La Vanguardia

El turista agredido por un mantero: “No volveré a Barcelona”

El turista norteameri­cano agredido el miércoles por la noche por un grupo de manteros al proteger a una mujer dice que temió por su vida

- VIVIR 3

Aúltima hora de la tarde, la familia Bravo, los tres hermanos con sus parejas y sus hijos, se sentaban alrededor de una mesa alta de uno de los puestos de la Boqueria a comer tras un intenso día en el que atendieron a periodista­s y presentaro­n una denuncia en los Mossos d’Esquadra. El mayor, de edad y de envergadur­a, José, de 40 años, apenas probó bocado. Tenía un intenso dolor de cabeza después de que se le despertara­n los puntos con los que los médicos del hospital Clínic suturaron, el miércoles por la noche, las heridas sufridas en la cabeza tras ser apaleado por un grupo de manteros en la plaza Catalunya.

“Creí que me mataban. En uno de los golpes con un cinturón me rasgaron una vena de la cabeza y empezó a brotar sangre como si fuera una fuente. Pero esos tipos me seguían golpeando”. Bravo relata con pena, incomprens­ión e impotencia la agresión sufrida, que ha vuelto a poner nuevamente al colectivo de los manteros en el ojo del huracán.

La familia entera, americanos residentes en Miami, descendien­tes de cubanos y con abuelos españoles, cruzó el charco para recorrer Europa por vacaciones. Llegaron de Madrid el mismo miércoles y se alojaron en un hotel de la calle València. Habían estado paseando por la Rambla y regresaban para descansar cuando en la plaza Catalunya, a la altura del Zurich, oyeron los gritos de una mujer.

“Un grupo de subsaharia­nos la tenía rodeada y le estaba golpeando. Me extrañó que nadie saliera a ayudarla. Con mi hermano, nos metimos en medio para ayudarla y sacarla de allí”, explica. Algo debió de pasar porque la reacción posterior de los vendedores es violenta y desmesurad­a. Parte de la secuencia quedó registrada en un video grabado por una transeúnte, Ana Martínez, que acabó guardando el teléfono porque temía que la agredieran a ella también.

“Empezaron a pegarme con los puños, a darme patadas y golpearme con unos cinturones”. Y asegura que uno de esos cintos llevaba una hebilla metálica con una especie de punzón que es lo que le produjo las peores heridas en la cabeza. “De verdad creí que me iban a matar”.

Cuando al final el hombre logró con su familia refugiarse en el interior de la cafetería Zurich, fue atendido por los servicios de emergencia­s y trasladado en ambulancia al Clínic, donde le curaron y cosieron.

Aseguran que ayer tarde, nadie del Ayuntamien­to de Barcelona se había puesto en contacto todavía con ellos. Los hermanos Bravo atendieron a los periodista­s y después recibieron el apoyo del presidente de Amics de la Rambla, Fermín Villar, que les acompañó en su periplo primero a la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Nou de la Rambla y después a la de plaza Espanya. La unidad de investigac­ión del Eixample se ha hecho cargo del caso. El consulado norteameri­cano les ha ofrecido el servicio de despacho de abogados con el que la familia quiere estudiar la posibilida­d de “denunciar al Consistori­o”. Se han sentido maltratado­s. “Los responsabl­es de esta situación de descontrol están en el Ayuntamien­to de Barcelona y aún es hora que alguien nos llame o se acerque para preguntar cómo estamos. Si los periodista­s nos encontraro­n, los políticos también podrían haberlo hecho”, advierte Bravo, que asegura que “nunca más volveré a Barcelona”.

Desde el Ayuntamien­to, la alcaldesa accidental, Laia Ortiz, aseguró ayer tarde que en todo momento ha estado pendiente y al corriente de la situación del turista herido.

“Aún es hora que alguien del Ayuntamien­to nos llame o pregunte cómo estamos”

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XAVIER CERVERA José Bravo, ayer al mediodía, tras una de las ventanas del café Zurich en el que se refugió cuando fue agredido

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