La Vanguardia

Gritos por encargo

- Isabel Garcia Pagan

“Hacía tiempo que no gritaba tanto”. Los gritos, por encargo, tenían como objetivo presionar a las diferentes familias del PDECat para que cerraran la lista de supuesta unidad tras la defenestra­ción de Marta Pascal. Albert Batet, Marta Madrenas y Francesc Sánchez eran los “mediadores” de Carles Puigdemont y la propia Pascal para que el denominado pacto de Lledoners se consumara, pero entre convergent­es dos y dos no son cuatro ni se gana por diez a cero. De nuevo tuvieron que producirse varias llamadas de Puigdemont para desencalla­r la batalla por el poder, el que pueda quedarle al PDECat y quién sabe hasta cuándo.

El expresiden­t ve el partido como un instrument­o que gestiona derechos electorale­s y económicos, con arraigo en el territorio y manos para trabajar por la república; pero la concepción de Josep Rull, Jordi Turull y los suyos es diferente. Ellos han crecido al albur de las estructura­s de Convergènc­ia y batallaron por controlar el PDECat hace dos años. Así que aunque el futuro del partido sea una incógnita en su tránsito hacia la Crida de Puigdemont, creen que controlar la ejecutiva es tener poder. Una tesis que choca con la realidad cuando acabas de echar a la coordinado­ra general a la cuneta pero los genes convergent­es son resistente­s.

Si los “espejos” de Rull y Turull –Damià Calvet y Miquel Buch– no podían estar en la dirección las cuotas debían reordenars­e. Así que la disputa acabó a media mañana con Puigdemont hablando con Bonvehí para fijar los límites del nuevo escenario: “David, tú eres mi presidente y tienes toda mi confianza”. Bonvehí reivindicó la autoridad del cargo y poder hacer un equipo para trabajar con comodidad. Puigdemont le pidió generosida­d . Con esa premisa, el candidato a presidente se encerró solo en una sala y salió con una lista: una ejecutiva de 28 nombres planos, como buscaba Puigdemont, que conjuga el equipo de Pascal, con miembros de todas las sensibilid­ades del partido. Por el camino hubo tiras y aflojas y vetos a nombres como los de Miquel Ángel Escobar o Josep Lluís Cleries. Lo que desprende el conjunto es un perfil político bajo, sin grandes aspiracion­es, más enfocado como “gestora” que como dirección estratégic­a e ideológica, y que recibió un importante voto de castigo.

Bonvehí digirió el resultado con franqueza: “Hay cosas que no las hemos hecho bien”, aunque un exconselle­r víctima de la deriva política del proceso acertaba más con el diagnóstic­o: “Hay cosas que no se pueden hacer, pero nos damos cuenta tarde”. Para Xavier Trias, el PDECat ha dejado de ser un partido “señor”; y para Mas, antes se era más polite, aunque el resultado siempre fuera fruto de un pacto en los despachos.

La asamblea dibuja escenarios. De pasado: Marta Pascal acompañada por Artur Mas, que defendió a la anterior ejecutiva: “No fueron obedientes, pero fueron leales al Govern, a Puigdemont y a Catalunya”. De presente: David Bonvehí y Míriam Nogueras recibiendo a Quim Torra con Batet, Calvet y Buch. Y de futuro: “La próxima vez que nos tengamos que reunir lo haremos con miles de personas, en la Crida y en libertad”, dijo Puigdemont en un vídeo grabado minutos antes de la clausura.

“El mandato claro” que reivindica el expresiden­t de transitar hacia un movimiento político de unidad soberanist­a también deja incógnitas inmediatas. Los exconselle­rs Rull, Turull, Forn y Puig liderarán la comisión que gestionará la confluenci­a con la Crida, pero podrían delegar en sus “espejos”, lo que supone un reparto de poder paralelo. Se ha acordado mantener la estructura del PDECat en el Congreso, pero la vicepresid­encia de Miriam Nogueras no es un florero sino una amenaza para Jordi Xuclà y Carles Campuzano. No se buscará un relevo inmediato pero si Torra ya comunicó a Pedro Sánchez que la interlocuc­ión entre presidente­s no pasaba por el PDECat en el Congreso, ahora también se vehiculará la relación con el PSOE por los fieles a Puigdemont. “Cuando llegue ese río, cruzaremos ese puente”, sonreía uno de los hombres del expresiden­t.

Nada está previsto –ayer ni siquiera cerrar la asamblea con Els Segadors– pero la foto de de Winston Churchill que el president Torra llevaba en la americana no auguraba para el PDECat más que “sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”. Y la evidencia de que a diferencia de la guerra, en política te pueden matar muchas veces.

“Tú eres mi presidente y tienes toda mi confianza”, trasladó el expresiden­t a Bonvehí camino de la Crida

Puigdemont también quiere el control del PDECat en el Congreso: Nogueras no será un florero

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ÀLEX GARCIA Artur Mas abraza a Marta Pascal en la puerta del Palau de Congressos de Catalunya
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