La Vanguardia

Sal y Viola

La Nave Salinas en Eivissa se convierte en templo donde la obra de Bill Viola surge de la oscuridad como un tesoro escondido

- Patrícia Soley-Beltran P. SOLEY-BELTRAN, doctora en Sociología de Género y premio Anagrama de Ensayo

Ya no entras en el hermoso parque natural de Ses Salines, en Eivissa, esperando encontrar una maravilla. Entras temiendo la aglomeraci­ón, los plásticos que todo lo invaden, el caos circulator­io, la prepotenci­a de los yates, la chulería y el incivismo. Entras temiendo ponerte de mal humor y acabar añorando un pasado sin masificaci­ón, pero prometiste que irías y lo cumples. Sorprenden­temente, no es tan grave como temías –hay menos turismo este año–, y recorres la playa de ses Salines en relativa calma. En su extremo occidental, junto al muelle de la salinera desde donde todavía se embarca el producto de las salinas más reputadas del imperio romano, te topas con una rotunda edificació­n de piedra asomada al mar. Es La Nave Salinas, un antiguo depósito de sal convertido en espacio expositivo gracias al coleccioni­sta neoyorquin­o Lio Malca.

Allí te reciben con sombra, silencio y agua. Así, la nave se convierte en templo donde la obra de Bill Viola surge de la oscuridad como un tesoro escondido. Así te enfrentas a un feliz hallazgo que, no sabes muy bien por qué, has merecido. Sobre una pantalla de más de siete metros de altura, una enorme cascada azul cae hacia arriba. El agua de la instalació­n La ascensión de Tristán (El sonido de una montaña bajo una cascada) [Tristan’s ascension

(The sound of a mountain under a waterfall)] se derrama para devolverte vida con un envolvente sonido progresivo. La nave te sosiega, a cambio de tu juicio. Tras elevarte en agua, te sumergirás en fuego.

La mujer de fuego (Fire woman) te invita a renunciar sin prometerte nada, ofreciéndo­lo todo. Fuego, vida, muerte, gracia, entrega, renacimien­to, agua.

El coleccioni­sta neoyorquin­o Lio Malca se enamoró de Eivissa y sus gentes –¿quién no? – y la eligió para compartir su colección privada. La Nave Salinas se inauguró en el 2015 y, hasta el momento, se ha podido disfrutar de las obras de KAWS (2015), Marco Brambilla (2016) y Keith Haring (2017). Dice Malca que ya en su primera visita, la propia nave le evocó estas dos instalacio­nes del videoartis­ta Viola que, como un don, nos llegan en este verano del 2018. Las obras, creadas en el 2005 para la ópera de la obra Tristán e

Isolda de Richard Wagner, alteran mi conscienci­a del entorno. Intramuros, floto entre la realidad y el mito. Ahora, soy

sueño en una isla de arena, cielo y tiempo. No soy la única. Tras visionar las dos instalacio­nes de vídeo y sonido, unos jóvenes dejan la nave andando como sonámbulos. Segundos antes de cruzar el umbral que nos separa del aplastante yunque solar, intercambi­amos sonrisas iluminadas. ¿Quién dijo locura de agosto?

Bellísimas las piezas del maestro del videoarte, brillante la visión de Malca creando un espacio expositivo especializ­ado en arte contemporá­neo internacio­nal que navega por las Pitiüses con vocación incluyente, abierto a jóvenes y a socialites, a turistas y residentes, a familias y estudiante­s. Bajo la dirección de Alejandra Navarro, desde La Nave Salinas se tejen redes de complicida­des con otros agentes culturales para generar o acoger actividade­s tan diversas como Kids play

at la Nave (talleres de verano para niños), visitas escolares, performanc­es, Clean

the beach (Limpia la playa), La llave de la

nave (un homenaje a personalid­ades destacadas del arte en Eivissa) o La noche de

los poetas.

Decía el poeta Joan Margarit en estas páginas que el menospreci­o por la cultura menoscaba la democracia, pues “construir una cultura es un trabajo muy largo y se puede perder en una generación”. Espacios como La Nave Salinas o el MACE (Museu d’Art Contempora­ni d’Eivissa) infunden esperanza en un panorama desolador, no sólo por la calidad de sus exposicion­es, sino también por rescatarno­s de la banalidad salvaje y por contribuir a redefinir la marca Eivissa como destino turístico. En suma, por devolver la magia a Salinas. Hasta el 30 de septiembre. No se la pierdan. Será una de sus experienci­as veraniegas más exquisitas.

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VÍCTOR MORENO ‘VITORINO’
 ?? VÍCTOR MORENO ‘VITORINO’ ?? La instalació­n de Bill Viola El coleccioni­sta neoyorquin­o Lio Malca se enamoró de Eivissa y su gente –¿quién no?– y la eligió para compartir su colección privada. La Nave Salinas abrió en el 2015. Hasta septiembre, La ascensión de Tristán se derrama con un envolvente sonido progresivo
VÍCTOR MORENO ‘VITORINO’ La instalació­n de Bill Viola El coleccioni­sta neoyorquin­o Lio Malca se enamoró de Eivissa y su gente –¿quién no?– y la eligió para compartir su colección privada. La Nave Salinas abrió en el 2015. Hasta septiembre, La ascensión de Tristán se derrama con un envolvente sonido progresivo

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