Lula, en la cárcel, y el ultra Bolsonaro, favoritos en los sondeos
Se espera que Lula sea registrado hoy mismo por el Partido de los Trabajadores (PT) para las elecciones presidenciales a dos vueltas, el 7 y el 27 de octubre, pese a llevar ya casi cuatro meses en la cárcel acusado de corrupción. Pero, a no ser que la campaña nacional e internacional contra su condena acabe por dar un susto existencial al establishment brasileño, es muy poco probable que el expresidente, líder en los sondeos, llegue a ser candidato. En septiembre, el Tribunal Superior Electoral vetará con toda seguridad su candidatura, y es poco probable que prosperen los dos recursos que quedan en los tribunales.
La apuesta del PT es que la sustitución de Lula por otro candidato, probablemente el exalcalde de São Paulo Fernando Haddad, se produzca tan cerca de las elecciones que el 30% del apoyo con el que cuenta Lula se traslade directamente a Haddad, suficiente para que llegue a la segunda vuelta. Pero no es seguro. El PT es un producto tóxico para muchos brasileños por la mala gestión económica de la expresidenta Dilma Rousseff y la mancha del escándalo Petrobras.
Ciro Gomes, un veterano candidato progresista y exgobernador de Ceará en el pobre nordeste, asesorado por el brillante filósofo de Harvard Roberto Mangabeira Unger, espera atraer los votos de Lula, y hay una suerte de pacto de no agresión entre su campaña y la del PT. Pero tras subir fuertemente en los sondeos a principios de año, Gomes parece haber perdido gas. “La apuesta es que, después de la salida de Lula, los votantes de izquierdas hagan un voto táctico eligiendo a Ciro Gomes o a Fernando Haddad según su posición en los sondeos”, dice Marcelo Mitterhof, analista del banco público BNDS.
El número dos en los sondeos después de Lula es Jair Bolsonaro. Racista, misógino, homófobo, oportunamente evangélico y en guerra permanente contra un comunismo que no existe, Bolsonaro es el candidato que sintoniza con la rabia y la intolerancia que se palpa en parte de la calle brasileña. Tiene un 20% de apoyo. Pero su nivel de desaprobación, del 65%, le resta posibilidades de ganar en la segunda vuelta.
Geraldo Alckmin, exgobernador del estado de São Paulo del cada vez más conservador y neoliberal partido socialdemócrata (PSDB), es la gran apuesta del establishment y de los mercados financieros. Pero el apoyo del PSDB al despreciado Gobierno Temer ahora le pasa factura, y ha sido fuertemente perjudicado por el auge de Bolsonaro. Alckmin sólo tiene un 10% de intención de voto, aunque ha subido en los últimos meses.
Se espera que conforme se vayan acercando la elecciones, el peso del gran partido –con más dinero para financiar la campaña y muchos más spots televisivos asignados que Bolsonaro– ayude a Alckmin frente a Bolsonaro. “Es difícil ganar elecciones en Brasil si no eres de los grandes partidos, PT, PSDB o MDB”, dice Jorge Chaloub, de la Universidad Federal de Juiz de Fora, en Río de Janeiro.
Si Alckmin no empieza a subir, hay quienes (entre ellos el expresidente Fernando Henrique Cardoso) apoyan buscar un acuerdo con Marina Silva, la exministra de Medio Ambiente de Lula, que tiene más apoyo popular y comparte el programa de liberalismo económico con el PSDB. El versátil Henrique Meirelles, exbanquero central de la primera administración de Lula y ministro de Hacienda en el Gobierno Temer, será el candidato del Movimiento Demócrata de Brasil (MDB), conocido como “el partido del alquiler“por sus prácticas clientelares .
A dos meses de las elecciones, el PT registrará hoy al expresidente Lula como su candidato
Finalmente está Guilherme Boulos, el joven líder del Movimiento de Trabajadores sin techo, y ahora candidato del partido de izquierdas PSOL, invitado estrella durante la triste despedida del expresidente en la sede del sindicato metalúrgico en abril pasado, antes de que Lula fuese trasladado a la cárcel federal de Curitiba. Pero es muy poco probable que Boulos llegue a la segunda vuelta del 27 de octubre.