perplejidad en Francia al saber que un hombre muy próximo a Macron se comporta como un Rambo –así lo llaman algunos que lo han tratado– y se cree impune, hasta el punto de acudir a una manifestación que se anunciaba problemática, como “observador”
El agente era muy cercano al presidente y a su esposa, Brigitte, a quienes acompañó en viajes privados
del Elíseo, para luego, con un casco de antidisturbios y brazalete de la policía, maltratar a manifestantes y golpearlos con gran violencia. Junto a él había otro gendarme en la reserva, también como observador para el Elíseo, que fue asimismo interrogado. El palacio presidencial indicó que dejará de tener a ese individuo entre sus colaboradores.
Algunos políticos de la oposición, como Jean-Luc Mélenchon y Marine Le Pen, se han preguntado si existe una policía paralela, al servicio del Elíseo, lo cual sería muy preocupante. Lo cierto es que Benalla, desde que protegió a Macron durante la campaña electoral, estableció una relación muy cercana con el entonces candidato y con su esposa, Brigitte, hasta el punto de velar por su seguridad mientras han ido a esquiar o paseaban en bicicleta, en vacaciones privadas. Fue natural, pues, que lo acompañara al Elíseo tras la victoria electoral en mayo del 2017. El guardaespaldas vive en un apartamento propiedad del Estado y, según algunas fuentes, cobra un generoso sueldo de 10.000 euros mensuales. En el pasado, cuando Macron era candidato, llamó la atención la insistencia de Benalla en pedir permiso para portar armas. Tardaron en concedérselo, pero ahora sí lo posee.