Espías por todas partes
Una supuesta agente rusa trabajó diez años en la embajada de EE.UU. de Moscú
Un nuevo caso de espionaje sobrevuela las tórridas relaciones entre Rusia y Estados Unidos. Se trataría de una mujer que durante más de una década estuvo trabajando en la embajada de EE.UU. en Moscú como contratada local. Según el diario británico The Guardian yla CNN estadounidense, la empleada fue discretamente despedida el año pasado, tras descubrir que había estado pasando información a los servicios de seguridad rusos (FSB). Tanto los servicios secretos norteamericanos como el Ministerio de Exteriores rusos negaron la existencia de la supuesta espía.
Como todos los trabajadores locales, la mujer fue contratada por el Departamento de Estado norteamericano (Exteriores), pero fue asignada a la sección de los servicios secretos de la embajada. Las sospechas aparecieron tras un control de seguridad rutinario llevado a cabo en el 2016, cuando se descubrió que mantenía contactos no autorizados con el FSB. Según una fuente citada por la CNN, se supone que “todos los trabajadores locales pueden ser presionados por agencias extranjeras, pero ella les estaba dando más información de la que debería”.
Con las relaciones entre Washington y Moscú cayendo en picado y el Rusiagate en su máximo apogeo, este caso habría supuesto un enorme bochorno para la Casa Blanca. Así que se la incluyó entre los 750 trabajadores en que Rusia ordenó reducir el personal de la embajada durante un conflicto diplomático motivado por la supuesta interferencia rusa en las presidenciales del 2016. “El servicio secreto intentó ocultar la brecha despidiéndola”, aseguró la fuente de The Guardian.
La mujer, cuyos datos personales no han trascendido, tenía acceso a la intranet del servicio secreto de
Habría tenido acceso a los correos electrónicos del servicio secreto y a la agenda del presidente de EE.UU.
EE.UU., así como a los correos electrónicos. Eso le permitía un acceso privilegiado a datos sensibles, incluidas las agendas del presidente y el vicepresidente de EE.UU. Una fuente del servicio secreto norteamericano dijo ayer a la CNN que “no tuvo acceso a información altamente clasificada”. Y en una nota negó la información periodística.
En Moscú se cree que el supuesto espionaje ruso en la embajada estadounidense forma parte de la ola de acusaciones contra Rusia de los últimos años. “Ellos mismos han dicho que no manejaba información. Así que se trata de seguir la misma histeria americana sobre la injerencia, buscan un motivo para relacionarlo”, comentó a ayer a la agencia Ría Nóvosti Alexánder Panov, exembajador ruso en Japón, Corea del Sur y Noruega. El Ministerio de Exteriores ruso aseguró ayer desconocer este caso, que su portavoz, María Zajárova, califico como “alegaciones sin fundamento”.
El politólogo Guevorg Mirzayán explicaba ayer que “se trata de una actividad habitual de los servicios secretos esforzarse por conseguir acceso a secretos de un oponente potencial o incluso de uno de sus socios”. El experto puso como ejemplo el escándalo que causó el interés de los servicios secretos americanos en la canciller alemana Angela Merkel hace unos años. “En las actuales relaciones ruso-estadounidenses cualquier historia que indique una supuesta injerencia rusa se publicará de forma atrofiada”, sostuvo. Y pronosticó más casos como este al menos hasta el 6 de noviembre, cuando se celebren elecciones al Congreso de Estados Unidos.
El caso de la supuesta espía de la embajada se ha conocido pocas semanas después del de María Bútina, una activista rusa acusada el mes pasado de espionaje en EE.UU.