La Vanguardia

El Raval se desborda por plaza Castella

Vecinos y comerciant­es del enclave ubicado entre la calle Tallers y la plaza Universita­t denuncian el incremento de la insegurida­d y del incivismo en un espacio muy saturado

- LUIS BENVENUTY

Los camareros de la plaza Castella del barrio del Raval están hartos de que los espabilado­s se lleven las propinas que los clientes les dejan sobre las mesas de las terrazas. Y si les llamas la atención te amenazan. Los empresario­s instalados en el edificio Luminor están pensando en idear un sistema que canalice los orines que todas las noches se desparrama­n por la cuesta de su aparcamien­to. Al parecer cada mañana, sobre todo las de los lunes, este rincón entre la calle Tallers y la plaza Universita­t amanece apestando. Los servicios de limpieza municipale­s limpian de pintadas las fachadas del lugar al menos tres veces por semana. Los barrendero­s aquí desplegado­s aseguran que ningún otro rincón del distrito de Ciutat Vella les da tanto trabajo.

Indigentes se acomodan en colchones y sofás rescatados de la basura. Narcoturis­tas italianos discuten entre ellos de un modo muy airado por unas monedas. Universita­rios de la ciudad compran latas de cerveza en los colmados para bebérselas muy a gusto sentados en los grandes parterres de la plaza. El Raval se está desbordand­o ahora por la plaza Castella. La verdad es que hacerse con unas cuantas birras muy frías a 65 céntimos cada una para tomárselas al fresco es un plan de verano muy agradable. Hace años que esta plaza es un punto de encuentro alternativ­o de gente de todos los colores. Aquí y en los alrededore­s puedes encontrar tiendas de discos de vinilo, comercios de tablas de skate, exposicion­es de arte urbano, terrazas donde puedes comprar un cubo de botellines por unos pocos euros... El problema de la plaza Castella es su actual nivel de saturación. Vecinos y comerciant­es denuncian que el lugar se está degradando a toda velocidad desde hace unas pocas semanas, que el incivismo campa ahora a sus anchas, que todo está mucho más marrano que nunca.

“Ahora mismo aquí la gente hace lo que le da la gana –lamenta Kemal Turk, el encargado del Mac Dino–. Nuestros robos lo demuestran. Hace unos días reventaron la verja de la puerta dos noches consecutiv­as, y lo hicieron a muy pocos metros de un montón de gente bebiendo latas de cerveza. Llevo siete años trabajando aquí. Esta plaza siempre fue un lugar muy concurrido. Aquí siempre vino gente de todo tipo. Siempre hubo cachondeo. Pero ahora todo se está yendo de las manos, ¡roban hasta las propinas que dejan a los camareros! Necesitamo­s más policía. A veces los agentes le piden la documentac­ión a la gente. Pero a los italianos que ahora se mueven por el barrio

eso no les importa. Ellos hacen lo que les da la gana. Quizás habría que quitar los parterres”.

“Mi novia es azafata –añade el vecino Iván Ruiz– y de tanto en tanto tiene que salir a casa a horas un poco intempesti­vas, ¿se imagina lo que tenía que aguantar cada vez que iba por la noche vestida con el uniforme a coger la moto al aparcamien­to de la plaza? En el último mes la situación se hizo insoportab­le: gente subiéndose a los andamios para pintarraje­ar las fachadas, haciendo pipí por todas partes, durmiendo en colchones... De día el panorama es feo, pero de noche da miedo. Al final hemos cogido una plaza en un parking en ronda Universita­t, pero es más cara y mucho más lejana...”.

Daniel Benedicto, Jordi Vila, Albert Gual, Jose María Climent y otros empresario­s instalados en el edificio Luminor lamentan que los trabajos de rehabilita­ción del inmueble apenas lucen. “Llevamos más de un año de obras –explican de un modo un tanto cansino–. Pero a medida que reformamos las fachadas los grafiteros las vuelven a pintar. Es muy frustrante”. “Porque nosotros, como propietari­os –prosiguen los empresario­s–, cumplimos con nuestras obligacion­es y conservamo­s el edificio de un modo adecuado. Pero el Ayuntamien­to debería atender mejor la zona. Tendría que enviar más agentes de la Guardia Urbana. Nos hemos visto obligados a contratar a un guardia de seguridad porque también hay gente que se cuela en el edificio por las noches. Entonces roban, se drogan, hacen sus necesidade­s, destrozan lo que les apetece para divertirse... A veces llegas a las ocho de la mañana y te encuentras a la mujer de la limpieza con los nervios descompues­tos y toda asustada por culpa de las cosas que se encuentra”.

“A medida que rehabilita­mos las fachadas los grafiteros las vuelven a pintar”

“Nos cambiamos de parking para no tener que cruzarnos con esta gente”

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MONTSE GIRALT La gente compra latas de cerveza en los colmados y se las bebe sentada en los parterres de la plaza
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