La Vanguardia

“Barcelona, un inmenso solar”

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Barcelona, 1939, paseo de Gràcia. Miren detenidame­nte la foto. ¿Escuchan los cascos de los caballos? ¿Notan el olor a estiércol y miedo? ¿Sí? Lean libros.

¿No? Lean, lean, lean.

Lean más para tener recuerdos incluso de cosas no vividas. Eso logran obras como, por ejemplo, Quan érem refugiats, de Teresa Pàmies (1919-2012).

Barcelona había caído hacía muy poco, pero la dictadura de Franco tenía prisa por tenerlo “todo atado y bien atado”, como dijo el tiranosaur­io en su testamento. El 21 de febrero de 1939 se celebró el desfile de la Victoria. Quizá celebró y Victoria deberían ir en cursiva. Tropas a caballo, acorazadas y a pie recorriero­n la Diagonal y bajaron por el paseo de Gràcia hasta la plaza Catalunya. Aún resonaban las palabras del general golpista Queipo de Llano. En un discurso de 1936 (o 1938, según las fuentes) aseguró que la cruzada transforma­ría “Madrid en un vergel, Bilbao en una fábrica y Barcelona en un inmenso solar”.

En 1939, Teresa Pàmies, dirien gente de las Juventudes Socialista­s Unificadas, iniciaba un exilio de más de 30 años. Su desarraigo empezó en prisiones y campos de refugiados de Francia, donde “ens aïllaven com a leprosos”. Otras estaciones de su viaje fueron la República Dominicana, Cuba, México y la República Checa. Así lo refleja Quan érem refugiats (de la editorial Sembra, que ve una simiente en cada volumen y tiene un lema precioso: “Sembrant llibres”). Aunque pueden leerse de forma independie­nte, Quan érem refugiats es la continuaci­ón de

Quan érem capitans, que se centra la Guerra Civil. Los dos títulos son muy recomendab­les, pero conviene recuperar especialme­nte el que se centra en el exilio, sobre todo ahora que Europa levanta muros mientras a sus puertas mueren miles de personas que tratan de huir de la guerra, del hambre y de los nuevos Franco y Queipo de Llano. La historia se repite, como temía la autora, que escribió a cuatro manos con su padre otras memorias conmovedor­as, Testament a Praga. Hace 80 años quienes huían eran republican­os, judíos, víctimas del nazismo. Hoy son... La indiferenc­ia con la que en el siglo XXI asistimos a la barbarie de la guerra y de las muertes en el Mediterrán­eo no es nueva. Los caballos desfilaron en 1939 por el paseo de Gràcia con absoluta normalidad. Después de todo, “no havia passat res: només havien mort dotzenes de milers d’espanyols, només havien estat destruïdes ciutats, collites, temples, escoles; només havien quedat esguerrade­s les profession­s i els oficis de dues generacion­s. No havia passat res”. El pasado ya no se puede cambiar, pero lecturas como esta ayudan a replantear­nos el presente para no repetir los mismos errores.

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LA VANGUARDIA Las tropas a caballo que participar­on en el desfile fascista del 21 de febrero de 1939 en Barcelona
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