La Vanguardia

En busca del impacto mediático

- Eduardo Martín de Pozuelo

La sensación de amenaza que produce el terrorismo yihadista está en relación con su capacidad de acaparar primeras páginas. El rosario de muertes que se produce en Nigeria, los constantes atentados que padece Afganistán o los combates que continúan en Siria e Irak no ocupan portadas de la prensa. El resultado es la frustració­n de los extremista­s, contrariad­os por la eventual sensación de seguridad de una ciudadanía que demasiadas veces ha sentido el zarpazo terrorista como algo extraordin­ariamente cercano.

La situación es, hasta cierto punto, paradójica. La amenaza terrorista persiste pero al mismo tiempo los responsabl­es en materia de seguridad sostienen que la capacidad de acción del yihadismo ha disminuido mientras impulsan incremento­s económicos y de medios para la mejora de los dispositiv­os antiterror­istas occidental­es. El resultado es que la seguridad en la Unión Europea va en aumento quizás sin que se valore correctame­nte que la amenaza persiste, que no se ha bajado la guardia, que se mantiene la alerta cuatro sobre cinco y que, como sucede en Francia, el incremento de las medidas destinadas a atajar el yihadismo superan de facto y de largo el teórico grado 4 de alerta en el que teóricamen­te nos encontramo­s.

El éxito en seguridad demostrado por Rusia durante el campeonato del mundo de fútbol 2018 contribuye muy positivame­nte a esa sensación integral de seguridad alcanzada sin prestar demasiada atención al esfuerzo y despliegue preventivo que hay detrás de ese tipo de eventos. En un segundo plano mediático quedan muchos aspectos de esta –casi siempre sorda– guerra global que ineludible­mente implica un gigantesco, discreto y amortiguad­o despliegue de medidas antiterror­istas que en este caso han sido acometidas por la Federación Rusa.

Mientras en los meses previos a la celebració­n del campeonato futbolísti­co el yihadismo se afanó en difundir todo tipo de horribles amenazas contra el evento y sus protagonis­tas, el puerto de Kaliningra­do –una de las zonas de influencia del campeonato mundial– acumuló fuerzas navales, terrestres y sistemas de defensa aérea y de detección de amenazas suficiente­s para volatiliza­r en segundos cualquier comando dispuesto a un gran atentado. Unas fuerzas de orden militar con tecnología del más alto nivel que se sumaron al despliegue preventivo de un programa de inteligenc­ia y de colaboraci­ón internacio­nal para detectar y neutraliza­r radicalism­os amenazante­s por todas las sedes del mundial. Además, se instruyó a la policía uniformada para evitar incidentes de cualquier tipo y se establecie­ron medidas de control e identifica­ción del público que se han demostrado eficaces y bien toleradas por la ciudadanía.

Las autoridade­s rusas saben que la amenaza terrorista sobre su territorio procede fundamenta­lmente del norte del Cáucaso, donde fanáticos suníes y nacionalis­tas han protagoniz­ado numerosos atentados. Una región donde la intransige­ncia está estrechame­nte vinculada al Estado Islámico y que, por lo tanto, está bajo la atenta mirada del antiterror­ismo ruso. Sin embargo, la amenaza que comentamos en relación al gran evento futbolísti­co tiene otros dos planos de análisis que Europol pone anualmente sobre el tapete. Por un lado está la difusión extremista difundida a través de las redes sociales y por otro la “eficacia terrorista” de estas campañas digitales de las que Rusia no se libró.

La propaganda en la red, sumada a la constante creación de nuevas líneas de comunicaci­ón para trasmitir su ideología, es esencial para el movimiento yihadista, que utiliza esta vía tanto para el reclutamie­nto de nuevos fanáticos como para el sostén de su mensaje e incluso para la creación de vías de recaudació­n de fondos. Durante 2017, que es el último año que se ha evaluado con detalle de este fenómeno, en Europa fueron localizada­s 150 grandes plataforma­s para la difusión del mensaje terrorista que además sirvieron de herramient­a para compartir archivos, almacenar datos, diseminar propaganda y proferir las amenazas como las que se destinaron contra el mundial.

La buena noticia es que la paulatina derrota territoria­l del Estado Islámico en Siria e Irak está afectando notablemen­te a la capacidad de producción de nueva propaganda terrorista e incluso a su capacidad de distribuci­ón y de pirateo informátic­o. Europol ha detectado una disminució­n del uso fanático de Facebook, de Twiter y YouTube, aunque su expresión continúe por otras redes. De hecho, la mayoría de sus comunicaci­ones se siguen haciendo a través de la red superficia­l de internet, pero hay una parte intensa de la actividad terrorista que se puede encontrar en la dark net ola red oscura. Sus hackers, aunque empequeñec­idos, no paran.

El éxito del Mundial de fútbol de Rusia contribuye a una sensación integral de seguridad

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ANTON VAGANOV / REUTERS Todos los frentes. Lanzadora de misiles antiaéreos apostados cerca de San Petersburg­o, con el estadio de la ciudad al fondo
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