Vida de Raphaëlle
La Conquesta del Pol Sud (Carles Fernández Giua y Eugenio Szwarcer) cierra con Raphaëlle su trilogía sobre la mujer, la identidad y la historia. Nadia y Claudia establecían un interesante puente entre la historia personal y la colectiva y es en este punto donde más flaquea la última. Con el mismo cuidado abrigo audiovisual y la misma honestidad testimonial de las anteriores, Raphaëlle se presenta desde una dimensión mucho más privada, sin que el espectador perciba con tanta claridad la incidencia de su biografía sobre la comunidad. Incluso se podría decir que el discurso que se construye sobre la transexualidad es menos complejo de lo que realmente empezamos a conocer. Y el montaje apunta a todo lo contrario escuchando las palabras grabadas del sociólogo Miquel Missé. Con Raphaëlle hay que esforzarse en volver siempre a la pregunta inicial de Missé (¿por qué un chico quiere ser chica o viceversa?) para sacudirse estereotipos que de modo involuntaria sobrevuelan la pieza.
Pero la historia pertenece a Raphaëlle, nacida Raphael Pérez en el Sur de Francia. Una mujer en plena transición física hacia su identidad femenina. Cuesta relativizar su biografía –desde el punto de vista de la narrativa dramatúrgica– cuando está narrada desde la más sincera experiencia vital. Un viaje lleno de obstáculos de una persona capaz de despertar una enorme empatía por la naturalidad con que comparte sus muchas vicisitudes, también las ilusiones rotas de entrar en el Olimpo de la moda francesa.