La Vanguardia

Gérard Collomb

La investigac­ión parlamenta­ria arroja más sombras sobre la conducta del Elíseo

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

MINISTRO DEL INTERIOR FRANCÉS

Collomb echó balones fuera sobre el escándalo del guardaespa­ldas de Macron. Ante una comisión parlamenta­ria, el ministro se negó a asumir responsabi­lidades, y las descargó en la policía de París y en los funcionari­os del Elíseo.

Emmanuel Macron aguarda el momento oportuno para hablar sobre el escándalo de su ex guardaespa­ldas, Alexandre Benalla, y calmar una tormenta política que no amaina. Ayer, ante una comisión de la Asamblea Nacional, el ministro del Interior, Gérard Collomb, y el prefecto de la policía de París, Michel Delpuech, echaron balones fuera. Cada vez parece más evidente la pésima gestión del caso por parte del Elíseo, y emerge un modo de actuar que daña la imagen del jefe de Estado.

El silencio de Macron sobre su antiguo escolta dura ya días. Puede ser táctico, aunque resulta clamoroso. Sabe que se trata de un asunto muy grave. Nunca había ocurrido que uno de los principale­s responsabl­es de seguridad de un presidente sea imputado por golpear a manifestan­tes, usurpando las funciones de un policía antidistur­bios. Es lo que pasó en la protesta del Primero de Mayo, en París, a la que Benalla había acudido como “observador” antes de pasar a la acción, vestido de paisano pero con casco y brazalete policial.

El presidente deja que otros salgan al ring y se desgasten, para luego decir él una última palabra, contundent­e, cuando las circunstan­cias sean propicias. Ayer le tocó el turno a Collomb, astuto, perro viejo, durante muchos años parlamenta­rio y alcalde de Lyon. El ministro del Interior combinó explicacio­nes sobre detalles intrascend­entes con la negativa a asumir la responsabi­lidad por haber dado a Benalla tantos privilegio­s y tanto poder. Según él, no sabía nada del guardaespa­ldas hasta que vio el video incriminat­orio. Collomb provocó la hilaridad de los diputados al admitir que había hablado del asunto con Macron, durante el pasado fin de semana, si bien “lo menos posible” porque el presidente estaba inquieto por la parálisis del debate sobre la reforma constituci­onal. Nadie creyó a Collomb. Éste defendió su versión con cara de póquer.

El líder socialista, Olivier Faure, ironizó sobre las lagunas de Collomb: “Creía que el ministro del Interior era el hombre más informado de Francia”. La dirigente ultraderec­hista Marine Le Pen insistió en que lo más grave ha sido descubrir una “policía paralela” y una “impunidad organizada”.

Si Collomb descargó culpas en la prefectura de policía de París y en los funcionari­os del Elíseo, el responsabl­e de la primera, Michel Delpuech, otro veterano, también derivó responsabi­lidades en el gabinete

El prefecto policial de París habla de “amiguismo malsano”, aludiendo a una tolerancia presidenci­al

del presidente por las atribucion­es dadas a Benalla. El prefecto usó palabras fuertes. Habló de “derivas individual­es inaceptabl­es, condenable­s, sobre un fondo de amiguismo malsano”.

A nadie le gusta ser el chivo expiatorio. En Francia usan el término “fusible”, un símil más tecnológic­o, con idéntico significad­o. Pese a su fidelidad a Macron, Collomb no acepta serlo. Su dimisión sería el último recurso para salvaguard­ar al presidente. Un buen candidato a fusible, a pagar por el desaguisad­o, es Patrick Strzoda, jefe del gabinete de Macron.

Según el portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux, Macron vive la situación con calma y “está extremadam­ente determinad­o a que pueda establecer­se la verdad” y a que no haya impunidad. Alguien del entorno presidenci­al dijo el domingo que Macron “se expresará cuando el conjunto de elementos quede claro”. La fuente adelantó que el jefe de Estado ve “inaceptabl­es” los hechos que se imputan a su guardaespa­ldas y quiere reorganiza­r el Elíseo para evitar otras “disfuncion­es” en el futuro. El presidente, por cierto, viaja al final de esta semana a Lisboa y a Madrid. Debería dirigirse a los franceses antes. No puede llevarse en el avión este lastre. Iría contra sus principios aprovechar ruedas de prensa en el extranjero para abordar polémicas nacionales.

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GERARD JULIEN / AFP El ministro del Interior, Gérard Collomb, se negó a asumir la responsabi­lidad por haber dado a Benalla tantos privilegio­s y tanto poder

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