Discoteca impresa
Javier Blánquez publica la monumental ‘Loops 2’ sobre la historia de la música electrónica en el siglo XXI
Javier Blánquez publica Loops 2, un denso volumen de más de 700 páginas subtitulado Una historia de la música electrónica en el siglo XXI, que cuenta con un jugoso epílogo del productor Ewan Pearson y un muestrario sonoro en Spotify.
Hace tres lustros ya fue noticia la aparición en el mercado español de Loops, un grueso volumen coordinado por Javier Blánquez y Omar León donde se ofrecía una inédita, cimentada y bien expuesta panorámica sobre lo que era la música electrónica del siglo XX. Una obra editada por Reservoir Dogs que acabó agotándose y que ha permanecido esperando una continuación desde el cambio de siglo y de milenio, entre otras cosas porque la materia prima de la que trataba es veloz y cambiante como pocas en el universo sonoro.
Ahora, la misma editorial barcelonesa ha duplicado la apuesta con una reedición ampliada de Loops 1 –erratas corregidas, un capítulo reescrito y dos apéndices sobre la electrónica hecha en España y otro sobre las máquinas que se usan para hacer esta música– y la publicación de Loops 2, un denso volumen de más de 700 páginas subtitulado
Una historia de la música electrónica en el siglo XXI. Escrito en esta ocasión totalmente por Javier Blánquez, cuenta con jugoso epílogo del productor Ewan Pearson y, acorde con los tiempos, ambos volúmenes tienen muestrario sonoro en Spotify, donde hay listas de música para cada capítulo.
Aunque a veces da la sensación de que la música electrónica nos invade, ¿cuáles son los baremos mínimos para que el uso de la electrónica pueda considerarse música electrónica? “Hablar de música electrónica en estos términos es como hacerlo de música acústica; ¿qué es música acústica?, ¿folk y Johan Sebastian Bach? Yo hablo de música electrónica como toda aquella música que tiene como punto de partida la tecnología, pero que el resultado es creativo. Lo que me interesa es cuando se utilizan esas herramientas de manera creativa para construir lenguajes nuevos o para establecer conexiones entre géneros ya asentados con lenguajes emergentes. No me puede interesar el nuevo disco de Enrique Iglesias, pero sí el de Justin Bieber cuando este trabaja con productores como Skrillex o Diplo”.
Blánquez, que se pulió la para algunos biblia de la música electrónica del nuevo siglo en sólo diez meses, considera que este auge imparable de música electrónica es en buen medida a que es fácil hacerla. “Se hace mucha más música que antes, por la simple razón de que casi todo el mundo puede hación cerla sin conocimiento previo, sin invertir mucho y sin filtros ni barreras para llegar al mercado”. Y esto le lleva a augurar que “a partir de ahora la música va a existir en un entorno desmaterializado. No van a existir discos. Se trata de hacer música y compartirla inmediatamente, ya sea a través de una producción muy profesional, colgando un paquete de archivos en Spotify o colgando uno mismo una demo en YouTube o Soundcloud. Ahora en la música es muy fácil. Haces un tema en una tarde, lo cuelgas en Soundcloud, te empieza a escuchar gente y ya está. De momento es un canal de distribución y por lo tanto no afecta de una manera decisiva y total a la naturaleza de la música, pero muchas veces nos vamos a encontrar una música muy afectada por todos estos procesos. Hay muchas músicas de ahora que suenan como suenan porque están concebidas para ser escuchadas en tu móvil, y no en el salón de tu casa como lo hacías con Pink Floyd”.
Con todo, el autor de la monumental doble obra considera que en el momento actual con relación a finales del pasado siglo la situa- ha cambiado algo. “La originalidad se ha ralentizado algo con respecto a los años noventa , en el sentido de abrir posibilidades a partir de lenguajes emergentes y tecnologías actuales, lo que no quita que sigan apareciendo nuevas escenas, nuevos subgéneros”; aun así, concede que muchos de los géneros o escenarios que ya estaban consolidados en aquella década siguen siendo las principales referencias hoy en día, refiriéndose a tecno, house, ambient, dub, rave o hip-hop.
En la prolija obra, además de un utilísimo anexo central con un mapa de estilos y subgéneros desde el 2000 hasta el 2017, el autor trata aspectos de la escena electrónica como el minimal, la conquista de Eivissa, nombres propios como LCD Soundsystem, Skrillex o Richie Hawtin, la expansión del dubstep en el house y en el r&b, la revolución digital en el hip-hop y el trap, el vaporwave, la proliferación agobiante del EDM o la transformación de la música electrónica en una especie de vocabulario universal entendible en Berlín, Kinshasa o Singapur. Esto último apunta a la cuestión de la globalización. “La hay, por supuesto, pero también algo muy interesante como el hecho de algo que crece en un lugar determinado del mundo y que tiene réplicas en otras partes funcionando de manera diferente al original, como es el caso del trap. Es un género que en su momento nace en Estados Unidos, las grandes eran de allí, pero tú vienes ahora a Barcelona y te das cuenta de que apenas nadie sabe quienes son Migos, pero todo el mundo sabe quien es Yung Beef o Dellafuente. Esto no ocurre en el rock”.
“La música electrónica es música cuando el punto de partida es la tecnología y el resultado es creativo”
Las escenas consolidadas en los 90 siguen siendo hoy los referentes como tecno, house, dub o hip-hop