“Quise desmitificar al Estado Islámico”
El fotoperiodista Ricard Garcia Vilanova se encara a sus presuntos carceleros durante su secuestro en Siria
El fotoperiodista Ricard Garcia Vilanova visitaba las ruinas del edificio de la Gobernación de Raqa el pasado febrero. En sus viajes anteriores para cubrir la batalla que significó la expulsión del Estado Islámico (EI) de su capital siria no había podido hacerlo. Allí fue encarcelado por los yihadistas junto al corresponsal de El Mundo Javier Espinosa tras el secuestro de ambos el 16 de septiembre del 2013, cuando comenzaría un cautiverio de 194 días en el que coincidieron con el enviado de El Periódico de Catalunya Marc Marginedas. En repetidos viajes a Siria, el fotógrafo especializado en conflictos armados reconstruyó el mapa de los traslados, de una prisión a otra, de un grupo de secuestrados extranjeros, periodistas, cooperantes humanitarios, un total de 19 al principio... hasta que empezaron los asesinatos.
Garcia Vilanova siempre ha defendido que “el periodista no tiene que ser parte de la historia” pero ha vuelto a ser noticia. En enero fueron capturados dos presuntos miembros de los Beatles, carceleros, torturadores y ejecutores del grupo de cautivos, que les dieron ese nombre por su acento británico. Y se dispuso a llegar hasta ellos.
El jefe de los cuatro Beatles, el enmascarado conocido por la prensa como Jihadi John (John el yihadista) que se recreaba degollando a sus víctimas en los vídeos que el EI ofrecía al mundo, fue muerto por un dron en el 2015. De él, Mohamed Emwazi, no vale la pena recordar nada salvo que era de Londres como el resto. Otro, Aine Davis, fue capturado en Turquía y condenado a siete años en mayo del 2017.
El Shafee Elsheikh y Alexanda Kotey son los dos sospechosos capturados por las milicias kurdas de Siria y retenidos, en condiciones más que dignas, en un lugar que no puede ser revelado. En julio, un equipo de la BBC acompañaba a Garcia Vilanova. El corresponsal Quentin Sommerville entrevistó a los detenidos y después entró el fotógrafo. Se miraron. Elsheikh y Kotey se negaron a responder a sus preguntas. El reportaje fue emitido esta semana y ha tenido amplia audiencia en todo el mundo.
“La pregunta, para uno de ellos, era si tenía algún mensaje para su hija –dice Garcia Vilanova–. Si hubiera respondido, la siguiente habría sido: muy bien,pero ¿tienes algún mensaje para los hijos de todas esas personas, tus víctimas? Ese hombre abandonó a su familia en Alepo para escapar. Para mí estas personas son despreciables. Capaces de torturar, de asesinar, decían que eran la élite del EI, pero a diferencia de otros yihadistas que resistieron hasta el final, ellos simplemente han tratado de sobrevivir. Son personajes patéticos”.
-¿Alguna vez los Beatles mostraron rasgos de humanidad?
–Eran auténticos psicópatas que disfrutaban torturando. Usaban todo a su alcance para intentar anular cualquier instinto que pudieras tener de supervivencia y para crearte el miedo suficiente para que no te enfrentaras a ellos. Ves a los tipos con una capucha y piensas qué habrá debajo… Pero era un atrezo. Cuando los desprovees de ese poder no queda nada.
Después de enfrentarse a esa banalidad del mal que un día describiera Hannah Arendt, el reportero, que nunca ha querido hablar de lo que llama su “accidente laboral”, dice que “para mí ya es un capítulo cerrado”. En este encuentro insólito “obviamente, hay una parte que es personal con estos sospechosos y hay una parte profesional. Llevo trabajando en Siria desde el 2011. Tras el secuestro decidí cubrir el Estado Islámico en las tres capitales que tenía, Raqa, Mosul (Irak) y Sirte (Libia). Pude ver la evolución de los grupos yihadistas, tuve contacto con ellos. Y quería desmitificar al Estado Islámico”.
-¿Le pesó cierta responsabilidad moral por el hecho de haber sido liberado mientras que otros no tuvieron esa suerte?
–Yo lo vi como algo que había que explicar. Los años de trabajo me dieron unos contactos que otros no tenían, y hubiera sido una falta de responsabilidad o de respeto hacia todas esas personas no haberlo hecho, por toda esa gente que dio su vida y sobre todo por ese medio millón de personas cuya muerte no ha servido absolutamente para nada.
“Capaces de torturar, de asesinar, decían ser la élite del EI pero sólo tratan de sobrevivir al final, son patéticos”