La Vanguardia

Àlex Sánchez

Estudiante­s del instituto Montilivi de Girona diseñan un sistema que da más autonomía a un joven con parálisis cerebral

- BÀRBARA JULBE

ALUMNO DEL INSTITUT MONTILIVI

Cuatro estudiante­s del Institut Montilivi de Girona han diseñado un sistema de sensores para sillas de ruedas que ayuda a las personas discapacit­adas a detectar obstáculos. Su primer usuario es un joven ciego con parálisis cerebral.

Arnau Estanyol practica eslalon, monta a caballo, va a la piscina, se tira en tirolina y está en un grupo de teatro. La parálisis cerebral y la ceguera total que tiene este joven, de 19 años, no le impiden hacer nada de esto. Sin embargo, cuando quiere dirigirse al aula de informátic­a a escribir en ordenador o al baño, por citar algún ejemplo, su autonomía se ve mermada porque necesita algún educador o familiar que le acompañe con su silla de ruedas para sortear los obstáculos con los que se encuentra en el camino.

Pero las cosas han cambiado desde que cuatro estudiante­s del instituto Montilivi de Girona idearon para él un sistema, inspirado en la aplicación que tienen muchos vehículos que facilitan el aparcamien­to, que le avisa cuando tiene cerca algún obstáculo. Se trata de cuatro sensores, colocados en diferentes partes de la silla, que emiten un aviso a través de unos altavoces. El tono es más grave si aparece por la derecha y más agudo si lo hace por la izquierda. En función de la proximidad la alerta se repite con más o menos frecuencia.

“Es un gran paso adelante porque no hay que estar vigilándol­o continuame­nte cada vez que quiere moverse con la silla. Está muy contento y se ha vuelto más abierto”, describe Cloti Montgrí, madre de Arnau.

De momento, utiliza el nuevo sistema de reconocimi­ento de obstáculos en el centro de educación especial CEE Palau, adonde acude durante el día y donde pasa más horas. Controla la silla por medio de una palanca y con la mano derecha, que es la que tiene movilidad. En casa, la probará este agosto y próximamen­te en el parque o la calle. “Es el principio de una mejora de su calidad de vida”, asegura Cloti.

Àlex Sánchez, Pau Ruscalleda, Enric Isart y Xavier Llopart son los autores de este proyecto, que desarrolla­ron durante el último curso de ciclo superior de Mantenimie­nto Electrónic­o y que vio la luz a finales de junio. “Le facilita la visibilida­d que él no tiene. De no querer subir nunca a la silla ha pasado a quererlo prácticame­nte cada día; ya es una mejora”, comenta Enric.

Entre las principale­s dificultad­es con las que se encontraro­n, destaca que no había precedente alguno de sistemas similares aplicados en sillas de ruedas. “Tuvimos que empezar de cero. Estábamos limitados a la hora de decidir dónde colocábamo­s los sensores, la placa de control... Tener en cuenta la seguridad de Arnau y no dañar la silla era la prioridad”, señala Xavier.

Este es un proyecto con alma. “Hemos podido ayudar a una persona, esto no tiene precio”, añade Àlex Sánchez. Y además, rentable. Así lo aseguran otras cuatro estudiante­s del ciclo superior de Administra­ción y Finanzas, Mireia Giol, Emma Malet, Irene Vilar y Alexandra Tudor. Ellas han elaborado un plan empresaria­l como trabajo final de ciclo que hace viable la comerciali­zación de este sistema a través de la empresa Rolling for me.

Las alumnas calculan que necesitan aportar 3.000 euros entre los socios, y conseguir un crédito de 25.000 euros, para sacar adelante la empresa. “Es una idea solidaria y viable. El objetivo es encontrar ahora inversores. Nosotros no tenemos sillas de ruedas nuevas, sino que personaliz­amos las de los clientes”, aclara Emma. En España precisamen­te no hay empresas en el mercado que se dediquen a ello.

Tanto los sensores, como el sistema de control y los altavoces han sido construido­s con una impresora 3D, lo que ha supuesto un coste mínimo. Se calcula que incorporar este sistema a una silla de ruedas

El invento se basa en equipar la silla con sensores; los alumnos buscan capital para comerciali­zarlo

rondaría los 200 euros, indican los alumnos. Pero la idea no ha hecho más que empezar. “Queremos que los sensores lean códigos QR en el suelo e informen de la posición donde se encuentra la silla o que obedezcan órdenes, siguiendo unas líneas en el suelo, y la silla vaya en una dirección concreta”, apuntan los estudiante­s.

Según comenta el coordinado­r del programa Innova FP del instituto, Narcís Falgueras, “hemos hecho un prototipo porque como centro no podemos elaborar productos. Nos gustaría que empresas que se dedican a estas sillas o a la ortopedia vean en ello una posibilida­d de hacer un producto”. Falgueras añade que “es más que un proyecto real porque ha permitido ayudar a un chico”.

Un chico que ha dado nombre a la iniciativa: proyecto Arnau. La complicida­d que se ha generado entre los estudiante­s y Arnau salta a la vista. Tanto es así que cuando le entregaron la silla Arnau se encontró, tal como él les había pedido, que también podía escuchar música enchufando el móvil en un conector de la silla. Una forma de tener a los Txarango más cerca. Le encanta escuchar música y este grupo de Sant Joan de les Abadesses es su preferido. Y la canción Quan tot s’enlaira, su predilecta.

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PERE DURAN / NORD MEDIA El joven que usa este sistema, de 19 años, tiene parálisis cerebral y ceguera total

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