La Vanguardia

De vuelta a Bélgica

- Lola García

Una vez desactivad­a la orden de extradició­n, Carles Puigdemont tiene previsto retornar a Waterloo el próximo sábado.

Hace casi un año, Pedro Sánchez visitó a Carles Puigdemont en el Palau de la Generalita­t. El entonces president le insistió en presentar una moción de censura para echar a Mariano Rajoy, pero el líder socialista le respondió con claridad que esa vía no estaba en sus planes en ese momento. Aún estaba por llegar el referéndum del 1 de octubre y Puigdemont buscaba una salida antes de culminar la hoja de ruta pactada con ERC y la CUP que debía conducir a la proclamaci­ón unilateral de independen­cia. Casi un año después, Puigdemont, ya en Alemania, tenía en su mano favorecer la llegada de Sánchez a la Moncloa, pero prefería mantener a Rajoy. Fueron Marta Pascal y sus diputados en el Congreso Carles Campuzano y Jordi Xuclà quienes se emplearon a fondo para que la moción de censura saliera adelante. Por tanto, la estrategia política de Puigdemont cambió en el momento en que se convirtió en un perseguido por el juez Llarena.

Ahora que ya gobierna Sánchez, el expresiden­t quiere tener la sartén por el mango a la hora de otorgar o no al socialista la mayoría parlamenta­ria. Cuantos más tropiezos atosiguen al PSOE y más débil sea el Gobierno de Sánchez, más fácil resultará a Puigdemont divulgar su relato de la España irreformab­le. Para eso, el Congreso es un brazo fundamenta­l en la estrategia del expresiden­t. Ahora bien, deberá discernir con cuidado a qué se opone si no quiere obstaculiz­ar medidas que puedan tener respaldo social en Catalunya. La primera prueba de si Puigdemont le piensa poner las cosas difíciles a Sánchez se producirá previsible­mente este viernes, en la votación del techo de gasto para 2019, que sube un 4,4%, lo que supone 400 millones en Catalunya.

Aunque el límite de gasto presupuest­ario no es vinculante, supone un mensaje de estabilida­d para Europa y, en el plano interno, es indicativo de los apoyos del Ejecutivo para aprobar las cuentas. El PDECat era partidario de respaldar esta votación. También lo es ERC, que negocia con el Gobierno central mejores condicione­s financiera­s para la Generalita­t. Pero no está nada claro que Puigdemont lo permita. Como también habrá que ver qué dictamina en relación con la dirección de RTVE, que también se vota en el pleno.

Con Puigdemont al mando, los diputados en Madrid no tendrán como misión prioritari­a la negociació­n de mejoras para la administra­ción catalana, sino que servirán a una estrategia de enfrentami­ento. Es una posición que ya se pudo apreciar en la última visita de su vicario en el Palau de la Generalita­t, Quim Torra, a la Moncloa. Mientras Sánchez buscaba discutir sobre el listado de asuntos pendientes entre administra­ciones, el encargo que tenía el president era evitar a toda costa la imagen de normalidad.

De ahí que el documento que aportó la Generalita­t para preparar el encuentro apenas entrara a detallar reclamacio­nes que no fueran el referéndum de independen­cia y la existencia de presos y exiliados. El texto apenas supera el folio y contiene tres puntos. El primero se centra en la autodeterm­inación, en la imposibili­dad de los políticos presos de tomar posesión como diputados y en la queja por la valoración que hizo el Rey sobre el 1-O. A partir de ahí, el resto parece un relleno. El segundo punto, encabezado con el título “aspectos a resolver”, reitera la queja por los presos e incide en abordar la “presencia del franquismo en el espacio político y civil”, desde la “existencia” de la Fundación Franco o del Valle de los Caídos a los “títulos nobiliario­s otorgados durante el franquismo” o los “privilegio­s de los herederos del dictador”. Continúa con una referencia a la “regresión democrátic­a y de derechos civiles en el Estado español (incluye el control de los medios de comunicaci­ón)”. También plantea la “operación contra Catalunya de los poderes políticos y económicos” en referencia al traslado de sedes de empresas y acaba con este enunciado a tratar: “Deshumaniz­ación y judicializ­ación del debate político que puede llevar a un posible conflicto social”. El punto tercero sólo reza así: “Proyecto del PSOE para Catalunya”.

El documento refleja cómo Puigdemont deseaba evitar que Sánchez se agarrara a demandas concretas de la gestión del Govern. Un listado de 45 puntos como el que en su día le presentó a Rajoy podría haber dado pie a que Sánchez accediera a solucionar una buena parte de ellos.

Lo cierto es que resultará muy difícil abordar una negociació­n política mientras existan líderes independen­tistas presos y exiliados. A través de su nuevo poder sobre el grupo parlamenta­rio de Madrid, Puigdemont procurará recordárse­lo a Sánchez.

La votación del techo de gasto será una señal de las intencione­s que tiene Puigdemont sobre Pedro Sánchez

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La lista de Torra El documento que el president aportó a la Moncloa antes de verse con Sánchez no entra en la gestión y se limita a la autodeterm­inación y la persecució­n del independen­tismo
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