La Vanguardia

El juego de la pareja oculta

- Màrius Serra

Por ejemplo, “James Stewart la té petita...” se responde con el nombre y apellido de otro actor de Hollywood: “i Cary Grant”

Poco a poco, más espectador­es pierden el miedo a la historia autobiográ­fica que durante este julio explica Clàudia Cedó en la sala Beckett en la función Una gossa en un descampat. Lo merece, porque nos hace transitar con valentía clarividen­te por las sombras de parir un hijo muerto sin renunciar a iluminar con la potente luz de la vitalidad un paisaje tan desolador. En un momento de la función, la acción da un salto en el tiempo y la pareja revive el pasado reciente, cinco meses antes del terrible parto, cuando estaban de viaje por California e hicieron caso al mítico anagrama del estado sudista: Fornicalia. El momento de euforia sexual viene acompañado de unas risas que proceden de un juego adivinator­io hilarante. Se trata de completar una frase con el nombre de algún personaje que, de repente, toma un nuevo sentido. Por ejemplo, el planteamie­nto “James Stewart la té petita...” se responde con el nombre y apellido de otro actor de Hollywood: “i Cary Grant”. Los protagonis­tas de la función sueltan unos cuantos, cada vez más detonantes, y el público ríe con ganas (acumuladas durante alguna de las empinadas subidas por la montaña rusa emocional de la obra). “Anna Lizaran es desorienta... i Núria Espert”.

El juego es muy bueno. Parece muy difícil, y no es sencillo, pero resulta tan adictivo que tan pronto irrumpe en una sobremesa hay comensales que no pueden parar de pensar en nuevos ejemplos, en ocasiones basados en nombres de amigos que sólo ellos conocen. Lo habíamos practicado con el escritor reusense (y miembro del Oulipo) Pablo Martín Sánchez, autor de novelas tan sugerentes como El anarquista que se llamaba como yo o Tuyo es el mañana (El Acantilado). Por eso, el día que vi la función le envié unos cuantos por WhatsApp. Me respondió desde Suiza, encerrado en una cabaña donde se pasará, si lo aguanta, 99 días escribiend­o su próxima novela sobre Reus en tiempo real, hasta el día 1 de octubre. Me dijo que segurament­e Clàudia Cedó descubrió el juego a través de un íntimo amigo suyo, el actor Àlex Brull, que participó en una obra anterior de la dramaturga, Tortugues: la desacceler­ació de les partícules. A partir de aquí, todo se aceleró. Pablo me envió una lista con 37 propuestas de aquel maravillos­o juego de la pareja oculta y ya hace días que no pienso en otra cosa. De momento, ya he descifrado veinte. El personaje que dirige el baile es la pista central para descubrir la pareja oculta. Así, un pintor como “Pablo Picasso vio...” indiscutib­lemente lleva “a Joan Miró”. Si “Murakami grita ¡aúpa!...” lo resolverem­os con otro escritor japonés: “y Kenzaburo Oé”. Si la cosa empieza con un futbolista brasileño, es en esta nómina que se resolverá: “Dani Alves tararea... y Thiago Silva”. I si es un filósofo, también: “John Locke ha pedido huevos... y Francis Bacon”. Mis preferidos son los que fuerzan la fonética, como “Luis Figo es epicúreo... y Hristo Stoichhov”.

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