L’Artesana, otra alegría en Poble Nou
Todavía no ha cumplido un año y ya se ha convertido en uno de los locales de más éxito en Poble Nou. Una carta con platos sencillos y sabrosos y el entusiasmo del equipo son las claves
Es difícil elegir el mejor momento para subir la persiana de un nuevo negocio, y no es extraño que los tres socios de L’Artesana Poblenou (Sant Joan de Malta, 150) pensaran que habían tenido muy mala suerte al haber abierto pocos días antes del pasado 1 de octubre, cuando los barceloneses estábamos para pocas alegrías. Y aunque las primeras semanas compartieron el temor a haberse equivocado, fueron pasando los días de ese otoño oscurísimo, y poco a poco entre la gente del barrio y los buscadores de novedades suculentas se fue extendiendo el rumor de que en Poble Nou había tres amigos que estaban haciendo un trabajo interesante.
Venían con un bagaje importante: Pau Pons trabajó durante años al lado de Rafa Peña en el barcelonés Gresca, Héctor Barbero viene del Hostal Empúries y antes del Mas Pau y Monvínic, donde coincidió con Romina Reyes, su pareja y también una de las socias. Cada uno de los dos cocineros crea platos que hablan un mismo lenguaje, y ella se ocupa de atender las mesas y de la bodega.
El nombre del local, que se ha convertido en un foco de atención en el barrio, es un homenaje a la cooperativa fundada en 1876 y desaparecida hace casi 25 años. Pero también una declaración de intenciones: en l’Artesana se ofrece comida bien hecha sin grandes paripés y a un precio popular; una carta corta de platillos, una carta larga de vinos en su mayoría de producción ecológica y un menú de mediodía por 12,50 euros.
En un momento en que algunos chefs consagrados se están dejando la pasta en locales de lujo, este lugar es un ejemplo de un modelo de negocio con una inversión modesta y del atractivo de una oferta a base de platos sencillos, que no suelen contar con más de tres ingredientes bien combinados.
En una de las mesas de la terraza, en la misma plaza desde donde se puede ver la cocina a través de una cristalera, probamos unas croquetas buenísimas con relleno de ternera, pollo y jamón, una ensaladilla muy correcta, papada con navajas y unas mollejas con puerro, ñoquis a la meunière y alcaparras de aplauso, o un goloso rösti de patata, bacalao y yema de huevo, en el que el comensal debe romper la capa crujiente de patata para mezclar el resto de los ingredientes. Impecables los callos, que ya se han convertido en uno de los clásicos favoritos de la clientela, y más que correcto el steak tartar. No nos convence la albóndiga de sepia y tendones, en la que se diluyen sabores y texturas.
No cerrarán este agosto: explican que todavía no han cumplido el año y saben que es hora de ponerse las pilas. Pero no quieren renunciar a la calidad de vida, por lo que pasado el verano abrirán de 8.30 h a 16 h de lunes a jueves, y mediodía y noche sólo viernes y sábados.
El éxito de l’Artesana demuestra que fuera del centro de Barcelona ocurren cosas y que merece la pena moverse por los barrios. Demuestra que a veces tres son mejor que uno y que después de años de trabajo a las órdenes de un chef se puede cumplir el sueño de tener negocio propio. Y que sea un éxito.
Los tres socios tienen carta de platillos, amplia variedad de vinos y un menú de mediodía por 12,50 euros