La Vanguardia

La cita rusa en la torre Trump, el nuevo Watergate

Los republican­os tratan de proteger al presidente tras su “confesión rusa”

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La nueva normalidad consiste en una acera vallada, policías armados con fusiles como si fueran militares en el frente afgano y un control de seguridad de acceso propio de los aeropuerto­s. Bienvenido­s a la torre Trump. El rascacielo­s de la Quinta avenida, poco transitado por neoyorquin­os de a pie, se ha erigido en centro turístico global. Resulta difícil dar con lugareños –salvo los que viven, mueren (un residente falleció el viernes por sobredosis de opiáceos) o trabajan dentro–, mientras que predominan los visitantes de la América profunda, felices de fotografia­rse ante la vitrina de la parafernal­ia trumpista, y se escucha hablar en castellano, francés o italiano.

Tal vez sea un estado de ánimo, forjado en esa evidencia del terrorismo omnipresen­te, pero el ambiente resulta sórdido. Triste. Nada que ver con la animación del cercano Rockefelle­r Center.

Aquí dentro, a la caída de la tarde, hay poco movimiento en el vestíbulo y eso que se agradece el aire acondicion­ado frente al bochorno exterior. En el Trump Bar, que es la barra de lujo y coctelería, se cuentan cuatro clientes –ya se ha acabado el happy hour–, y resuena más el murmullo de la cascada de agua que la algarabía de las voces.

Quién sabe, sin embargo, si algún día este enclave se transforma­rá en una especie de lugar de culto para todos aquellos que hoy lo maldicen, no tanto por su tributo al despilfarr­o como por el nombre de su propietari­o.

¿Será la Torre Trump el equivalent­e en Nueva York al edificio Watergate de Washington?

Esta es la cuestión que ha cobrado fuerza esta semana, precisamen­te cuando se ha cumplido el 44 aniversari­o de la renuncia del presidente Richard Nixon.

Hace siete días que Trump agitó los temores de los conservado­res. El fantasma de su inmueble bandera, a costa de la reunión con emisarios rusos en junio del 2016, ha ganado corporeida­d.

“Noticias falsas informa que, en una completa fabulación, estoy preocupado por la reunión que mi maravillos­o hijo, Donald, tuvo en la Torre Trump. Esa reunió fue para conseguir informació­n de una oponente, totalmente legal y hecho siempre en política, y no fue a ninguna parte. Yo no sabía nada de eso”.

A este tuit lo califican como uno de los cambios públicos de versión más espectacul­ares en la historia presidenci­al moderna. De una visita para hablar supuestame­nte de “adopciones” –una justificac­ión dictada por el mismo presidente– al reconocimi­enlítica’, to tácito de que pretendían que “el enemigo” les facilitara material pirata contra Hillary Clinton.

“Sabían que se reunían con representa­ntes de Rusia, que la oferta era de la inteligenc­ia rusa. Intentaron usar ese material contra una rival americana. No alertaron al FBI”, contesta David Frum, que colaboró en la administra­ción de George W. Bush y ahora es uno de los elogiados autores y expertos republican­os.

“Eso no ocurre ‘siempre en po- es inmoral, antipatrió­tico y forma parte de un amplio esfuerzo que fue ilegal”, matiza Ben Rhodes, consejero en política exterior de Barack Obama, respecto a la “normalidad” de esas conexiones alegadas por Trump.

“¿Hay algún crimen o conspiraci­ón?”, pregunta una de las conductora­s del programa Fox & Friends, uno de los espacios más amigo de la cadena presidenci­al. “Desafortun­adamente, muchas de estas leyes están escritas para que el gobierno condene”, replica Andrew Napolitano, jurista, tertuliano y uno de los nombres que sonó para dirigir el equipo de defensores de Trump en el caso del Rusiagate, la investigac­ión que dirige el fiscal especial Robert Mueller sobre la supuesta confabulac­ión entre el Kremlin y la campaña electoral del actual ocupante de la Casa Blanca.

“Si existió un acuerdo para obtener porquería de Hillary procedente de los rusos, incluso si esa porquería nunca llegó, pero aquellos que mostraron su conformida­d, aunque fuera sólo uno

LA NUEVA NORMALIDAD Vallas en la acera, policías con fusiles y controles para acceder a la Torre Trump

TURISMO GLOBAL

Pocos neoyorquin­os, salvo los que trabajan, viven y mueren: uno, el viernes, por sobredosis

DAVID FRUM

Frente al tuit de Trump con los rusos, el analista replica: “No alertaron al FBI”

BEN RHODES

Réplica a la nueva ‘normalidad’: “No es habitual en política, es antipatrió­tico”

 ?? CRAIG RUTTLE / AP ?? La torre Trump, en la Quinta avenida de Manhattan, vitrina dorada de la parafernal­ia trumpista
CRAIG RUTTLE / AP La torre Trump, en la Quinta avenida de Manhattan, vitrina dorada de la parafernal­ia trumpista

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