La Vanguardia

El turno de los pasajeros

Los usuarios también tienen sus reivindica­ciones, que empiezan por acabar con los claroscuro­s del mundo del taxi y de los VTC

- RAÚL MONTILLA

Hay opinión y sobre todo interés en aclarar conceptos, formas de funcionar pero también se ha instalado la convicción de que el usuario requiere de mejor trato, que el taxi se ha de renovar y que los VTC tienen que estar sujetos a una regulación que garantice buenas condicione­s laborales y obligacion­es fiscales en el territorio del asfalto por el que rueden. La guerra del taxi ha generado debate en la calle. Los usuarios también opinan y reclaman cambios. “Si los otros (los VTC) pagan impuestos, pues tienen derecho también a tener su trabajo”, dice Rosario. “Lo que tienen que tener es una regulación clara, tantos unos como otros”, apunta Antonio. “Eso sí, lo que no puede ser es que los taxis vayan rompiendo los coches de los otros, imponiendo lo que quieran”, añade ella, mientras él, su marido asiente.

El debate improvisad­o de los dos –ambos septuagena­rios– se producía ayer, a eso de las once horas, a las puertas del hospital Moises Broggi. En la parada de taxis cercana al hospital de Sant Joan Despí tan sólo había un vehículo. Una imagen de soledad que no se repetía en otra parada, utilizada habitualme­nte por turistas, de ocio o de negocio, la de plaza Espanya. “Los ataques a los otros coches ha dañado la imagen de los taxis. No son las formas”, certifica Lorena, que se dirige hacia la Gran Via cargada con un maletín de ejecutiva. Lo dice ella, lo decían Rosario y Antonio y lo remarcan otros ciudadanos. La mala imagen. “El colectivo tiene que ser consciente de eso. Y que antes ya tenían una imagen... mejorable”, sentencia Lorena. Desaparece a toda prisa.

“Yo en Portugal he dejado de utilizar taxis”, explica Ana, que llegó a finales de la semana pasada a Barcelona, procedente del Oporto pa- ra pasar unos días en la ciudad con su familia: marido y dos hijos. “Cabify o Uber es más cómodo si viajas con niños. Te permite planificar mejor y sabes lo que te va a costar el viaje. En Portugal he dejado de coger taxis”, añade la ciudadana lusa.

“El sector del taxi ha hecho un esfuerzo de modernizac­ión, no es la caricatura que muchos presentan de vehículos sucios, conductore­s maleducado­s y piratas, que también los hay”, apunta por su parte Albert Muñoz, en el entorno de las torres venecianas junto a su hijo de ocho años. “Pero a su vez es un sector en el que hay claroscuro­s que se deberían aclarar, como es el tema del traspaso de licencias”, incide este vecino de Sants que se define como usuario habitual del taxi “por motivos laborales”.

Lo de las licencias es una de las cuestiones que suscita mayor interés, quizás porque es lo que menos se entiende: el que se puedan vender y comprar, que su precio supere los 120.000 euros.

“Se les tendría que compensar, han invertido dinero, pero no se entiende que ellos puedan vender el derecho para ejercer un servicio público”, apunta Núria en plena Travessera de Gràcia acompañada de Miguel, que últimament­e se ha convertido en un usuario habitual de taxi. “En el caso de Uber y de Cabify tiene que haber una mayor regulación”, añade él, que también reclama más “claridad” para el sector del taxi. “A mí esta huelga lo que me ha servido es para que me baje la aplicación de Cabify, que no la he usado nunca. Me la bajé ayer, porque el viernes he de ir al aeropuerto temprano. Empiezo vacaciones”, añade Berta con una sonrisa de oreja a oreja. En su caso, la decisión de bajarse la aplicación ha sido circunstan­cial (“por nada del mundo”, literalmen­te, quiere perder el avión) pero, curiosamen­te, es también una de las consecuenc­ias del paro de taxistas: hay más gente que ahora conoce los VTC. Hay tregua, pero también debate.

Los precios de las licencias y el mercado que las rodea es lo que suscita mayor interés en la calle

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MANÉ ESPINOSA El sector del taxi recuperó ayer la plena normalidad

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