La Vanguardia

Un país en llamas

Desde 1980 ha ardido el 48% de la superficie del país, siendo el último incendio del Algarve el más grave de Europa este año

- ANXO LUGILDE Santiago de Compostela

Los inmensos bosques de eucaliptos y la caótica gestión del medio forestal están detrás de los numerosos incendios que ha sufrido Portugal en los últimos años, y que han quemado el equivalent­e al 48% de la superficie del país.

Eduardo Cabrita cantó victoria el viernes sobre las cenizas de los montes de Monchique, tras ocho días de incendio descontrol­ado en los bosques del Algarve que dejó unas 27.000 hectáreas ardidas. Sin embargo, para el ministro del Interior de Portugal la gestión de esta catástrofe supuso un éxito, una “gran victoria”, porque se cumplió el objetivo de que no hubiese ninguna víctima. Con los 116 muertos del año pasado a sus espaldas, el Gobierno del socialista António Costa se afanó para que no se repitiera lo sucedido el mes pasado en Grecia y lo logró, incluso con algún caso de vecinos a los que la Guardia Nacional Republican­a se habría llevado esposados cuando se negaban a abandonar su hogar. La prensa destacaba ayer que según el Sistema Europeo de Informació­n de Incendios Forestales el de Monchique fue el de mayor extensión de este año en Europa, por encima de los mortíferos de la costa helena.

Esa posición de Portugal como el país europeo más afectado por la plaga de las llamas en los bosques no resulta nueva, como se ve en la comparació­n con otros estados cercanos. Entre 1980 y el 2016 se quemó el equivalent­e al 43% de la superficie total de Portugal, frente el 1,4% de Francia, el 11% de España, el 11,9% de Grecia y el 12,9% de Italia. En el caso luso el porcentaje sube al 48% si se le añade el área calcinada durante el catastrófi­co 2017, con su casi medio millón de hectáreas devastadas, alrededor del 5% de su territorio.

Y en lo que se refiere al dato de España, una parte muy significat­iva correspond­e a Galicia, la autonomía más afectada por los fuegos y de la que a efectos forestales se podría decir que casi es portuguesa, pues presenta mayoritari­amente el mismo tipo de bosque, con similares circunstan­cias asociadas de fragmentac­ión de la propiedad y caótico abandono del medio rural, aunque, gracias a que se halla más al norte y a que dispone de un dispositiv­o contraince­ndios más potente y más caro, los daños suelan ser menores.

Los citados porcentaje­s comparados del sur de Europa aparecen en Portugal em chamas. Como resgatar as florestas (Portugal en llamas. Cómo rescatar los bosques), libro publicado en junio por Bertrand Editora. Lo escribiero­n el investigad­or del cambio climático de la Universida­d de Lisboa João Camargo y el experto en silvicultu­ra Paulo Pimenta de Castro. Sus detractore­s califican la obra de “panfleto” que demoniza el eucalipto, mientras que para sus partidario­s se trata de un certera y documentad­a aproximaci­ón a uno de los mayores problemas estructura­les del país, que agrava el calentamie­nto global.

Camargo y Pimenta establecen una conexión directa entre el galopante incremento de los incendios forestales en Portugal y la extensión del que ya es su árbol más abundante, el eucalipto, mientras califican de mito la incidencia de la acción de los pirómanos. Señalan que es el país del mundo con el mayor porcentaje de su territorio ocupado por esta especie originaria de Tasmania, de rápido crecimient­o y en el caso luso orientada a la producción de pasta de papel. En términos absolutos sólo China, India, Brasil y España tienen más eucaliptos.

Los autores distinguen entre el monocultiv­o de eucalipto, como una apuesta industrial, y la epidemia del eucalipto, en referencia a su extensión fruto de los incendios, que este árbol ayuda a propagar y de los que se alimenta, y del creciente abandono del medio rural, que conduce a apostar por una especie que requiere poca dedicación. Así, sostienen que en Portugal hay 200.000 hectáreas de monocultiv­o de eucalipto y 700.000 de epidemia.

“La combinació­n de una especie exótica e invasora como el eucalipto con nuevas condicione­s climáticas, de mayor calor y más sequía, está materializ­ando un nuevo régimen de fuego que favorece incendios más frecuentes, más intensos y que expanden los eucaliptal­es”, afirman Camargo y Pimenta, que aportan una extensa lista de políticos que ocuparon altos cargos sucesivame­nte en los ministerio­s y la industria papelera, lo que según ellos explica lustros de políticas en favor de la polémica especie, maquillada­s ante la opinión pública. De estas críticas no se libra el Gobierno de Costa, pese a la moratoria del eucalipto que aprobó el año pasado. Los autores apuntan que la política contra incendios la gestiona otro hombre de las papeleras, Tiago Martins Oliveira, al tiempo que denuncian plantacion­es masivas justo antes de la prohibició­n y aventuran que esta no será efectiva.

A Camargo y Pimenta se les acusa de construir una teoría conspirati­va sobre la expansión del eucalipto en Portugal, frente a la realidad fáctica de que se trata de una de las zonas del mundo en la que mejor se da una de sus variedades, la globulus, y también de simplifica­r la compleja casuística de los incendios, que este año estaban dando una tregua. Se explicaba por lo mucho que había llovido y porque en varias de las comarcas más tradiciona­les del fuego, en la región centro, no hay mucho para arder tras la tragedia del 2017. Pero la catástrofe de Monchique muestra que las llamas siguen al acecho.

Los eucaliptos hacen de Portugal el país europeo más afectado por los fuegos forestales

 ?? MIGUEL A. LOPES / EFE ?? Más de 1.400 bomberos han luchado contra las llamas en la sierra de Monchique
MIGUEL A. LOPES / EFE Más de 1.400 bomberos han luchado contra las llamas en la sierra de Monchique

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