Delicatessen
Lina Tur & Enrico Onofri Lugar y fecha: Festival de Torroella de Montgrí. Fundació Vila Casas (2/VIII/2018)
Desde el punto de vista del observador, el concierto que comentamos es una pequeña joya en el panorama veraniego de la clásica, que nos acerca a los tiempos de consolidación de lenguajes “nacionales” que la historiografía ha dado en calificar, erróneamente, como “nacionalismo”, mezclando en este saco nombres como Albéniz, Granados, Falla o Bartók y Kodaly, sólo porque los protagonistas pertenecen a territorios marginales de los países que escriben la historia... El “nacionalismo” es un sentimiento y no una categoría estética.
Desde tiempos de la posguerra de los años veinte varios músicos europeos comienzan a utilizar y profundizar en los recursos de los lenguajes musicales populares apartándose del fácil recurso de la cita superficial y tratando estas fuentes y sus esencias con lenguajes de su tiempo, ya sustanciados en la obra de Debussy en Francia y por acercarnos a España, Albéniz y su Iberia. Los rusos habían formulado sus propuestas sustentadas –como en el caso de Mussorgsky– en los modos antiguos rusos, que tanto impresionaron a Debussy. Y en esta corriente encontramos de alguna manera al Stravinski de Le sacre y al Falla de Le tricorne. Y años más tarde, de la mano de los estudios de la musicología comparada, algunos músicos relevantes salen a recorrer el campo documentando el canto popular. Así lo hacen en Hungría Bartók y Kodaly, pioneros en lo de llevar los resultados de sus estudios a la música de concierto, e incluso a la pedagogía. Y en este camino nos encontramos con por ejemplo los 44 dúos de violín de Bartók, que escuchamos en Torroella en una versión muy sutil de la mano de dos intérpretes de mucha experiencia en el violín barroco como Enrico Onofri y Lina Tur.
Las pequeñas piezas de Bartók (el conjunto dura unos 50 minutos) conjugan un método de enseñanza de dificultades del violín estructurado sobre temas populares que no son la simple cita, sino sus rasgos esenciales. Son sutiles, como pequeños dulces que se diluyen rápidamente al degustarlos, y sus finales no son abruptos, sino en muchos casos muy sensibles, como alejándose, para dar lugar a la siguiente pieza. Pequeñas danzas, divertimentos, algún juego de bordones que rememoran las cornamusas, sensible utilización de la cuerda baja en técnicas de ejecución que se acercan a las populares. Y por ello este estupendo dúo supo dar cauce a diferentes formas de tocar, con sutilezas de arco, con cuidado juego de contrapunto y mimando los pasajes armónicos, dobles cuerdas, planos, en fin, rítmica... Y subrayo la sensibilidad de los intérpretes porque supieron dar vida a sutiles artilugios, miniaturas del contrapunto, cuidando los planos sonoros y dando a la musicalidad original de lo popular todo su carácter. Un pequeño gran concierto.