Gritos por encargo
“Hacía tiempo que no gritaba tanto”. Los gritos, por encargo, tenían como objetivo presionar a las diferentes familias del PDECat para que cerraran la lista de supuesta unidad tras la defenestración de Marta Pascal. Albert Batet, Marta Madrenas y Francesc Sánchez eran los “mediadores” de Carles Puigdemont y la propia Pascal para que el denominado pacto de Lledoners se consumara, pero entre convergentes dos y dos no son cuatro ni se gana por diez a cero. De nuevo tuvieron que producirse varias llamadas de Puigdemont para desencallar la batalla por el poder, el que pueda quedarle al PDECat y quién sabe hasta cuándo.
El expresident ve el partido como un instrumento que gestiona derechos electorales y económicos, con arraigo en el territorio y manos para trabajar por la república; pero la concepción de Josep Rull, Jordi Turull y los suyos es diferente. Ellos han crecido al albur de las estructuras de Convergència y batallaron por controlar el PDECat hace dos años. Así que aunque el futuro del partido sea una incógnita en su tránsito hacia la Crida de Puigdemont, creen que controlar la ejecutiva es tener poder. Una tesis que choca con la realidad cuando acabas de echar a la coordinadora general a la cuneta pero los genes convergentes son resistentes.
Si los “espejos” de Rull y Turull –Damià Calvet y Miquel Buch– no podían estar en la dirección las cuotas debían reordenarse. Así que la disputa acabó a media mañana con Puigdemont hablando con Bonvehí para fijar los límites del nuevo escenario: “David, tú eres mi presidente y tienes toda mi confianza”. Bonvehí reivindicó la autoridad del cargo y poder hacer un equipo para trabajar con comodidad. Puigdemont le pidió generosidad . Con esa premisa, el candidato a presidente se encerró solo en una sala y salió con una lista: una ejecutiva de 28 nombres planos, como buscaba Puigdemont, que conjuga el equipo de Pascal, con miembros de todas las sensibilidades del partido. Por el camino hubo tiras y aflojas y vetos a nombres como los de Miquel Ángel Escobar o Josep Lluís Cleries. Lo que desprende el conjunto es un perfil político bajo, sin grandes aspiraciones, más enfocado como “gestora” que como dirección estratégica e ideológica, y que recibió un importante voto de castigo.
Bonvehí digirió el resultado con franqueza: “Hay cosas que no las hemos hecho bien”, aunque un exconseller víctima de la deriva política del proceso acertaba más con el diagnóstico: “Hay cosas que no se pueden hacer, pero nos damos cuenta tarde”. Para Xavier Trias, el PDECat ha dejado de ser un partido “señor”; y para Mas, antes se era más polite, aunque el resultado siempre fuera fruto de un pacto en los despachos.
La asamblea dibuja escenarios. De pasado: Marta Pascal acompañada por Artur Mas, que defendió a la anterior ejecutiva: “No fueron obedientes, pero fueron leales al Govern, a Puigdemont y a Catalunya”. De presente: David Bonvehí y Míriam Nogueras recibiendo a Quim Torra con Batet, Calvet y Buch. Y de futuro: “La próxima vez que nos tengamos que reunir lo haremos con miles de personas, en la Crida y en libertad”, dijo Puigdemont en un vídeo grabado minutos antes de la clausura.
“El mandato claro” que reivindica el expresident de transitar hacia un movimiento político de unidad soberanista también deja incógnitas inmediatas. Los exconsellers Rull, Turull, Forn y Puig liderarán la comisión que gestionará la confluencia con la Crida, pero podrían delegar en sus “espejos”, lo que supone un reparto de poder paralelo. Se ha acordado mantener la estructura del PDECat en el Congreso, pero la vicepresidencia de Miriam Nogueras no es un florero sino una amenaza para Jordi Xuclà y Carles Campuzano. No se buscará un relevo inmediato pero si Torra ya comunicó a Pedro Sánchez que la interlocución entre presidentes no pasaba por el PDECat en el Congreso, ahora también se vehiculará la relación con el PSOE por los fieles a Puigdemont. “Cuando llegue ese río, cruzaremos ese puente”, sonreía uno de los hombres del expresident.
Nada está previsto –ayer ni siquiera cerrar la asamblea con Els Segadors– pero la foto de de Winston Churchill que el president Torra llevaba en la americana no auguraba para el PDECat más que “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”. Y la evidencia de que a diferencia de la guerra, en política te pueden matar muchas veces.
“Tú eres mi presidente y tienes toda mi confianza”, trasladó el expresident a Bonvehí camino de la Crida
Puigdemont también quiere el control del PDECat en el Congreso: Nogueras no será un florero