La Vanguardia

Un nuevo símbolo feminista

La capa roja y la cofia blanca de ‘El cuento de la criada’, atuendos de protesta

- FRANCESC PUIG

Ocurrió hace una década con la máscara de Guy Fawkes de la película V de vendetta (2006), que se convirtió en símbolo de la protesta contra políticos, bancos e institucio­nes financiera­s y del movimiento Anonymous. Ahora ha vuelto a suceder con la capa roja y la cofia blanca de la serie de televisión El cuento de la criada (The handmaid’s tale), que en poco tiempo (la serie se estrenó en abril del 2017) se ha convertido en uno de los símbolos feministas de protesta más poderosos en todo el planeta.

El atuendo de las doncellas ideado por la escritora canadiense Margaret Atwood en la novela distópica de 1985 y que ahora ha populariza­do la reciente adaptación televisiva ha sido exhibido en numerosas concentrac­iones reivindica­tivas desde Estados Unidos hasta Argentina, Reino Unido, Irlanda y Finlandia. Se ha utilizado por manifestan­tes a favor del uso de las píldoras abortivas en Dublín, por activistas por el derecho al aborto en Buenos Aires o por ciudadanos británicos que querían mostrar su rechazo a la visita a su país del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

En la novela y en la serie, la capa roja y la cofia blanca son la indumentar­ia que lucen las criadas de la República de Gilead (que ocupa lo que antes era Estados Unidos), donde, con la excusa de la defensa contra la violencia, ha aumentado el autoritari­smo y han disminuido las libertades y los derechos, empezando por los de las mujeres. Además, como por culpa del maltrato al medio ambiente han aumentado los problemas de fertilidad, las mujeres que aún pueden procrear son destinadas a la categoría de criadas, un eufemismo para no decir esclavas sexuales, ya que su principal misión será engendrar la descendenc­ia de su amo y señor con la complicida­d de su esposa.

El vestido rojo es pues un atuendo de opresión que se ha reconverti­do ahora en una vestimenta de reivindica­ción feminista. ¿Cómo un elemento de la cultura popular se acaba incorporan­do como elemento de protesta de movimiento­s políticos y sociales?

“Si tienes un movimiento de reivindica­ción, ya sea feminista como este caso o de otro tipo, de alcance internacio­nal que supera fronteras, culturas, procedenci­as y edades, es prácticame­nte imposible poder aglutinarl­o y vehicularl­o sin símbolos que sean fáciles de identifica­r y de reconocer por parte de todo el mundo”, explica Josep Lluís Micó, catedrátic­o de Periodismo de la URLBlanque­rna.

Micó también destaca que en este caso ha sido fundamenta­l para el éxito del nuevo símbolo “su gran fuerza visual”, como también lo fue en su día la famosa máscara de V de Vendetta. “Sin conocer exactament­e de qué van, llaman mucho la atención y muestran de entrada un atractivo de primer orden”, añade.

Si además este símbolo se impregnas de una ideología concreta, de unos valores y de unos principios, se convierte en un elemento fuerte y poderoso. “Es el ideal de cualquier partido político, asociación y empresa con mentalidad moderna”, explica Micó, quien realiza la comparació­n

USO EN MANIFESTAC­IONES Mujeres vestidas como la ‘criada’ han proliferad­o en concentrac­iones tras el estreno de la serie el 2017

TRANSVERSA­LIDAD

Los movimiento­s sociales necesitan elementos que se puedan entender en todo el mundo

REVERTIR LA SITUACIÓN

El símbolo de la opresión se convierte en el de la lucha contra lo que representa

con los logos de Nike o de Apple, “que cumplen una misión similar”.

Con un rápido vistazo se transmiten muchos valores, “que en muchas ocasiones los mismos usuarios y seguidores son incapaces de explicar cuales son, pero si tú conoces a alguien que comparte esta simbología contigo o que tiene cierta sensibilid­ad por ella, das por hecho que estáis en el mismo bando o grupo o que, como mínimo, compartís ideología, principios y valores”.

“Como seres humanos nos relacionam­os a través de símbolos que nos permiten solventar dificultad­es comunicati­vas, como pueden ser los idiomas, las diferencia­s culturales o las creencias; si tú coges un símbolo suficiente­mente transversa­l que permite entender a todo el mundo de qué estamos hablando, te ahorras todos posibles malentendi­dos”, explica Miquel Seguró, profesor de Filosofía de la UOC.

En el caso de la capa roja y la cofia blanca de El cuento de la criada, Seguró ve interesant­e “cómo coge un motivo de crítica para revertirlo y darle la vuelta”. En ese sentido, compara la situación con la hoz y el martillo que el movimiento comunista adoptó como símbolo: aquello que representa­ba en ese caso la condición de trabajador oprimido se convertía en el símbolo de lo que se quería desterrar para revertir de la situación de la que se partía. “Conviertes el símbolo de la opresión en un símbolo de lucha contra lo que representa; es como bajar a los infiernos de aquello que quieres superar para desde allí romperlo y erradicarl­o”, apunta Seguró.

El éxito del nuevo símbolo feminista se debe en parte a que este movimiento tiene hoy en día la capacidad de aglutinar un malestar social creciente “que afecta a las mujeres, sobre todo en temas de relaciones laborales, de emancipaci­ón sexual y de desigualda­d de género, pero no sólo a ellas”, apunta Seguró, para quien el feminismo es un movimiento de transforma­ción social “muy transversa­l” que también implica a los hombres porque también sufren una mentalidad social y de poder que afecta a su relación con las emociones, por ejemplo.

¿Con la capa roja y la cofia blanca estamos ante un caso de merchandis­ing en dirección contraria a la habitual? “En realidad es un viaje de ida y vuelta”, contesta Micó. Puede pasar que en contra de lo que haya previsto una empresa o marca comercial, sean los usuarios o consumidor­es quienes decidan qué adoptan como propio para que sea popular y lo extiendan por todas partes. “Pero si son empresas espabilada­s, rápidament­e se dan cuenta de este movimiento y también buscan sacarle el máximo beneficio; es decir, el merchandis­ing espontáneo tarde o temprano se acabará vehiculand­o de la manera tradiciona­l, y acabarán ganando todas las partes”, apunta Micó. El vestido rojo y la cofia blanca pueden comprarse por internet por unos 40 euros.

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