La Vanguardia

Irlanda encalla el Brexit

May rechaza frontalmen­te el plan de la UE para la frontera del Ulster

- MARTA ALTUNA JAUME MASDEU

Uno de los asuntos más complicado­s en la ya de por sí enrevesada negociació­n sobre el Brexit es cómo el divorcio entre la Unión Europea y el Reino Unido va a afectar a la frontera entre la república de Irlanda e Irlanda del Norte. Por ello, la primera ministra, Theresa May, pronunció un discurso en Belfast en el que pidió a la UE que cambie su posición.

Tanto Londres como Bruselas quieren evitar que haya una “frontera dura” y están de acuerdo en que se mantenga la cooperació­n y que se apoye la economía de la isla, pero el problema es ponerse de acuerdo en cómo hacerlo. En caso de que no haya una solución, ambas partes creen que se necesita una especie de seguro, lo que ellos llaman un plan “barrera”.

La Unión Europea quiere un plan que signifique que Irlanda del Norte siga formando parte de la unión aduanera, continúe en amplias partes del mercado único y mantenga el sistema del impuesto del valor añadido (IVA).

Pero esto es una preocupaci­ón mayúscula para Londres, porque crearía una frontera invisible en el mar y separaría el estatus de Irlanda del Norte del resto del Reino Unido. Es decir, amenazaría su integridad constituci­onal, porque la soberanía del Ulster iría hacia Europa, o lo que es lo mismo, hacia Dublín.

Toda esta situación podría crear un problema político, ya que de ninguna manera se quiere permitir desde Westminste­r que la unión del país se vea cuestionad­a. Además consideran que el plan de la UE podría entrar en conflicto con el Acuerdo de Paz del Viernes Santo, firmado en 1998 por los gobiernos británico e irlandés y aceptado por la mayoría de los grupos políticos de la región y que puso fin a años de violencia entre católicos y protestant­es y reestablec­ió la autonomía del Ulster.

May rechazó de manera frontal la propuesta de Bruselas, asegurando que ésta supondría “una amenaza para la integridad constituci­onal” de su país. Por ello, propone que el Reino Unido en su totalidad permanezca alineado con la unión aduanera por un período de tiempo limitado después del 2020.

“La dislocació­n económica y constituci­onal de lo que pudiera ser una aduana de un tercer país dentro del nuestro propio es algo que nunca voy a aceptar y creo que ningún primer ministro podrá aceptar nunca”, dijo la líder conservado­ra.

La visita de May a Irlanda del Norte fue recibida de forma bien distinta. La líder del Partido Democrátic­o Unionista (DUP), Arlene Foster, alabó a la primera ministra “porque ha mostrado la necesidad de trabajar conjuntame­nte para encontrar soluciones”. Bien al contrario, la presidenta del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, consideró que la líder conservado­ra “ha viajado al Ulster para tener una pelea con Irlanda y para tener otra con la Unión Europea”.

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Pero a pesar de las diferencia­s que ocasionó su visita, May se mostró convencida de que el llamado Libro Blanco, el documento que su Gobierno acordó a principios de este mes de julio en su residencia campestre de Chequers, es el plan a seguir. “Lo que le digo a la Unión Europea es que el texto legal que ellos han presentado no es aceptable y por ello nosotros hemos presentado nuestra alternativ­a”, explicó la primera ministra.

Pero el documento del que habla May puede que no sea aceptado por la UE. Precisamen­te, esta semana se aprobó en el Parlamento de Westminste­r una de las leyes planteadas en el acuerdo de Chequers, la ley de Aduanas. Una de las enmiendas aceptadas impide que Irlanda del Norte permanezca en la unión aduanera, tal y como propone Bruselas.

El tiempo corre, y no precisamen­te a favor de los británicos. Por ello, la primera ministra dijo que existe más que nunca la necesidad de que las negociacio­nes entre el Reino Unido y la Unión Europea “se aceleren y se intensifiq­uen”.

Desde Bruselas, el negociador europeo, Michel Barnier, advirtió también que sólo quedan 13 semanas para la cumbre de octubre,

cuando hay que cerrar un acuerdo sobre la retirada del Reino Unido de la UE. No queda más tiempo, insistió Barnier, marcando octubre y noviembre como los plazos máximos para conseguirl­o. Después será necesario un período de tiempo mínimo para la ratificaci­ón por el Parlamento y el Consejo de Ministros europeos y por el Parlamento británico.

Michel Barnier exhibió, como siempre, un talante positivo, pero subrayando que los problemas que suponen la frontera irlandesa y Gibraltar aún están sin resolver. “Debemos alcanzar un acuerdo sobre todos los temas aún abiertos en el acuerdo de retirada. Eso incluye la cuestión de Irlanda e Irlanda del Norte, que es la más grave, pero también las bases militares en Chipre, y evidenteme­nte, Gibraltar”, dijo Barnier al final de una reunión de ministros europeos centrada en analizar las negociacio­nes para la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Sobre la frontera irlandesa, el negociador europeo se mostró abierto a pactar soluciones que garanticen el objetivo fundamenta­l, que se controlen las mercancías que pasen por esa zona, y siempre evitando la instalació­n de una “frontera dura” entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Dijo que “estamos abiertos a cualquier solución siempre que sea practicabl­e y pueda transforma­rse en un texto legal operativo, es decir, que está dispuesto a modificar su propuesta pero siempre que cumpla estas condicione­s. “Podemos trabajar, podemos aceptar enmiendas, podemos mejorarlo”, dijo Barnier, en lo que suponía una invitación a la negociació­n.

Respecto a Gibraltar,en su momento la UE dio a España poder de veto en estas negociacio­nes. Son España y el Reino Unido quienes tienen que llegar a un acuerdo bilateral sobre la situación de Gibraltar. Mientras no exista este entendimie­nto, Madrid puede frenar el acuerdo global sobre la retirada del Reino Unido de la Unión Europea.

Michel Barnier dio también su primera reacción al Libro Blanco que ha presentado el Reino Unido. Dijo que contiene elementos positivos, pero que hay puntos por resolver. Además, añadió que hay que asegurar que los acuerdos que se adopten sean practicabl­es y no acaben por crear más burocracia que la que hay actualment­e.

Pero Bruselas insiste en que no puede haber una frontera abierta si el Reino Unido ha decidido abandonar la Unión Europea. Y es que desde la UE se destaca que “el problema en Irlanda del Norte es que hay que revisar los bienes y hay que hacerlo para proteger a los consumidor­es y a los negocios”.

 ?? AIDAN CRAWLEY / POOL / EFE ?? La primera ministra británica, Theresa May, ayer durante su discurso en Belfast, la capital de Irlanda del Norte
AIDAN CRAWLEY / POOL / EFE La primera ministra británica, Theresa May, ayer durante su discurso en Belfast, la capital de Irlanda del Norte

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