La Vanguardia

Los amigos para siempre de Dalí

- Josep Playà Maset

Cuando Ramon Boixadós se hizo cargo de la Fundación Dalí, una de sus primeras decisiones fue crear, como se hacía en otros grandes museos, una asociación de amigos que ayudara a impulsar la entidad y a crear una complicida­d entre el artista y el público. Se puede pensar ahora que a Dalí no le hacía falta pero en 1993 todavía se vivía con esta idea, tan frecuente por lo visto entre los catalanes, de tildar de traidor a todo aquel que no defiende determinad­as esencias del país. I Dalí, con su testamento, sus provocacio­nes, su supuesto apoliticis­mo, a pesar de defender al sindicato vertical –“encarna la vertical que va del submarino de Monturiol al autogiro de De la Cierva”– y otras ocurrencia­s, tenía –y tiene aún– muchos enemigos.

Boixadós escogió para presidir la asociación a Lola Mitjans, que reunía la doble condición de persona interesada por el arte y vinculada a un sector de la sociedad civil que ha creído en el mecenazgo. Y a su lado reunió a una serie de fieles dalinianos (Fajol, Calvet, Ortega...), con Pilar Puig en la vicepresid­encia, para acercar la ciudad de Figueres a su hijo predilecto, algo que no siempre ha sido fácil.

Ahora la entidad cumple 25 años y el pasado fin de semana lo celebró con la asistencia del presidente de la Fundación Dalí, Jordi Mercader, la secretaria general de la Generalita­t, Maria Dolors Portús, y la alcaldesa de La Pera-Púbol, Maria Lluïsa Teixidor (por cierto, que se echó en falta en el acto una representa­ción municipal). El actual presidente, Carles Ayats, repasó (con ayuda de un vídeo preparado por Josep M. Ortega y Jordi Palmada) los principale­s hitos de la entidad, que en este periodo ha mantenido una cifra estable de unos 600 socios y ha organizado medio millar de actos. Las cenas tertulias con personalid­ades que conocieron a Dalí (Cuixart, Porcel, Corberó, Racionero, Tusquets...) han alternado con conferenci­as, concursos, visitas comentadas al museo... También se adquirió un aguafuerte de Dalí, de 1925, para el museo, se regaló a la ciudad la escultura sobre la tramontana de Lluís Ventós y se han construido los gigantes de Dalí y Gala.

Ahora bien, lo que le da continuida­d son sus socios, y los hay incluso de Australia, Suecia, India o Estados Unidos. En la nómina han figurado dalinianos irreductib­les como el escritor francés Roger Erasmy –que compró el vagón de tren que inspiró a Dalí para pintar La estación de Perpiñán–; el dentista suizo Daniel Meier, que tanto colecciona­ba Dalís como serpientes que tenía en su casa; o Eliseu Cos, de Castellfol­lit de la Roca, actor en películas de Albert Serra, que visitaba a Dalí en Portlligat y le llevaba grillos por encargo (y que un día grabó un disco con su hermano con el ruido del tubo de escape de una Harley-Davidson). Tampoco han faltado nunca los figuerense­s, amigos de Dalí como Josep Fajol o Joan Minobis, y

La asociación Amics dels Museus Dalí cumple 25 años; son 600 socios, todos ellos dalinianos fieles al maestro

otros fieles, como el exalcalde Marià Lorca, el empresario Josep Maria Martorell, empeñado en construir un órgano de la tramontana, inspirado por Dalí, en el castillo de Quermançó; Lluís Duran, propietari­o del Celler de Ca la Teta, rincón del restaurant­e donde Dalí se reunía con sus amigos; Xavier Jiménez, que cuando todavía no existían las selfies ya se había hecho fotografía­s con Dalí en todos los acontecimi­entos en que participab­a; o Pascual Pesudo, que hizo de guía por el Empordà a los Morse, los mayores coleccioni­stas del mundo de Dalís,y es patrón honorífico del Museo Dalí de Florida. Ellos y muchos otros entusiasta­s han hecho posible la existencia de Amics dels Museus Dalí.

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ARCHIVO Carles Ayats, presidente de la asociación Amics dels Museus Dalí, delante de los gigantes Gala y Dalí
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