La Vanguardia

El TS advierte que no actuará sobre el 1-O según “la atmósfera política”

La sala que juzgará a los exconselle­rs no ve motivos para excarcelar­los

- JOSÉ MARÍA BRUNET

La sala del Supremo que va a juzgar el caso 1-O acordó ayer rechazar la excarcelac­ión de los acusados de rebelión en dicha causa. La decisión no sorprende, porque está en línea con todas las que hasta ahora han tomado al respecto tanto el juez instructor, Pablo Llarena, como la Sala de Apelacione­s, cada vez que se ha recurrido alguna de sus decisiones. Lo novedoso está en los razonamien­tos que efectúan los magistrado­s que juzgarán el caso, que aparecen ahora por primera vez en escena. Y lo que dicen tiene carácter de advertenci­a, porque en respuesta a las defensas, que apoyaban sus peticiones de excarcelac­ión en el nuevo clima de distensión entre el Gobierno y la Generalita­t, la Sala de Enjuciamie­nto sostiene que no actuará en el caso 1-O en función de la “atmósfera política” de cada momento.

Es obvio que los jueces –los del Supremo, desde luego– viven conectados con la realidad social, que les influye. Por eso mismo tiene especial interés que, ante un intento de cambio del ambiente político, la Sala Penal del Supremo haya aprovechad­o la primera ocasión para avisar de que no se acomodará a los vaivenes de la política. “Explicar la privación de libertad de un procesado –dice el auto– como una baza más en un proceso de normalizac­ión política encierra una gravísima deformació­n del significad­o mismo del proceso penal en una sociedad democrátic­a”.

Junto a ello, el motivo por el que rechaza la petición de libertad de Oriol Junqueras, Josep Rull, Jordi Turull, Joaquim Forn, Raül Romeva, Dolors Bassa, Carme Forcadell, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart es porque no cree que hayan cambiado las circunstan­cias por las que están en prisión preventiva. El TS sigue viendo riesgo de fuga y de reiteració­n delictiva.

El núcleo del auto, sin embargo, no está en la argumentac­ión sobre la prolongaci­ón de la prisión incondicio­nal de los procesados, sino en el énfasis que pone el Supremo en lo que, en esencia, es un acto de afirmación de su autoridad. Primero, por su rechazo a actuar según sople el viento de la política. Pero también por su réplica a la decisión de la justicia alemana de acceder a la entrega de Carles Puigdemont sólo por malversaci­ón.

Aquí al Supremo le sale algo parecido al orgullo de estirpe. Lo saca en respuesta a Forcadell, que alegaba que si no se ha entregado a Puigdemont porque los jueces del Tribunal de Schleswig-Holstein no identifica­ron en su conducta un delito de rebelión –o de traición, según el tipo penal alemán–, menos podría apreciarse en la expresiden­ta del Parlament, que no pertenecía al ejecutivo catalán. Y el TS le responde que no quiere entrar en este momento en calificaci­ones de los actos que deberá juzgar porque ello supone “una invitación a que precipitem­os un criterio sobre la tipicidad de los hechos y su autoría sin contar con el más mínimo elemento de juicio para ello”.

En otras palabras, no me pidáis que anticipe criterios, porque no lo haré. Lo negativo para la recurrente es que no acoge sus tesis. Lo positivo, en cambio, es que la puerta queda abierta para cualquier cambio de calificaci­ón, y para que la supuesta rebelión acabe siendo otra cosa. Pero lo del orgullo de estirpe viene cuando el Supremo añade que el planteamie­nto de Forcadell “parece convertir al tribunal provincial alemán en un extravagan­te órgano supranacio­nal con capacidad para revocar las decisiones adoptadas por el juez español”.

El TS añade que “todo intento de dibujar una línea jerárquica que someta las resolucion­es de esta sala al criterio de los jueces provincial­es alemanes, resulta manifiesta­mente improceden­te y está condenado al fracaso”. La fiscal general, María José Segarra, también dijo ayer que los jueces alemanes se habían “extralimit­ado”. El auto rechaza también medidas como poner pulseras o presentaci­ón periódica de los imputados, porque no garantizan “la presencia de los procesados en el juicio oral”.

El auto rechaza que la decisión alemana sobre Puigdemont pueda marcar qué debe hacer la justicia

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LAURA FÍGULS / ACN El president Torra recordó a los presos en una visita al Centre de Telecomuni­cacions de la Generalita­t

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