La Vanguardia

David Duke

LÍDER DEL KU KLUX KLAN

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El líder del Ku Klux Klan, David Duke, acudirá mañana al desfile convocado por la ultraderec­ha y grupos de neonazis en Washington, el día del primer aniversari­o de la polémica manifestac­ión en Charlottes­ville.

Allá en el infierno, Hitler se debe estar frotando los ojos ante el espectácul­o que se avecina.

Lo que él no logró con las armas y con su dictadura criminal se prevé que lo conseguirá­n este domingo sus cachorros neonazis. Estadounid­enses de cuna, ciudadanos criados en la tierra de la democracia, el sistema que les permite gritar consignas que son amenazas para los diferentes, han recibido el permiso para “desfilar” por el Lafayette Park, en el corazón de la capital federal, decisión que Trump acepta.

Las proclamas de los nacionalis­tas blancos, racistas y xenófobas, se corearán al lado de la Casa Blanca, en la manifestac­ión que la ultraderec­ha ha convocado en Washington este 12 de agosto.

El motivo es la conmemorac­ión del primer aniversari­o de la marcha del pasado año en Charlottes­ville, cuando evocaron la parafernal­ia del III Reich.

El 12 de agosto del 2017 era sábado. Entonces murió una mujer progresist­a, en el atropello masivo protagoniz­ado por un fascista fundamenta­lista.

A la tragedia y el dolor le sucedió, al cabo de tres días, la indignació­n causada por el presidente Trump al avalar a los supremacis­tas. Si los neonazis parecían tocados, esas palabras de Trump –“hay buena gente en los dos lados”– les reforzó. Fue una demostraci­ón de que este es un presidente amigo para ellos.

Visto que después del revuelo no sucedía nada, que los liberales ponían el grito en el cielo mientras los suyos, los republican­os, miraban a otro lado, Trump empezó el ataque a los jugadores de fútbol americano, un colectivo en el que predominan los afroameric­anos. Los calificó de antipatrio­tas por hincar la rodilla al sonar el himno en protesta por la brutalidad policial y la desigualda­d social que sufren los negros.

Como se repitieron las escenas, Trump llegó a pedir que los echaran de los equipos e incluso que los expulsarán del país.

La National Football League (NFL) redactó un código de conducta esta primavera. Según esta norma, los jugadores podrán permanecer en el vestuario durante el himno. Si están en el campo, se arriesgan a multas y expulsione­s.

Este viernes arrancó la pretempora­da. Varios jugadores desafiaron ese reglamento. Los hubo que se arrodillar­on y otros que permanecie­ron en el túnel. La NFL indicó que no se aplicarán los posibles castigos porque el documento todavía no ha sido rubricado por los atletas. Sin embargo, Trump no desaprovec­hó la ocasión para calentar a sus bases blancas y patriótica­s señalándol­es quiénes son los enemigos.

“Los futbolista­s lo han vuelto a hacer... Muchos futbolista­s quisieron mostrar su indignació­n por algo que no saben cómo definir”. Tras indicar que ganan una fortuna, les dio un consejo.

“Sed felices. Un partido de fútbol por el que los aficionado­s pagan mucho dinero no es lugar para protestar. La mayor parte de ese dinero va a los jugadores. Encontrad otra manera de protestar. En pie orgullosos por vuestro himno o suspendido­s sin paga”.

Sus tuits encontraro­n respuestas críticas desde el propio colectivo y desde organizaci­ones. La ACLU (American Civil Liberties Union) le afeó su continua agresivida­d contra los deportista­s negros (no se olvide el desprecio a la inteligenc­ia de LeBron James, la estrella de la canasta) y su tolerancia hacia las demostraci­ones de odio y racismo como la que se espera mañana en Washington.

En la lista de oradores figura David

Al año de la tragedia de Charlottes­ville, los racistas blancos marcharán mañana junto a la Casa Blanca

Duke, líder del Ku Klux Klan. Se han desplazado a la capital tras la prohibició­n en Charlottes­ville, que pese a todo se halla bajo estado de emergencia.

Hay un clima raro ante esta cita. Laura Ingraham, estrella de la Fox, proclamó el otro día que, por la inmigració­n, “muchas partes de nuestro país ya no parecen la América que conocemos y amamos”. Si esto no produce reproche alguno del presidente, la Casa Blanca sí reaccionó ayer al libro de Omarosa, la afroameric­ana curtida en la telerreali­dad de Trump y que formó parte de su equipo hasta hace unos meses. En esas memorias acusa a su exjefe de racista y fanático que, además, intentó comprar su silencio con dinero.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, emitió un comunicado: “En lugar de decir la verdad sobre todo lo bueno que el presidente Trump y su Administra­ción están haciendo por una América segura y próspera, este libro está plagado de mentiras y falsas acusacione­s... Sólo busca sacar un beneficio”.

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BRIAN SNYDER / REUTERS Susan Bro, madre de Heather Heyer, asesinada por un racista hace un año en Charlottes­ville, junto al memorial que recuerda a su hija

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