Paisajes para después de la tormenta
A lo largo de los últimos doce meses, desde que la agenda política catalana se activó tras unas breves vacaciones a mediados de agosto del año pasado, la Catalunya política e institucional se ha situado en centro del vórtice de la mayor crisis política sufrida por esta país desde hace muchos años. Llegamos a este punto tras un largo tiempo de extraordinaria inestabilidad, pero los hechos que se desencadenaron a partir de agosto y especialmente septiembre y octubre fueron extraordinarios. Todo se aceleró de un modo imprevisible, incluso para quienes los promovieron o los combatieron. Momentos dramáticos. (Como el presagio de un tiempo maldito, todo empezó con el tristísimo atentado del 17 de agosto y sus dieciséis víctimas mortales). Políticos en las cárceles; políticos que no pueden regresar a Catalunya so pena de seguir el camino de los que se hallan en prisión; imágenes desastrosas como las del 1-O; réplicas del bando opuesto en las grandes manifestaciones en Barcelona que la política catalana jamás podría haber imaginado. Banderas por todas partes. Jueces, juicios, comunicados, estados de opinión, declaraciones de principios, miedo, esperanza, hastío...
La idea que propone esta serie de artículos que se irán publicando a lo largo de este mes es tratar de hacer un balance ciudadano de lo ocurrido en este año. Saber de primera mano cómo nos ha afectado en nuestra vida cotidiana el rumbo catastrófico de todos estos hechos. En definitiva, tomar el pulso a la ciudadanía y averiguar cómo el drama político representado ha afectado a nuestras vidas como ciudadanos de a pie.
Con este objetivo, La Vanguardia ha desplazado a diversos periodistas a ciudades que les han parecido representativas de determinados estados de ánimo, bien en la Catalunya que hace ya tiempo desconectó de España, bien en las ciudades que se sienten justo en el parteaguas de este conflicto, o en ciudades de otras comunidades españolas que miran a veces con arrobo, otras con aburrimiento o con interés lo que les sucede a los catalanes. A los periodistas a los que se les encargó la tarea se les pidió tiempo y calma para escribir. Es verano. Lean despacio. La primera entrega empieza en Berga, donde ondea una bandera carlista...