Neo Lohengrin
Lohengrin Intérpretes: Piotr Beczala, Anja Harteros, Waltraud Meier, Tomasz Konieczny, Georg Zeppenfeld, Egils Silins. Orquesta y Coro del Festival de Bayreuth
Dirección: Christian Thielemann
Dirección de escena: Yuval Sharon
Lugar y fecha: Nueva Producción del Festival de Bayreuth (25/07/18) Lohengrin, apoteosis de la ópera romántica alemana, tuvo nueva producción en la inauguración del 107º Festival de Bayreuth. El público estalló en 15 minutos de aplausos. Un éxito sobretodo musical, con la batuta profunda y delicada de Christian Thielemann. El todopoderoso director musical del festival ha logrado un hito sólo al alcance del histórico Felix Mottl: dirigir todo el canon de Bayreuth, las diez óperas de Wagner que se ven aquí desde 1876.
Thielemann pintó la partitura con tres preludios a los tres actos –pura delicia– e incidió en dinámicas, profundidad expresiva y melancolía en la que es la ópera más triste del corpus wagneriano. La orquesta rindió en su más alto nivel, con unas cuerdas de ensueño, un metal puro fulgor y un viento dulce.
Se acusa al Festival de no contar con las mejores voces del circuito, pero este año la pareja protagonista, una traumpaar (de ensueño), como dicen los alemanes, fue un gozo vocal. Piotr Beczala debutó en la Colina verde con un Lohengrin lírico al servicio del timbre más hermoso de los star-tenors de la actualidad. Con una técnica soberana, un canto ribeteado por un color plateado, brillante y expansivo... rayó la perfección y remató con un aria final incontestable. La soprano alemana Anja Harteros, también debutante aquí, comenzó destemplada y con sonidos titubeantes, pero su calidad afloró con destellos de grandeza, esmalte y volumen para un instrumento privilegiado. La mezzo Waltraud Meier volvió –tras 18 años– como Ortrud, rol que canta por última vez. La maestría con que domina el texto la consagraron como una de las heroínas de la función, y la ovación que se llevó fue digna de una leyenda del canto wagneriano.
Voz sonora y afilada la del también polaco Tomasz Konieczy como Telramund, con un timbre más bien duro que casa con la oscuridad del personaje. Glorioso en toda su tesitura el gran bajo alemán Georg Zeppenfeld como Rey Heinrinch, una de las joyas vocales de Bayreuth, e impecable el Heraldo de Silins. El coro es de los mejores del mundo: claridad, potencia y riqueza de matices. Yuval Sharon, el primer reggista estadounidense en firmar un trabajo en el Festspielhaus, fue eclipsado por la fuerza pictórica de la escenografía del alemán Neo Rauch, cuya esposa, la artista Rosa Loy hizo un figurinismo vintage, neosurrealista: la electricidad frente a la oscuridad ilumina una sociedad enclaustrada en la duda. Un Neo-Lohengrin que estalló cual bomba de relojería musical.