La Vanguardia

¿Pero no éramos fondistas?

- SERGIO HEREDIA

Los velocistas marcan el paso de lanuevagen­eración de atletas españoles que debuta mañana en el Europeo

En los años ochenta, Ricardo Diéguez (61) se abría paso en las pistas de atletismo. Era velocista. Corría los 100 m en 10s5 y los 200 m, en 21s80.

Era un atleta interesant­e, de nivel nacional, en un escenario más bien discreto. España era un país de fondistas.

Quienes habían brillado hasta entonces eran Tomás Barris, Mariano Haro y Carme Valero. Los primeros en hacer cosas importante­s en la esfera internacio­nal. Mediofondi­stas o fondistas.

Luego llegaron Llopart y Marín, marchadore­s, y luego les siguieron otros mediofondi­stas, como Abascal y González. Con ellos nos colgaron, definitiva­mente, el sambenito: nuestros atletas brillaban en las largas distancias.

En términos estadístic­os, los velocistas se habían quedado atrás. Cuando el mundo rompía la barrera de los diez segundos, eran muy pocos los españoles capaces de bajar de 10s5. Entre una frontera y la otra hay un abismo. Pero Diéguez, erre que erre. Cuando decidió descalzars­e, en 1989, ya andaba metido en un empeño. Había que levantar la velocidad. Se pasó años asomándose a las pistas de atletismo y a los gimnasios, experiment­ando con sus velocistas, leyendo manuales y conversand­o con técnicos foráneos, como Carlo Vittori, el hombre que había forjado al gran Pietro Mennea, o con expertos de la escuela rusa.

–Pero sobre todo, aprendí a base del ensayo-error –cuenta Diéguez, que ayer desembarca­ba en Berlín, sede de los Europeos de atletismo, como adjunto a la velocidad masculina para 100, 200 y 4x100.

–¿Y hubo muchos errores? –Cometí muchos, claro. Por ejemplo, hace veinte años, la fuerza se trabajaba de otra manera. Pensábamos en grandes volúmenes y los atletas se ponían muy fuertes. Ahora buscamos cargas que les pongan óptimos, no hipertrofi­ados. Primero ajustamos los pesos, y cuando encontramo­s esas cargas justas, procuramos que las trabajen a la máxima velocidad. Si antes levantaban 180 kilos en media sentadilla, ahora levantan 140, pero a 0,8 repeticion­es por segundo. Menos peso y más rápido. No se trata de ir al muelle a descargar contenedor­es. Se trata de correr deprisa.

(...)

Hoy, Diéguez, técnico en el CAR de Sant Cugat, ha colocado a tres de sus velocistas en Berlín. Tiene a Cristina Lara en el 100 y a Estela García y Jaël Bestué en el 200. Son atletas importante­s. A su manera, revolucion­arias.

Un dato ilustra el cambio que estamos viviendo. Solo habrá un milquienti­sta español en Berlín (Adrián Ben). Y en cambio, habrá cuatro especialis­tas del 200: tres, más el campeón del 2016, Bruno Hortelano...

Hortelano (27) es el alma de todo este proceso. La luz.

–Cuando Hortelano ganó el oro en el Europeo, el resto empezó a creérselo. Los velocistas se dijeron: ‘Si uno puede, ¿por qué yo no?’ –cuenta Diéguez–. Y algo parecido ocurrió entre las mujeres. Las más jóvenes empezaron a mostrarse descaradas en las categorías inferiores. Como juveniles o como júniors, les perdieron el miedo a las caribeñas y las estadounid­enses. Lo hemos visto con Bestué, o con María Vicente. Su revolución se ha convertido en una epidemia. Nuestros velocistas van por ahí con otro espíritu.

Álex Codina (54), técnico colaborado­r de la Española en el sector de los 400 m vallas, añade otras ideas:

–En realidad, la revolución empezó algo antes, hará diez años. Hasta entonces, el sector de la velocidad estaba desmembrad­o. Apenas había formación para los entrenador­es. Antonio Sánchez tomó el control del área y cambiaron las cosas.

–¿En qué sentido? –Empezamos a conversar con entrenador­es de fuera. Los fuimos trayendo y nos aportaban documentac­ión. Y se organizaro­n reuniones periódicas entre nuestros técnicos. Y apostamos por los relevos.

–¿Por qué?

–A través de los relevos, nuestros velocistas fueron ganando experienci­a internacio­nal. Al fin podían salir ahí fuera. Digamos que se civilizaro­n. Aprendiero­n a competir en los grandes eventos. Con el relevo pudimos profundiza­r en la técnica. Una buena técnica te hace ganar mucho tiempo en la entrega del testigo: con ella, puedes sacarle un alto rendimient­o a cuatro atletas de nivel medio.

La Federación Española puso algo de dinero. Con ese dinero vinieron Roberto Bonomi (entrenó a Susanna Kallur e Ivet Lalova, en Formia) y Jacques Piasenta (Marie José Pérec).

–Lo poco que teníamos lo gastábamos en eso. Ellos nos ofrecieron otra visión. Pero, sobre todo, consolidar­on nuestros conocimien­tos. Y también trajimos a Adrian Durant –dice Codina.

Durant ha pasado el verano en el CAR de Sant Cugat. Es el entrenador de Hortelano.

Durant y Codina se han sentado a conversar en más de una ocasión. Durant utiliza a Codina como supervisor. Encarga el trabajo desde su despacho en Nueva York, y Codina contempla a Hortelano, que lo ejecuta en el CAR.

–Todos nos ayudamos. Hortelano tira de mis atletas en las series (Codina entrena a Samuel García, Mark Ujakpor, Javier Delgado y Juan Enrique Vallés), y los míos tiran de él. El nivel trae más nivel. Hace unos años, nuestro 400 estaba muerto. Entonces apareció Samuel García y registró 45s. Los otros se lo creyeron y hoy tenemos un 400 extraordin­ario, cabecero en Europa...

Óscar Husillos (25) lidera ese grupo de cuatrocent­istas. Es otro de los grandes nombres de nuestra velocidad. Husillos y Hortelano han roto la barrera de los 45 segundos en los 400 m y, junto a

Samuel García y Lucas Búa, van a configurar un relevo largo de relevancia en Berlín. Un relevo con aspiracion­es.

–Sabíamos que esto tenía que salir. Nuestros recursos humanos eran interesant­es –dice Codina.

–Al relevo sólo le veo un riesgo –dice Diéguez–: tendrá que acceder a la final con el equipo B. Los cuatro relevistas tienen opciones en sus pruebas individual­es. Si corrieran en sus marcas, deberían ser finalistas. Eso significa que no podrán disputar las eliminator­ias del relevo. Nos la estamos jugando, pero no hay más remedio. Eso sí, si el equipo A está en la final, podría rondar los 3m00s. Y con eso se puede pelear con belgas, polacos e ingleses.

–¿Les costó convencer a Hortelano para el relevo?

–En absoluto. Él mismo le vio posibilida­des, y por eso se probó en el 400 (en junio batió un récord de España que venía de 1989, al registrar 44s69). Ya entonces sospechába­mos que todo iba muy bien. Le vimos hacer siete series de 300 m a una velocidad extraordin­aria. Se le notaba capaz de bajar de los 45s. Por cierto, aparte de Hortelano y del nuevo plan de la velocidad, tenemos el mestizaje. –¿A qué se refiere? –Ekobo, Etcheverry, Orlando Ortega, Ana Peleteiro, Bestué, María Vicente, Aauri Bokesa... Estamos al principio de un proceso en el que Francia lleva treinta años enfrascada e Italia, veinte.

–¿Qué debemos esperar de Berlín?

–En Amsterdam, hace dos años, alucinamos porque habíamos colocado a un velocista en la final de 100 (Hortelano fue cuarto). Ahora, volver sin una medalla en la velocidad podría considerar­se un fracaso...

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ALEJANDRO GARCÍA / EFE El atleta de referencia Bruno Hortelano (dorsal 1), campeón de Europa de 200 m en el 2016, durante el Meeting de Barcelona, este verano en el estadio Serrahima de Montjuïc

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