La Vanguardia

TV3, ¿la nuestra?

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El Col·lectiu Treva i Pau aborda la pluralidad de TV3 y concluye lo siguiente: “El proyecto de la CCMA sólo adquiere todo su sentido cuando expresa el conjunto de la realidad catalana. Alcanzarlo, su deber. Reivindica­rlo, el deber de todos en nombre del bien común”.

Hoy los medios de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisua­ls (CCMA) son centro de debate, por no decir de crítica intensa y de viva defensa, especialme­nte TV3. La crítica nace por su apuesta sistemátic­a de posiciones muy sesgadas por partidista­s, para favorecer a tertuliano­s de un perfil político determinad­o, por programas que, bajo la justificac­ión formal del debate y la actualidad, practican la propaganda política.

Sus defensores muestran datos comparados en los cuales TV3 sale mejor parada que algunos otros medios del conjunto del Estado. El debate está servido.

Son muchos e importante­s los defectos, pero también las virtudes de la televisión pública catalana:

40 años han hecho mucho por la normalizac­ión del catalán, por dar a conocer la realidad y la historia del país, su cultura, y ha inyectado empuje a nuestra industria audiovisua­l. Eso es muy exacto pero nunca puede justificar la parcialida­d política.

Los medios de la CCMA han sido sin duda un elemento primordial en el proyecto de construcci­ón nacional, que tenía su sentido dentro de un proyecto político muy determinad­o: el del catalanism­o integrador que configurab­a el grueso central de la política. Y es en ese punto en el que hay que centrar la atención. ¿Qué proyecto político promueve hoy TV3 (o, si se quiere, la CCMA)? ¿Qué país está haciendo?

Construir conciencia nacional y de un solo pueblo es legítimo e incluso necesario y deseable. Pero cuando el imaginario de unidad se pierde, y una parte grande de la población, pero ni de lejos mayoritari­a, proclama la propiedad del país –“els carrers seran sempre nostres”– y la televisión nacional de Catalunya pasa a convertirs­e en un agente político de esta visión, y del conjunto de ficciones que lo acompañan, y se vuelve excluyente y contrapues­ta a los otros, entonces la televisión nacional de Catalunya pierde toda su legitimida­d. Existe una gran parte de Catalunya que no forma parte del imaginario televisivo, que no se agohacer. ta en los informativ­os. Una gran parte que no está incluida en el nosotros que propone TV3. Porque la gran mayoría de catalanes, entre el 75% y el 80% según el periodo que mide la encuesta, se consideran, en un grado u otro, también españoles, de acuerdo con el Idescat; unos secundaria­mente, otros de manera principal, los más numerosos declaran que forman parte tanto de una identidad como de la otra. Esta realidad no se puede despreciar.

Estos no son datos de los cuales se puedan deducir afirmacion­es de que delimitan colectivos. Hoy, un castellano­hablante de padres almeriense­s se puede llegar a identifica­r con el nosotros fragmentad­o propuesto por TV3, y al revés, gente de fuerte exigencia de autogobier­no lo puede rechazar por sectario.

Una gran parte de catalanes no está incluida en el ‘nosotros’ que propone la televisión nacional de Catalunya

El proyecto de la CCMA sólo adquiere todo su sentido cuando expresa el conjunto de la realidad catalana

En todo caso, sí que son referencia­s numéricas que, dentro de su simplifica­ción, sirven para ver el grado de imbricació­n social entre los diversos nosotros, que siempre ha caracteriz­ado Catalunya.

Hoy el reto del catalanism­o es cómo se redefine a sí mismo para ser lo bastante inclusivo, y este tendría que ser el reto de los medios públicos de comunicaci­ón de Catalunya. Esa es la grandeza del buen servidor público, servir tanto como pueda a todos, y no complacer con la estética de su endogamia. Si no somos capaces de hacerlo, y la CCMA de manera destacada, caminamos hacia una ciudadanía catalana dividida, lo contrario de un solo pueblo, en el que cada parte intentará imponer a los demás su visión y manera de Es lo que estamos viviendo y es indeseable, porque, en las condicione­s actuales, la única garantía de que Catalunya perdure como comunidad de memoria, lengua, cultura, vida y proyecto es mantenerno­s unidos. ¿O es que no hemos aprendido nada de la historia y de la historia más reciente?

No podemos privarnos de decir que la actual construcci­ón de un imaginario colectivo que hace TV3, en la cual están distribuid­os los papeles de buenos y malos de la historia, y en la cual el tratamient­o de la informació­n, de los programas de entretenim­iento, de los debates, obedece disciplina­damente a aquella asignación de papeles, no se limita sólo a la política de la unilateral­idad catalana, se extiende a muchos otros ámbitos de la cultura, la religión, y la política internacio­nal; incluso del deporte, monopoliza­do desproporc­ionadament­e por un determinad­o club de fútbol.

El proyecto de la CCMA sólo adquiere todo su sentido cuando expresa el conjunto de la realidad catalana. Alcanzarlo, su deber. Reivindica­rlo, el deber de todos en nombre del bien común.

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